La contemplación de la bóveda celeste, el primer libro que leemos, la risa profunda o la perfección de las matemáticas. Compartimos un mismo planeta en un universo en expansión y nos maravillamos ante su complejidad, belleza y misterio. El asombro forma parte de nuestra naturaleza esencial. Es una de las llaves de la creatividad y la esperanza.
«La filosofía comienza con el asombro. Y, al final, cuando el pensamiento filosófico ha hecho todo lo posible, el asombro permanece.»
Alfred North Whitehead
«La palabra asombro proviene del latín admiratio, que significa ‘admiración’ o ‘maravilla’. La palabra admiratio está compuesta por dos partes: ad-, que significa ‘hacia’ o ‘en dirección a’, y miratio, que significa ‘mirar’ u ‘observar’. Juntas, estas dos partes forman una palabra que se refiere a la acción de mirar con admiración o maravilla».
El ChatGPT nos revela en un instante una posible etimología de la palabra asombro. ¿Cómo no asombrarnos? Y, sin embargo, la pérdida progresiva de esa primigenia facultad humana puede ser la piedra de toque de otras pérdidas más graves; todo lo que vamos olvidando por la fascinación que nos produce el largo brazo de la tecnología. Omnipresente en nuestras vidas, la criticamos con fervor, pero al mismo tiempo cada una de nuestras acciones cotidianas está condicionada por las maravillas de la ciencia aplicada que gobiernos y grandes corporaciones se disputan para dominar el mundo.
Algo profundo se pierde en esa huida hacia adelante donde confiamos en que aquellas herramientas que nos han permitido doblegar a la naturaleza logren también salvarnos de una plausible extinción. Debería asombrarnos nuestra soberbia antropocéntrica inducida por esa inefable tendencia a explicar la «realidad» desde un intelecto mutilado. Quizá hemos dejado de asombrarnos por lo esencial: el sentimiento de maravilla y admiración sumergido en lo más profundo de nuestro ser frente al portento de todo lo existente, la estupefacta inocencia de abrazar la vida y el mundo, su intenso misterio y su inmaculada diversidad.
El descubrimiento del cielo
«El asombro es una actitud de humildad frente a la grandeza de lo que nos rodea.»
William James
Puede haber sucedido en la infancia, cuando la contaminación lumínica de pueblos y ciudades no era todavía un velo que no cesa de crecer. O puede que el descubrimiento sea más tardío. Resulta difícil imaginar qué criatura viviente fue la primera en asombrarse frente a la magnificencia del cielo nocturno. He allí un asombro primigenio que comparte toda la humanidad al contemplar la bóveda celeste y que con el paso de los siglos se ha convertido en sucesivos asombros siempre abismales debido al tamaño y las magnitudes del universo conocido y por conocer.
Lo invisible es hermoso
«El mundo está lleno de cosas mágicas esperando pacientemente a que nuestros sentidos se agudicen.»
W.B. Yeats
En una partícula de hielo, un hexágono que prefigura una biblioteca infinita; en las alas de un insecto, el sueño tornasolado que perdura a través de los años hasta convertirse en un patrón que el arte dibuja y la ciencia explica; en una secreta semilla solitaria, un árbol que buscará el cielo. Dentro de lo más pequeño, cada vez más pequeño, hasta el tesoro de los mundos invisibles, que solo hemos comenzado a atisbar, pese al descubrimiento portentoso de ese espectro que es eléctrico y magnético, nos atrae y nos conmociona para enseñarnos todo lo que no hemos visto a nuestros pies, mientras la «realidad» se escurre entre comillas.
El primer libro
«Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.»
Proverbio hindú
Lo observamos detenidamente sin abrirlo. Era el primero de muchos. Lo acariciamos con una suave incandescencia pronto olvidada. Pero el hechizo sería perdurable. Todavía no nos atrevíamos a abrirlo o nos demorábamos por un extraño placer que prefigura el más secreto de los erotismos. Estaba en nuestras manos, la cubierta era enigmática, ignorábamos que ese instante sería el comienzo de una exploración que no cesará jamás. No sucedió con el papiro, ni con el códice, ni tampoco en la Galaxia Gutenberg, ni con los sucesivos soportes electrónicos que no acaban de asombrarnos. Es el único libro que importa, y contiene todos los demás. Es tu propio libro, el de todos.
Conciencia de la(s) conciencia(s)
«El mayor descubrimiento de mi generación es que un ser humano puede cambiar su vida al cambiar su actitud mental.»
William James
Los asombros son tan numerosos como las inteligencias humanas y no humanas que pueblan este planeta. Pero existe un asombro singular, fuente quizá de todo asombro que nos conduce a un momento en el que fuimos conscientes por primera vez de nuestro potencial como seres asombrados. Es el descubrimiento de la conciencia, glosada como sujeto que piensa, siente, experimenta, por sí mismo, atisbando todo lo que podría ser y hacer, en este mundo que nunca es lo que parece. La duda metódica nos protege de nuestras falsas creencias, pero pensarnos separados del mundo mineral, vegetal y animal es un cisma obstinado.
