Narratopías de futuro: El agotamiento de lo posible

Los relatos especulativos están de moda, pero cuando evitan el compromiso pierden la potencia que les confiere lo ficcional.

Escasez de alimentos en una tienda de comestibles. Oak Ridge, 1945

Escasez de alimentos en una tienda de comestibles. Oak Ridge, 1945 | Department of Energy. Oak Ridge Office | U.S. Government Works

Durante los últimos años el fenómeno de las narrativas condicionales, tanto utópicas como distópicas, se ha establecido como marco de posibilidad desde el cual abordar problemáticas relativas al desarrollo tecnológico, a los usos políticos de este y a las consecuencias directas sobre la mal llamada naturaleza. Desde la filosofía, la teoría de las artes, la investigación y específicamente desde las prácticas artísticas, ha acontecido una eclosión especulativa, centrada mayoritariamente en proyectos que fabulan con futuros posibles. El uso del componente ficcional como herramienta crítica para re-articular la actualidad ha estado presente a lo largo de la historia, a través de distintos formatos, desde Nueva Atlántida de Bacon hasta Donna Haraway, desde la vida simulada hasta el imaginable epochs to come. La especulación se ha presentado como potencia para cambiar el presente imaginando otros futuros, pero ¿está la idea de futuro despotencializando la fuerza especulativa?

A modium of pathos

Literal: Una medición de patetismo.

Juego: A modium hace referencia a la medida, y en este caso concreto a measurements presentes en las propuestas teóricas de Karen Barad, que a la vez tienen que ver con un concepto de temporalidad y agencia que toman como referencia las teorías cuánticas. Pathos, aquí, hace referencia a uno de los tres modos de persuasión de la retórica.

Los grandes festivales e instituciones se han apuntado al futuring que muchos proyectos autónomos venían abordando en los últimos años. El futuro como posible respuesta a presentes inciertos se ha acomodado entre las programaciones de los principales eventos de la industria cultural.

La última edición de Ars Electronica Festival, centrada en inteligencia artificial, ha sido un claro ejemplo de esta pre-ocupación de las grandes narrativas por el storytelling contemporáneo: si el futuro es ahora, ¿qué hacemos al respecto?

Los artistas invitados de esta edición han sido el colectivo Time’s Up, quienes se definen como laboratorio para la construcción de situaciones experimentales. En esta ocasión el colectivo ha presentado Turnton Docklands, una site especific que definen como physical narrative, en la que se invita al público a recorrer la re-creación de una ciudad costera en 2047.

Turnton nos lleva a un futuro inmediato poblado por un colapso ecológico, consecuencia de un cambio climático tan advertido como ignorado. El proyecto consiste en un recorrido teatral de re-creación semi-apocalíptica que nos interpela a una oposición «positiva» para socavar la situación ecológica, la posibilidad de un actuar ahora para cambiar el futuro.

Ars Electronica Center | CC BY NC-ND

Ars Electronica Center | CC BY NC-ND

Tópos Koinós

Tópos Koinós, en referencia a lo anterior, y al concepto de extensión hace referencia a lugar común.

En esta edición, tras la efectiva crítica de Heather Dewey-Hagborg al festival, conocida viralmente como #KissmyArs, Ars Electronica ha incorporado un mayor número de proyectos que problematizan no solo con la temporalidad futura, sino también con cuestiones relativas al género, las tecnologías, las identidades impuestas y el acceso a los recursos. Proyectos como la exposición Feminist Climate Change o el proyecto ganador del Golden Nica en la categoría de Hybrid Arts otorgado a Maja Smrekar por K-9_topology, quien nos invita a pensar más allá de los límites del humanismo a través de becoming (m)Other, ponen en jaque el futurismo reproductivo, reivindicando otros modos de estar_con. Es, precisamente, la crítica voraz a la obsolescencia de la concepción humanista de sujeto, a las consecuencias de esta y a la concepción de normalidad, la que encontramos en proyectos como Open Source Estrogen (presentado en el festival junto a Byron Rich), de Mary Maggic, artista residente en Prototype_ome, Hangar.

