A través de prácticas tan sencillas como la reutilización de botellas, o de una política de gestión de alimentos más sostenible, nuevas productoras cinematográficas han conseguido avanzar hacia una industria cinematográfica más sostenible y respetuosa con el ecosistema de los lugares donde opera. Estos pequeños gestos suponen el inicio de una transformación ecológica de la industria, que deberá ser encabezada por las grandes superproducciones que más impacto tienen en el entorno.
Jurassic World: el reino caído es la última entrega de la saga que Steven Spielberg lanzó en 1993 y que imagina un mundo en el que los dinosaurios vuelven a la vida y comparten, por primera vez, la Tierra con los humanos. Dirigida por el realizador español Juan Antonio Bayona, autor de superproducciones como Lo Imposible o Un monstruo viene a verme, Jurassic… es un ejemplo paradigmático de green filming o rodajes sostenibles, un nuevo concepto con cada vez más calado en la industria cinematográfica.
Rodada sobre todo en Reino Unido y Hawái, antes de comenzar la filmación se diseñó una estrategia que contemplaba medidas de sostenibilidad ambiental y humana que implicaban a todos los departamentos. Para empezar, optaron por algo aparentemente tan sencillo como eliminar las botellas de plástico de un solo uso, y dieron a todos los miembros del equipo botellas reutilizables que podían rellenar en garrafas de agua repartidas por el set. Se incentivó al equipo de forma divertida para que reciclara, con carteles y señales en forma de dinosaurios. La mayoría de los vehículos usados durante el rodaje eran híbridos y cerca del 75% de la iluminación, LED.
Asimismo, se lanzó un programa de donación de comida en Reino Unido para gestionar las sobras diarias del catering, que en total supusieron 145 kilos de alimentos. Y lo mismo hizo la unidad de producción de Hawái con todo el material de oficina restante, que regaló a colegios locales.
No es un ejemplo aislado de superproducción que implementa medidas de sostenibilidad. La película Spider-Man 2, por ejemplo, está considerada el blockbuster más eco-friendly de la historia de Sony Pictures. Y hay muchas más, desde El primer hombre hasta Mamma Mia, pasando por la última entrega de Cazafantasmas o la popular serie de HBO Juego de Tronos.
La sostenibilidad ambiental, como ha ocurrido en otros sectores, se ha convertido en un tema clave también en este ámbito de la cultura. Y es que no podría ser de otra manera: cada proceso de producción se lleva a cabo en emplazamientos en los que se produce un alto impacto por el uso de transportes, la construcción de decorados, la iluminación, la restauración y el suministro de agua. Por no hablar de cientos de personas durante semanas o incluso meses pisando parajes naturales.
Para hacernos una idea, solo en Londres se calcula que la industria audiovisual genera la misma cantidad de dióxido de carbono que una ciudad con 20.000 habitantes. Además, no es solo que consuma una cantidad ingente de recursos, sino que también derrocha: el 95% del material usado en una producción suele acabar en la basura.
«La industria audiovisual es muy consumista. Necesita una ingente cantidad de recursos, que no son ilimitados, y que usa durante muy poco tiempo. Si hace falta construir un decorado, usas mucha madera y a los pocos días ya no sirve, y muchas veces hay que destruirlo. Compras vestuario que luego tiras. Y así. Es totalmente insostenible», se lamenta Esmeralda Ruiz, responsable de sostenibilidad de Fresco Film, una empresa con sede en Málaga que ofrece servicio a producciones cinematográficas internacionales como Juego de Tronos y a canales en línea como HBO.
El aumento de concienciación en el sector, sumado a las cada vez más habituales leyes e iniciativas de las administraciones para impulsar políticas de sostenibilidad ambiental, está haciendo que se implemente progresivamente el green filming en la producción de películas, videoclips, documentales y series de televisión. El cine se está pasando al verde.
Incluso hay ciudades, como Nueva York, que exigen que las producciones que se filmen en sus calles apliquen medidas de sostenibilidad, y disponen de guías con recursos para todos los departamentos que participan en un rodaje: desde consejos para reciclar hasta opciones de transporte verde, pasando por vestuario reciclado o para alquilar, pintura menos contaminante, etc. Esta metrópoli incluso creó un sello para distinguir a aquellas películas «sostenibles», que se usa para promocionar el film.
Organizaciones como Film London y Greenshot están lanzando medidas para fomentar que los equipos de realización se preocupen por reducir la energía y los recursos empleados durante el rodaje; no solo por responsabilidad con el planeta, sino también porque ser eco-friendly puede ser igualmente rentable.
En este sentido, en 2017 la Unión Europea lanzó el proyecto Green Screen, que tiene una duración de cinco años y un presupuesto de 2,2 millones de euros, y que busca identificar a nivel europeo y aplicar a nivel regional políticas medioambientales que permitan reducir la huella de carbono de la industria audiovisual. Y, también, compartir buenas prácticas.
En España, Promálaga, una empresa municipal de Málaga, es la encargada de adaptar el proyecto europeo al modelo español. «Los rodajes sostenibles están cada vez más al alza y nosotros hemos querido tomar la iniciativa a nivel nacional», asegura Luz Molina, abogada asesora y responsable del departamento jurídico de Promálaga, al frente del proyecto Green Screen en España.
