Revolución urbana 4.0

Hablamos sobre propuestas concretas para potenciar la figura de smartcitizens (ciudadanía inteligente) frente al concepto de smart city (ciudad inteligente).

Fotografía aérea de St. Louis, Missouri, U.S.A. 3 de marzo de 1968.

Fotografía aérea de St. Louis, Missouri, U.S.A. 3 de marzo de 1968. Font: Wikipedia.

En nuestro anterior artículo para el blog del CCCB Lab, establecimos la necesidad de potenciar la figura de smartcitizens (ciudadanía inteligente) frente al concepto de smart city (ciudad inteligente): ante la lógica centralizadora, privativa y jerárquica de esta última, reivindicábamos las características propias de la primera (la innovación, la inteligencia ciudadana, la horizontalidad, la colaboración, el P2P y el copyleft) como valores sobre los que deben sustentarse las transformaciones urbanas, territoriales y sociales contemporáneas. Tras aquella primera incursión teórica, nos ha parecido pertinente enfocar esta nueva entrega desde una perspectiva más práctica, en la que trataremos de ahondar en la búsqueda de ejemplos y propuestas concretas.

¿Cómo podemos desarrollar propuestas y procesos urbanos que respondan a las actuales necesidades ciudadanas? Hoy más que nunca tenemos que subvertir muchos preceptos y lógicas que han regido el devenir de las ciudades y el urbanismo en los últimos años. Necesitamos plantear nuevos imaginarios en torno a la construcción colectiva de la ciudad desde una perspectiva creativa. Y aquí los valores que representan a la figura de smartcitizens y la cultura digital van a desempeñar un papel crucial. Pero no a cualquier precio, ni de cualquier manera. Como siempre, es importante atender a los para qué y a los cómo, realizando una buena aproximación crítica a las nuevas fórmulas de gestión e intervención en las ciudades, vinculándolas a la inteligencia ciudadana, la innovación, la participación social y la cultura libre: tenemos que construir unas bases sólidas que instalen este incipiente «neourbanismo» en el terreno de la equidad, la cooperación y la cohesión territorial, así como en el del compromiso social y ambiental.

En los últimos tiempos hemos sido testigos de la construcción del mito de las smart cities (ciudades inteligentes) como estandarte de la innovación urbana y las tecnologías digitales aplicadas a la ciudad. Sin embargo, este posicionamiento no se ha producido tanto por una capacidad transformadora que atienda a los valores que hemos enumerado más arriba, como por los intereses y las campañas de mercadotecnia desplegadas por las grandes multinacionales. Paralelamente o, más bien, como reacción a este auge de las ciudades smart, ha surgido la figura de smartcitizens (ciudadanía inteligente), que proclama el uso de la inteligencia ciudadana para resolver problemáticas urbanas. Y es precisamente esta óptica la que está posibilitando el desarrollo de estrategias colectivas que potencien el bien común y, por lo tanto, una innovación urbana al servicio de los intereses de la ciudadanía.

Tal y como vimos reflejado en la exposición Smartcitizens, la aplicación de la inteligencia ciudadana a la intervención y gestión de la ciudad cuenta con una multiplicidad de derivaciones y naturalezas de lo más prolijas. Sin embargo, en este texto nos centraremos en aquellas que consideramos que responden a un enfoque innovador de la transformación de las ciudades y que, por lo tanto, se circunscriben al ámbito de la citada innovación urbana.

El urbanismo en la era digital

Hoy en día contamos con numerosos medios que nos permiten compartir información valiosa entre los distintos agentes y sectores de nuestra sociedad y, con ello, convertirnos en ciudadanos inteligentes, activos y partícipes. Sin embargo, el esfuerzo que requiere la traslación de esta oportunidad a un cambio de paradigma en el urbanismo y en la transformación de la ciudad es todavía incipiente, y en algunos casos tiende a ser coartada por parte de las esferas de poder y los ámbitos profesionales tradicionales.

sensodroneSensordrone es un dispositivo sensor múltiple que se comunica con los teléfonos inteligentes con Bluetooth.

Sensordrone es un dispositivo sensor múltiple que se comunica con los teléfonos inteligentes con Bluetooth. Fuente: SmartCitizensCC.