La fascinación matemática
«Las matemáticas son un campo donde el descubrimiento, la invención y la creatividad son posibles.»
Freeman Dyson
¿Cómo es posible un conocimiento tan preciso donde números y signos son siempre inefables? ¿Cuándo intuiste que había un orden profundo dentro del cual resonaban la música de las esferas y las esferas de una música que suma, resta, multiplica, divide, permite pesos y medidas, ecuaciones de todos los grados, fórmulas coronadas por una excelsa simplicidad? ¿Qué inteligencia enigmática pudo imaginar el vasto imperio de las matemáticas en toda su complejidad y esplendor? ¿Acaso forman también parte de las sombras? ¿O es su orden infinito el faro imprescindible para iluminar las dudas más persistentes?
La risa profunda
«La risa es la música del alma.»
Lailah Gifty Akita
Está oculta bajo múltiples capas, desde la sonrisa obligada de las convenciones sociales hasta la risa breve de los chistes malos. Cada persona intuye que hay algo más en el secreto siempre asombroso de la alegría y sus curiosas manifestaciones. No es una tarea sencilla encontrar el origen de esa risa que resuena inaugurando una melodía que nos afina, aun cuando desafinamos. El miedo al ridículo es uno de los grandes enemigos de la risa profunda. Reír hasta las lágrimas nos recuerda que alguna vez hemos escuchado la gran carcajada que cada persona asume como puede. Saber reír es un juego serio y asombroso.
Ars longa, vita brevis
«El arte es una forma de explorar el asombro y la maravilla de la vida, y de compartir esa exploración con otros.»
David Hockney
La materia es indecisa. Siempre espera que su potencia se convierta en acto. Espera dentro de los materiales más inverosímiles. Anhela ceder, ama las metamorfosis, desea aquello que tu alma necesita. En una lejana caverna, en arcilla o en mármol, en páginas en blanco, en pentagramas intactos, en escenarios vacíos, en pantallas mudas, en una bota herrumbrosa que la marea arrastra. Cada criatura posee el secreto del arte que, como la vida, puede ser breve o perdurable. La materia es misteriosa, como la inspiración, las epifanías, los eureka o la perseverancia de la belleza a través del tiempo.
La sombra del asombro
«La depresión puede ser una invitación a explorar nuestro mundo interior y encontrar asombro en la complejidad y la belleza de nuestra psique.»
Carl G. Jung
Noche oscura del alma, nube negra, caída profunda, malestar intenso, miedo, pesadillas, secretos inconfesables, desilusiones, ansiedad, desesperación. Innumerables terapias de todas las épocas y escuelas acuden para indicarnos la salida, la ardua tarea de atravesar el camino de las sombras y renacer como seres asombrados, otra vez. Mientras tanto consumimos distopías, futuros sin horizonte, profecías autocumplidas, la gran sombra de una especie que se pensaba como medida de todas las cosas. Intuimos una vez más que la verdadera vida está ausente y, al mismo tiempo, sabemos que todo podría ser de otra manera. Lo imposible solo tarda un poco más de tiempo, aunque todo se acelere, y el Gran Reloj no se detenga.
Una íntima sinfonía
«El sentimiento oceánico es una conexión profunda con la vida, una sensación de asombro y humildad ante la grandeza del universo.»
Romain Rolland
Nacemos bajo ciertos arquetipos, nacemos condicionados, nacemos como tabula rasa, nacemos una vez o muchas. Nos dicen que en los primeros años permanecemos en un limbo maternal que nos conduce lentamente al descubrimiento del mundo. Entonces nos diferenciamos, comenzamos a construir un ego que nos permite asumir la compleja y fascinante tarea de existir. Todas las emociones van siendo almacenadas. Sufrimos la adolescencia, amamos la juventud, nos volvemos o no adultos responsables, pero en algún momento llega el «soplo»… Siempre había algo más, lo que no tiene edad, las cumbres que conocimos y olvidamos. Pero el misterio sigue intacto: una íntima sinfonía vinculada a la escucha profunda, al mirar por primera vez, al sentir el más extraño y familiar de los latidos. ¿Es el Amor? ¿Es un nuevo despertar? ¿Es el autoengaño o es aquello que nos salva?
montse | 12 mayo 2023
quina meravella d’escrit. moltes gràcies per emocionar-nos
Sergi | 25 mayo 2023
Cazando intangibles con acertadas palabras. Me ha gustado el enfoque positivo y vital de una realidad que da miedo. Debemos suavizar nuestra piel para que se emocione con una suave brisa.
¡Quiero pensar así ! Gracias
Gouliél Ramiz | 29 mayo 2023
El «asombro,»- reflexivo, lo es tanto, y aquello que inspira – espontáneo y honda sensación.. más allá de citas, pervive verdadera en quien aún reconoce capacidad de admiración; el asombro, suspiro que acampa en el cuerpo. Gracias por ocupare de esto,,
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