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Combatir el cambio climático va más allá de salvar a los osos polares (que también). El calentamiento global atraviesa las vidas humanas y los ecosistemas que las sustentan. Fenómenos extremos como las inundaciones, los ciclones o los incendios forestales son ya más frecuentes. El último informe del panel de expertos de la ONU advierte que, con los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero, se alcanzaría un aumento de la temperatura media de 4,4 °C a finales de este siglo. Francisco J. Doblas Reyes, autor del IPCC y director de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center, resalta que es un futuro evitable.
«Estamos andando cuando deberíamos estar corriendo». Así se refería a la acción frente a la emergencia climática Hoesung Lee, presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en la rueda de prensa de presentación del informe de síntesis que pone fin al Sexto Ciclo de Evaluación iniciado en 2015. «No solo es que no estemos corriendo, en realidad estamos caminando hacia atrás porque en algunos casos ni siquiera se están reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la actividad humana», añade el físico Francisco J. Doblas Reyes, director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC)
Esta última publicación del IPCC sintetiza más de 10.000 páginas de evidencia científica en un resumen de 36 páginas dirigido a gobiernos, empresarios y cualquier persona con capacidad de tomar decisiones para mitigar las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles, gases que han provocado un exceso de energía en el sistema tierra que calienta el planeta. Los autores y autoras del IPCC son especialistas de 195 países en distintos ámbitos que, de manera voluntaria y sin retribución, asumen el encargo de las Naciones Unidas de evaluar el cambio climático cada siete años. El informe de síntesis contempla distintos escenarios de aquí a fin de siglo, con una horquilla entre los 1,5 °C y los 4,4 °C de aumento en la temperatura media terrestre frente a la era preindustrial.
El calentamiento global a través de varias generaciones
Por más que los negacionistas se empeñen en politizar la cuestión, el consenso científico no está sujeto a ideologías y es rotundo: «El cambio climático está ocurriendo en este momento, no es algo del futuro. Y la evidencia de la responsabilidad de la acción humana en el cambio climático que se ha experimentado hasta ahora es inequívoca», remarca Doblas. Él lleva más de tres décadas dedicado al estudio del clima en distintas instituciones y conoce bien el funcionamiento del IPCC, ya que ha sido autor principal del quinto y sexto informe de Evaluación. Actualmente desempeña su labor en el Barcelona Supercomputing Center, donde cuentan con el MareNostrum, uno de los supercomputadores más potentes de Europa. Gracias a esta tecnología, Doblas lidera un equipo multidisciplinar de ingenieros, físicos y matemáticos, entre otros, que analizan grandes cantidades de datos para predecir el clima del futuro. Se trata de ciencia aplicada al servicio de sectores como la agricultura, la gestión del agua, las energías renovables o la salud pública.
Proteger el océano o comer menos carne roja, medidas necesarias
«Muchas veces pensamos que el cambio climático es un problema ecológico. Cuando aparece en las noticias de la prensa se le da voz a un sector ecologista, que dice cosas muy sensatas, pero termina dando la impresión que es un problema de salvar a los osos en el ártico o los patos en Doñana. Y, por muy mucho que aprecio estos problemas que están ocurriendo en estas dos zonas, me parece que el mensaje se queda corto: es un problema económico, social… Es un problema de qué lugar queremos ocupar en el mundo como sociedad dentro de 10, 20 o 50 años». Pese a incongruencias como que el año pasado se dio un máximo histórico de subsidios públicos al consumo de combustibles fósiles en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, el climatólogo destaca la esperanza que supone la transición energética. «Tenemos una oportunidad única para transformar la sociedad hacía una sociedad mucho más justa, más competitiva y que dé voz a aquellas personas que pueden aprovecharse de esta transformación». Eso sí, considera que el despliegue de las renovables debe ser consensuado y tener en cuenta que «en las zonas rurales vive gente que aprecia su entorno».
Esta década es clave para decidir el futuro del clima y del bienestar humano. El llamado ‘presupuesto de carbono’ se agota y el IPCC estima que las emisiones de gases de efecto invernadero deben alcanzar su pico como máximo en el año 2025 para poder lograr el objetivo del Acuerdo de París de no superar el umbral de incremento de los 1,5 °C. Los especialistas recomiendan una serie de medidas a implementar a corto plazo para conseguirlo. Conservar de manera eficaz y entre el 30 % y el 50 % de las zonas terrestres, de agua dulce y oceánicas es vital (el océano ha absorbido hasta ahora el 90 % del calentamiento global). También urge desplegar las energías renovables; fomentar el transporte público, la movilidad activa y descarbonizar el transporte y la industria; mejorar la eficiencia energética en los hogares; modificar el sistema de producción de alimentos o disminuir el consumo de carne roja. «Estamos hablando de una transformación completa del sistema socioeconómico tal y como lo conocemos».
El Mediterráneo, punto caliente de la crisis climática
En los próximos años se batirán constantemente récords en la temperatura registrada en distintas latitudes del planeta. La mitad de la población, entre 3.300 y 3.600 millones de personas, vive en contextos muy vulnerables al cambio climático. El Mediterráneo es la segunda zona del mundo más afectada por esta crisis, tan solo superada por el Ártico. La sequía y la subida del nivel del mar son las principales amenazas a las que se enfrenta su cuenca. «El factor crítico es la disponibilidad de agua», destaca Doblas, quien advierte que los embalses estarán más vacíos en los próximos años. «No solo tendremos menos agua porque llueva más o menos, que la tendencia es a que llueva menos, sino que esta se va a evaporar y habrá menos agua en la superficie». Pero quienes sufren las peores consecuencias del cambio climático son las poblaciones del Sur Global, quienes menos han contribuido a esta situación y que disponen de menos recursos para adaptarse a ella.
El grado de calentamiento que se alcance a final de este siglo «no está decidido». Cada décima de temperatura cuenta. A mayor incremento de temperatura crecen de manera exponencial sus consecuencias y más expuesto está el planeta a impactos adversos irreversibles. Los científicos han hecho su diagnóstico y han apuntado el tratamiento para detener lo que el secretario general de la ONU, António Guterres, califica de «bomba climática». No habrá más informes del IPCC hasta finales de 2030, año en el que las emisiones deberán haberse reducido casi a la mitad. «Limitar los impactos del calentamiento está en nuestra mano como sociedad global, depende de nuestras decisiones», concluye Doblas. Está por ver si la multilateralidad conseguirá acelerar la acción climática para tener un planeta más habitable y un futuro más justo.
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