Pantalla Global. Virtudes y contradicciones de una exposición abierta

A pesar de la rápida efervescencia de los proyectos abiertos y participativos en el sí de las instituciones culturales, todavía es una tendencia muy reciente, un fenómeno que podríamos considerar en versión Beta. Aunque creemos que Pantalla Global es una exposición pionera en muchos aspectos, también somos conscientes de sus flaquezas, fruto precisamente de esta novedad y de la falta de precedentes. Por este motivo, no nos planteamos Pantalla Global como un hito en la evolución de las exposiciones, sino como el primer paso de un camino a recorrer en los próximos años.

Abrir una exposición

La gran aportación de Pantalla Global es el planteamiento de un nuevo modelo expositivo en el que el comisario no solamente elabora un discurso prescriptivo, sino que dentro de éste incluye espacios en blanco para que el público pueda llenarlos con su contenido. En consecuencia, la exposición deja de ser una creación cerrada y perfectamente controlada por los comisarios, que al mismo tiempo aceptan la introducción de la visión del público en la muestra, una visión que complementa e incluso puede llegar a contradecir la suya.

Conscientes de que una exposición abierta va mucho más allá de permitir la interacción del público, también hemos querido hacer más transparente el proceso de creación. De este modo, la plataforma virtual nos ha servido para empezar a dar visibilidad al trabajo de incubación y, al mismo tiempo, nos permitirá, una vez finalizada la exposición, crear un archivo virtual con todos los contenidos de la misma, que permita continuar con la reflexión. Este work in progress, sin embargo, no lo hemos entendido solamente como un diario de a bordo, sino como un lugar en el que plasmar las reflexiones suscitadas a partir del trabajo hecho.

La gestión de la participación

Aunque la interacción con el público no es algo nuevo en las exposiciones, Pantalla Global la permite de un modo como nunca antes se había hecho en el CCCB, incluyendo la participación como parte intrínseca del proyecto desde su misma incubación. Así, las aportaciones del público no se consideran un añadido o una actividad paralela, sino que se integran con la exposición y se convierten en una característica principal, sin la cual la muestra perdería buena parte de su sentido y su esencia.

Una de las ideas básicas de la exposición es abrir los centros culturales a todos, y permitir al gran público exponer en un espacio antes reservado a los artistas. Pero esto nuevo paradigma también implica nuevos retos. En la sesión I+C+i: 2.0: de la interacción a la cocreación nos planteábamos qué niveles se pueden conseguir en la participación del público y qué posibles problemas se descubren en esta interacción. Pantalla Global está articulada en dos grandes líneas: campo y contracampo. Mientras el campo reproduce el discurso de los comisarios, el contracampo es una ventana abierta que aglutina las obras enviadas por los usuarios. En este caso, la participación del público está perfectamente ceñida a esta parte de la exposición.

Pero si bien delimitar la participación nos podría parecer que otorga un mayor control sobre ésta, también nos plantea un nuevo reto: cómo regular la contribución del público. Podemos aceptar con facilidad establecer unos requisitos técnicos por cuestiones relacionadas con el montaje de la muestra, como un formato de vídeo determinado o una duración. ¿Pero hay que que establecer también un filtro basándonos en criterios de calidad? Precisamente una de las ideas latentes en una exposición abierta es el cuestionamiento permanente de qué es el arte y quién puede decidir qué es. Por este motivo, parecía contradictorio esta selección en función de motivos estéticos. Por otro lado, las obras deben adaptarse a las siete pantallas planteadas por los comisarios, pero al tratarse de temas muy generales, a veces es difícil determinar si se adecúan o no. En este caso, hemos optado por un filtro blando, aceptando todos los trabajos que tuvieran o no un mínimo vínculo con la pantalla escogida por el autor. Esto ha permitido una mayor libertad a los creadores a la hora de plantear sus visiones, y seguramente también ha modificado la idea original de lo que debía mostrar el contracampo.

