Voting: un experimento de participación

Si las palabras, las viejas palabras de toda la vida, cotizaran a la bolsa, habría una que en los últimos meses habría logrado sus máximos históricos. No es Web 2.0 , porque ni es una sola palabra ni es de las de toda la vida, aunque por su sobreutilitzación muy bien merece estar en ranking. La palabra que buscamos es «participación«. Si cada vez que alguien la utiliza o dice cosas cómo «herramientas participativas» o «uso participativo» se diera un céntimo a una ONG, en pocas semanas tendríamos una nueva potencia en el tercer sector. Aunque también es verdad que muchos de los inversores de este hipotético índice bursátil de las palabras hubieran vendido sus participaciones de «participación» justo al día siguiente de la consulta de la Diagonal. Es el que tiene la bolsa.

La que traemos aquí es la historia de una actividad más experimental que innovadora. Y, como no, participativa. Doblemente participativa: presencialmente y online. Se trata de las sesiones de voting de políticas urbanas que se hicieron durante el Congreso Internacional Cerdà Postmetròpolis, que acogió el CCCB entre el 8 y el 11 de junio. Estas sesiones pretendían que los participantes se pusieran en la piel de los planificadores urbanos. Enfrentados a casuísticas concretas, debían tomar una decisión entre las diversas opciones disponibles, que posteriormente eran comentadas por los expertos invitados a la mesa. La novedad en este caso es que, del mismo modo que se hizo con todas las mesas redondas del Congreso, las sesiones de voting también se pudieron seguir en directo por internet. Así, si los asistentes al hall del CCCB pudieron seguir el debate in situ y pudieron votar mediante unos mandos a distancia que se les facilitaron.  Aquellos que lo seguían desde casa también tenían la opción de votar a través del chat que acompañaba al streaming.

El experimento resultó satisfactorio y, sobre todo, divertido. Mientras sus votos se añadían al cómputo general y escuchaban el debate que tenía lugar a la sala, los internautas desarrollaron un debate paralelo vía chat e incluso se atrevieron a dirigir preguntas a la mesa. Se está abriendo una vía muy interesante para las instituciones culturales. Las sctividades que se realizan, de manera simultánea, se hacen a varios niveles. Los debates paralelos  pueden acabar sobreviviendo y sustituyendo al debate principal. ¿Encontraremos maneras de sacar partido de tantas posibilidades? ¿Seremos capaces de generar programaciones realmente participativas?

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