Open Source Estrogene es un proyecto colaborativo que combina el biohacking con el diseño especulativo desde una perspectiva de subversión y bio-desobediencia civil. El proyecto empieza con una pregunta condicional: ¿Y si fuera posible generar estrógenos en la cocina? A partir de un enunciado de posibilidad, Open Source Estrogene abre el debate sobre el control y producción de hormonas, sobre sus consecuencias, sobre la silenciada contaminación por xeno-estrógenos, generada por la industria petroquímica, agraria y farmacéutica y los efectos de estos en tanto que disruptores hormonales. Un debate sobre la soberanía del cuerpo, extendido más allá de una concepción antropocéntrica. Si tod_s, humanos y no-humanos, estamos afectados por fuerzas hegemónicas, compartamos pues las herramientas, los conocimientos y hackeemos los sistemas de colonización hormonal para generar una mutagénesis social.

Open Source Estrogen (SPARKS)

Ambos proyectos inciden en hipótesis de investigación para re-articular los posibles que vendrán. Pero la diferencia fundamental entre ambos es que Open Source Estrogene pone lo negativo al servicio de los poderes de afirmación, mientras que Turnton, más allá de la intencionalidad, señala lo potencialmente negativo como mera descripción, es decir, pone lo negativo al servicio de los poderes prescriptivos-propositivos, confirmando esto último a través de la figura del visitante de un futuro que está por venir.

Los debates sobre futuros posibles en relación a las consecuencias del llamado Antropoceno siguen enfocándose, en la mayoría de los casos, desde la concepción de un sistema-de-necesidades, pero no en relación a las responsabilidades y relaciones que tenemos para con los no-humanos. Entre otras cuestiones, debido a esto, algunos debates son exaltaciones de un antropocentrismo trasnochado que se ha teñido el pelo de verde flúor y que sueña con otros futuros posibles. Pero es, precisamente, esta idea de futuro la que se está convirtiendo en adalid de retóricas condicionales que generan una falsación de compromiso; por lo tanto, quizás sea el momento de abandonar la narratopía de futuro, esa futuridad que siempre marca una distancia, un hueco, por pequeño que sea, por el que se cuelan excusas ético-onto-espistemo-políticas, probablemente consecuencia de un temor social al explotado No Future.

La pregunta sobre la que planea este artículo es si, ante una preocupación social, esta incorporación espectacularizada por parte de narrativas institucionales de lo ficcional y especulativo se está convirtiendo en una articulación de un sistema de producción de significados que neutraliza la potencia de lo ficcional y especulativo. Pareciera, pues, que en estos contextos el futuro se hace sistema, a través de promesas y fuerzas hipotéticas.

La promesa de un futuro (posible) articula nuevos ídolos o, como remarcaba Santiago López Petit (1994), articula «un reciclado continuo de sentido». La sobre-explotación de lo especulativo y de la idea de futuro está levantando nuevos ídolos en una falsación colectiva de alejarnos temporalmente de ese peligro inminente que pretendemos combatir pero con el que nos relacionamos desde la tentativa y contra el que nunca nos comprometemos. Por este motivo, muchos de los discursos especulativos sirven a la causa de dotar de sentido a la realidad, ya que son proyectos que no terminan nunca de transmutarse en movimiento afirmativo y, por lo tanto, perpetúan los antiguos valores de promesas de futuro, esas que supuestamente combaten. Como consecuencia, el futuro en las prácticas especulativas se está convirtiendo en ese instante eterno que no llega y que a-través-de la promesa agota los posibles.

¿No será entonces que entre la ausencia de futuro y el agotamiento de lo posible necesitamos operar una distorsión temporal colectiva? Proyectos como Open Source Estrogene abren ese espacio político para ir más allá del agotamiento de lo posible y, quizás, en esas grietas podamos abordar distorsiones de temporalidad y olvidarnos del futuro como la promesa que nos regala un vacío aletargado y onírico de no acción. O re-apropiándonos de Haraway podríamos plantear: Make kin(d), not future(s).

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