Esta regulación pone de manifiesto la aparición de un nuevo factor en el proceso de creación de una exposición: el diseño de participación. Y es que, para obtener una respuesta del público, es necesario un trabajo previo de difusión del proyecto. El aspecto más interesante de este proceso es la posibilidad de crear sinergia con diferentes colectivos. De este modo, no solamente conseguimos nutrir el contracampo de obras, sino que establecemos nuevas redes de trabajo y conocimiento.

Economia de la contribución

Pero, a pesar de la ayuda de estos grupos y redes a la hora de buscar nuevos creadores que participaran en el contracampo, hay una cuestión clave para que el público se decida a presentar su obra: las contrapartidas que se le ofrecen. En el caso de Pantalla Global, la recompensa que se presenta es poder exponer en el CCCB. Precisamente, el hecho de que los artistas del contracampo no reciban ninguna remuneración económica, mientras los del campo o el resto de gente que trabaja en el proyecto sí la reciben, ha sido uno de los puntos que ha suscitado más críticas a Pantalla Global. ¿Pero cómo se hace una economía distribuida justa? Este debate, iniciado ya en el I+C+i: Economía distribuida, continúa abierto, todavía sin ofrecer soluciones importantes cuando se trata de exposiciones.

Una posibilidad de hacer más atractiva la participación son los premios. El equipo de Pantalla Global se ha planteado en más de una ocasión algún concurso para recompensar a los creadores. El dilema surge a la hora de encontrar la fórmula más adecuada para hacerlo. Por un lado, vemos que, si queremos tratar el contracampo como un espacio participativo alejado de la supervisión de los comisarios, pierde sentido que el premio esté designado por un jurado de expertos. Por el otro, la opción de un premio otorgado por el propio público plantea varios problemas. El más significativo es tal vez deudor del hecho de que no exista una fecha de cierre para la recepción de obras. Esto hace imposible señalar una fecha de inicio y fin de las votaciones y, en consecuencia, no todos los vídeos tendrían el mismo tiempo para recibir votos.

A parte del desafío de encontrar una economía de la distribución que sea justa y al mismo tiempo se adecúe al proyecto, uno de los mayores retos de una exposición abierta es la gestión de los derecos de autor. Para el CCCB es necesario que los creadores del contracampo cedan los derechos de reproducción de su obra al centro, para que éste la pueda exponer sin problemas. Pero esta cesión, como bien apunta Eduardo Pérez en su blog, no es recíproca, ya que el centro no libera los materiales de la exposición. El problema, justamente, es que los derechos de estos materiales no pertenecen al CCCB, sino que éste tiene solamente el derecho de reproducción. Al tratarse de obras audiovisuales, un terreno en el que estamos totalmente expuestos al remix y a la utilización de fragmentos de vídeo y audio de terceros, la complejidad de la gestión de los derechos de autor se acentúa.

Un nuevo modelo

Creemos que Pantalla Global, más allá de sus posibles aciertos y contradicciones, contribuye a un debate imprescindible sobre el presente-futuro del género exposición en su doble vertiente: física y virtual. Las nuevas herramientas digitales influyen en la puesta en escena física y la materialidad intrínseca de la versión presencial también impregna los mundos virtuales. Concebir un proyecto expositivo desde este doble vinculo ha permitido valorizar el proceso de incubación de la muestra, dotar de autonomía formal a la versión digital y prolongar el proyecto más allá de su manifestación física.  También es un paso sugerente en el cambio que está sufriendo la función del “comisario” o “curador”, en la complejidad que plantean los procesos de co-creación con usuarios y en las redes y comunidades que deben vertebrarse en los proyectos culturales donde la creatividad y la inteligencia colectiva tienen un rol destacado. Así y todo, consideramos prematuro extraer conclusiones definitivas sobre una plataforma que permanece activa en sus tres fases (incubación, exposición y post-exposición)y que ha sido concebida como un banco de pruebas en un horizonte de trabajo donde la velocidad del cambio es quizá la única constante. La velocidad del cambio y una inalterable pasión por el aprendizaje.

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