Del 20 al 22 de noviembre tendrá lugar en Zaragoza el V Congreso Iberoamericano de Cultura bajo el lema “Cultura digital, cultura en red”. El CCCB participará presentando un proyecto del que formamos parte desde hace cuatro años : la Anilla Cultural Latinoamérica-Europa, una red de cocreación, colaboración y participación que enlaza América Latina y Europa en el campo de la acción cultural contemporánea a partir del uso intensivo de las Tecnologías de la Información y Comunicación e Internet de segunda generación. Este post sintetiza una trayectoria común de todos los centros implicados y los retos a los que se enfrenta su continuidad, que serán uno de los ejes de la presentación en Zaragoza.
La Anilla Cultural Latinoamérica Europa nace en un contexto de profunda transformación local y global. Su creación y desarrollo no hubiesen sido posibles sin las extraordinarias herramientas que nos proporciona la revolución digital, pero sería un error acotar este proyecto en el ámbito de la cibercultura. La velocidad del cambio tecnológico es un factor clave en el modo en que concebimos la cultura del siglo xxi y, sin embargo, cabe evitar una fascinación acrítica por las nuevas tecnologías. Lo que en realidad está en juego es la emergencia de una cultura más democrática, abierta y distribuida. Una cultura más horizontal, donde la creación y gestión de procesos, redes y plataformas interpelan el modus operandi tradicional. Es decir, alteran los modos de difundir el conocimiento, el acceso a la producción y reproducción de contenidos, transformando géneros y formatos, estilos de programación y también las formas de prescripción habituales.
Desde la primera reunión presencial en São Paulo hace ya casi cuatro años, las instituciones integrantes de la Anilla pusieron en común un cuerpo teórico emergente y la necesidad de una praxis que favoreciera los puntos en común, sin olvidar las diferencias propias de cada contexto. Todos, de un modo u otro, coincidíamos en establecer relaciones p2p (entre iguales), en un horizonte de redes distribuidas que permitiese trascender las limitaciones de las redes centralizadas y descentralizadas. También hubo un claro consenso sobre la necesidad de evolucionar hacia una Internet de los Ciudadanos poniendo en una adecuada perspectiva histórica la Internet de los científicos y los expertos y la Internet que están creando las multinacionales de la información. Hubo un intenso debate sobre la función de los artistas en este nuevo escenario y sobre la evolución del «antes llamado público». Y hubo acuerdo en la activación de nexos permanentes entre ciencias y humanidades, pese a todas las resistencias y prejuicios que todavía prevalecen.
Esa puesta en común fue decisiva para comprender el trabajo realizado en estos años. Un trabajo consecuente, con reuniones semanales y proyectos compartidos, no exento de dificultades y contradicciones, pero con un balance promisorio que permite entender con claridad cuáles son los obstáculos y desafíos de la Anilla Cultural en los próximos años.
- La crisis económica sistémica es, sin duda, uno de los factores más influyentes. Las industrias culturales clásicas están en crisis, los presupuestos destinados a cultura y educación continúan reduciéndose y no es nada sencillo contar con los recursos económicos básicos para que pueda prosperar un proyecto de esta naturaleza.
- Se impone, en consecuencia, innovar en las fuentes de financiación y en el conocimiento de los programas de cooperación nacionales e internacionales, así como en las propuestas alternativas de los últimos años, como el crowdfunding.
- Las sesiones de autocrítica realizadas a comienzos de este año permitieron, además, detectar con transparencia aquellos factores que dependen de las metodologías internas de trabajo, del aporte conceptual y formal realizado por cada institución, de las dificultades técnicas y de aquellos obstáculos provocados por las diferencias horarias.
Lo cierto es que, más allá de los impedimentos existentes, la Anilla Cultural Latinoamérica Europa es hoy una red activa de instituciones, grupos y colectivos que han creado algunas experiencias inéditas en la cultura hispanoamericana del último lustro, aunque su verdadero potencial esté todavía por desarrollar. El desafío del presente futuro pasa por la continuidad y evolución de los procesos, redes y plataformas que han hecho posible este proyecto. La incorporación de nuevos miembros, como el nodo Uruguay o el posible ingreso de México, es un aliciente de primer orden para la expansión del programa de trabajo. Los proyectos en curso para 2014 son otro estímulo decisivo. Pero, sobre todo, la conciencia de que estamos contribuyendo con humildad, esfuerzo y perseverancia a una conversación local y global donde se discute y se decide el sentido de la cultura en el siglo xxi. Una cultura donde todos saben algo, pero nadie sabe todo. Una cultura entre iguales, más abierta, democrática, horizontal y distribuida.
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