En el marco de esta iniciativa europea, desde Promálaga han creado una calculadora de huella de carbono, pionera a nivel estatal, para medir el CO2 de la industria audiovisual. A diferencia de otras herramientas de este estilo, esta «no está tanto enfocada desde un punto de vista científico de medición exacta de la contaminación, sino que pretende concienciar. Poder medir el impacto directo de tu actividad te ayuda a tomar consciencia y te empuja a actuar», considera Molina, quien apunta que quieren impulsar también la creación de un «sello verde» que distinga aquellas producciones que apliquen medidas de sostenibilidad: desde catering de km 0 hasta transporte compartido y si puede ser, eléctrico, o reducción de plásticos y papel.
Esta filosofía «verde» es muy reciente en España. En algunas comunidades, como Canarias, que es destino de rodaje de grandes superproducciones como Blade Runner, Fast and Furious o Exodus, «se han tenido que poner las pilas para que las producciones no repercutieran sobre su ecosistema natural, que está protegido. Ellos están muy avanzados en temas de conciencia medioambiental y exigen a quienes ruedan allí una serie de medidas», cuenta Molina.
Al final, «todo lo que hay alrededor del rodaje se puede hacer sostenible y ético. No solo se trata de contaminación ambiental, sino de ser socialmente responsables», resalta Ruiz, de Fresco Film. Se trata de pensar, dice, en «cómo lo harías en tu día a día. ¿Comprarías manzanas envasadas en bandejas de porexpan procedentes de la otra punta del mundo u optarías por ir a la frutería del barrio a por producto local a granel? Tiene que ver con la responsabilidad que tenemos con el planeta, el medio ambiente y las personas», remacha.
En este sentido, esta productora española, que ya nació con la sostenibilidad en su ADN, es pionera y una de las principales impulsoras del audiovisual verde. Algunos clientes ya llegan a ellos exigiéndoles criterios de sostenibilidad, a veces porque les reportan, además, recompensas. En Estados Unidos, por ejemplo, una producción puede acceder a ayudas o a promoción mediante sellos verdes en función del grado de medidas sostenibles que aplique.
Es el caso de la segunda temporada de la serie Snatch. «Tienen un departamento de medio ambiente que durante el rodaje nos pedía informes diarios del consumo de agua, de material reciclado desglosado por metros cúbicos de plástico, papel y basura orgánica. Nos encantan los clientes así», asegura Ruiz. También HBO, que está detrás de Juego de Tronos, exige que se apliquen medidas medioambientales. A propósito de esto, Ruiz asegura:
Contamos con un manual de buenas prácticas y recomendaciones sostenibles que enviamos a todo el equipo al inicio del rodaje: desde que el equipo eléctrico use LED y lleve al punto limpio todo el material eléctrico para reciclar, hasta que, en el departamento de maquillaje, se usen productos que vengan en envases reciclables y que no experimenten con animales. Que los materiales de construcción tengan sello ecológico, maderas que se puedan reciclar. Que se alquile ropa en lugar de comprarla, y que si se compra, se devuelva o se done, que no se destruya. En definitiva, se trata de hacer un uso responsable de lo que se compra. Nuestra máxima es no consumir, para no tener que reciclar.
Quizás la iniciativa estrella de Fresco Film es la implementación de botellas de agua reutilizables. «Distribuimos por los sets de rodaje y las zonas de producción garrafas de agua con las que rellenar las botellas. No hay forma de beber agua si no se tiene una botella. Y los equipos se acostumbran.» Solo con la grabación de Terminator, que en parte tuvo lugar en España, se ahorraron 95.000 botellas de plástico así. En la última temporada de Juego de Tronos, en los rodajes en España, 9.950; y en la segunda temporada de la serie Snatch, 45.000.
«Ahora cada vez más pelis se pasan al verde. ¿La razón? Quizás moda, quizás marketing o quizás concienciación. En el fondo da igual si es por lavado de cara o porque quieres cuidar el planeta, porque si lo haces, estás aportando y todo suma», recuerda Molina.
Y es que, como sostuvo durante el Festival Internacional de Cine de Medioambiente de Barcelona Emellie O’Brien, una de las defensoras más reconocidas de la producción sostenible en el mundo del entretenimiento, fundadora de la consultoría Earth Angel, «la industria del entretenimiento es una de las más influyentes en la sociedad. Cuando se empiezan a aplicar medidas de sostenibilidad y responsabilidad medioambiental, esa filosofía impregna al equipo de rodaje, que la va a aplicar en casa y en futuros rodajes. Empiezan a concienciarse y eso tiene un impacto».
O’Brien explicó que, en el caso de Spider-Man 2, de Sony Pictures, aprovecharon que la película contaba con una gran cantidad de fans para, a través de las redes sociales, además de dar noticias sobre cómo iba el rodaje, explicar las medidas verdes que estaban aplicando. «¡Y mucha gente respondía!» Se trata de «hacer películas, sin organizar un desastre [medioambiental]». O renovar la industria del entretenimiento para adecuarla al mundo y a los recursos que tenemos.
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