En los últimos años, en el mundo universitario y en el de la cultura se ha desarrollado un nuevo campo de investigación que se conoce como digital humanities. Los trabajos que realizamos en el Institut de Recherche et d’Innovation (IRI) tienen que ver directa e íntegramente con este campo, si bien su naturaleza y la concepción que los preside van más allá de las digital humanities.
Lo que designa esta expresión en la era de las tecnologías electrónicas equivale en cierto modo a lo que eran antes las «ciencias auxiliares» en el ámbito de las letras y la filología (epigrafía, archivística, biblioteconomía o documentación). Sin embargo, las nuevas disciplinas plantean unos retos más amplios para las ciencias en general, en relación con la epistemología y con las condiciones de la investigación científica, la creación artística, la invención o la innovación sociales.
En primer lugar, las digital humanities facilitan el uso de nuevas formas de trabajo que tienen que ver con cierto tipo de «investigación colaborativa» en la que pueden participar personas que no son investigadores en sentido estricto. Este hecho vuelve a suscitar las mismas cuestiones que ya planteó Kurt Lewin en relación con la «investigación-acción».
Por otra parte, no se trata tan solo de la alteración que ha introducido el uso de técnicas digitales en los métodos e instrumentos de trabajo: lo que está en juego es algo que estaríamos tentados de calificar como «fractura antropológica» inducida por la digitalización, con la condición de admitir, en todo caso, que el proceso de hominización ha estado marcado permanentemente por la posibilidad de fracturas de distinta naturaleza, ya que la capacidad de romper con lo anterior es propia de esa forma de vida que conocemos como «ser humano» y que también conocemos como «libertad».
Podemos hablar de fractura antropológica en la medida en que la digitalización ha alterado en profundidad lo que Simondon denominó individuación psíquica y colectiva y Leroi-Gourhan analizó como un proceso de exteriorización. Por eso tenemos que ver las digital humanities como una rama de lo que nos hemos propuesto denominar digital studies: en efecto, las digital humanities no pueden practicarse ni teorizarse sin haber conceptualizado previamente la organología que surge con la digitalización y que afecta a todas las formas del saber: saber técnico, saber vital, saberes teóricos.
Entre los saberes académicos, y en particular entre los saberes teóricos, la organología digital ha afectado profundamente tanto a las ciencias humanas como a la física contemporánea, y más en general, a las ciencias experimentales. Por ejemplo, la nanofísica, en tanto que mecánica cuántica aplicada, solo puede constituirse a través de un organon digital como es el microscopio de efecto túnel. Lo mismo podemos decir de la genómica y las biotecnologías, que presuponen órganos de tratamiento digital de la información a que se reducen los nucleótidos que conforman la vida.
Podríamos establecer consideraciones similares en todos los campos. Lo que hoy, en Barcelona, nos proponemos estudiar con el nombre de digital studies intenta describir todo esto y contempla las digital humanities desde un punto de vista más amplio. En lo que respecta a las digital humanities stricto sensu, hemos empezado a investigarlas sistemáticamente, junto con el CCCB, tanto en el plano de las tecnologías culturales como en el de las tecnologías cognitivas.
En cualquier caso, hemos hecho extensivo el tema de las digital humanities a los digital studies, por ejemplo en los trabajos sobre la filosofía de la Red realizados conjuntamente con Alexandre Monin y el World Wide Web Consortium, así como en la colaboración desarrollada con France Télévision, Microsoft y otras entidades sobre las nuevas herramientas para la investigación y la enseñanza superior surgidas con la organología digital y sobre las consecuencias que podría y debería tener esta novedad en la enseñanza secundaria y la primaria. Además, no hacemos distinción entre cuestiones culturales y cuestiones educativas, y consideramos que hay que volver a reflexionar en profundidad sobre las relaciones entre política cultural, política educativa, política industrial y política de los medios de comunicación.
Por todo ello, a lo largo de esta jornada examinaremos a la vez los elementos teóricos, los elementos tecnológicos y los campos de aplicación de estas consideraciones, tal como los está llevando a la práctica desde hace casi seis años el IRI, junto con el CCCB, Microsoft y las demás entidades colaboradoras.
Traducción del francés: Zoraida de Torres Burgos.
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