Agotado el maná de las grandes inversiones públicas dirigidas al desarrollo o la regeneración urbanas, el sector urbanístico se ha estancado en una preocupante parálisis. Incapaces de adaptarse a las nuevas lógicas y dinámicas sociourbanas que definen el cambio de época en el que estamos inmersos, urbanistas y administraciones públicas permanecen agazapados a la espera de que vuelvan los good old times. Mientras tanto la ciudad sigue su curso, desarrollándose a través de otros agentes, otras disciplinas, otras miradas.

Este vaciamiento de la práctica urbanística supone un arma de doble filo para la ciudad. Por una parte, ha permitido incorporar nuevas perspectivas disciplinares, evidenciando la necesidad de una cultura transversal a la hora de acometer los proyectos y procesos urbanos. Pero por otra, esta (¿auto?)exclusión de urbanistas de los espacios donde se están generando las nuevas transformaciones urbanas resulta peligrosa en tanto que las deja huérfanas de una visión integral de la ciudad —actuar de forma sectorial y parcial puede generar efectos muy negativos e inesperados—, así como de instrumentos, metodologías y conocimientos que las doten de mayor consistencia y eficacia.

Innovación urbana: la vida más allá de la ortodoxia urbanística

El páramo en el que se ha convertido la planificación urbana hoy en día ha permitido la emergencia de prácticas urbanas provenientes de otros sectores, lo cual está transformando la propia noción de urbanismo tal y como lo habíamos conocido hasta ahora. Estas nuevas fórmulas de intervenir en la ciudad y de desarrollar estrategias de innovación urbana son múltiples y variadas, tal y como veremos a continuación.

Uno de los principales focos de innovación urbana son las iniciativas promovidas por innovadores tecnológicos que están facilitando al ciudadano acceder a información, tomar decisiones y organizarse colectivamente con el objeto de hacer un uso más inteligente de la ciudad. Hoy en día contamos con una ingente cantidad de aplicaciones y plataformas que visualizan y facilitan compartir información sobre tu ciudad o barrio (Disqus, Livehood…), que ayudan al ciudadano a tomar decisiones informadas (Mindmixer, Near Interaction…), o que permiten tener una posición activa y emprendedora respecto al hábitat urbano (Urbapps, Social Lab…).

Lejos de limitarse a fomentar un uso inteligente de las ciudades, este tipo de iniciativas también están siendo capaces de introducir mejoras en ellas. Tal es el caso de la plataforma digital peruana Datea, que consiguió modificar el trazado de una línea de transporte público de Lima (El Metropolitano), gracias a los reportes y problemas que detectaban las personas que participaban en ella.

Otro de los campos más relevantes en el impulso de la innovación urbana actualmente es el de las industrias culturales y creativas (ICC). La convergencia en el interés por la cultura libre y la ciudad como áreas de investigación y experimentación es la que ha permitido a este sector dar respuesta a ese «mientras tanto» en el que nos encontramos. Probablemente uno de los ejemplos que mejor refleje esta idea sea ZAWP (Zorrotzaurre Art Work in Progress), un proyecto que plantea la recuperación de patrimonio industrial vacío de la península de Zorrotzaurre (Bilbao) a través de actividades creativas y programas culturales, planteando así un modelo urbano alternativo al del plan especial proyectado por Zaha Hadid para esa zona. Su escala de actuación lo convierte en uno de los ejemplos más completos de innovación urbana, como también lo es el programa Esto no es un Solar en Zaragoza, destinado a dotar de uso a solares de la ciudad a través de un proceso de decisión colaborativa y empleando a trabajadores en paro. Del mismo modo existen casos igual de interesantes pero de menor envergadura como LaFábrika-detodalavida en Extremadura o Jazar en Pamplona. Todas estas iniciativas están poniendo en jaque las formas clásicas de hacer ciudad a través de la creatividad, el emprendimiento comunitario y la lógica P2P (peer-to-peer).

Zona Franca Zorrotzaurre: Udaberri ZAWP 2013. Fuente: ZAWP Bilbao

Zona Franca Zorrotzaurre: Udaberri ZAWP 2013. Fuente: ZAWP Bilbao.

Otra de las derivaciones más interesantes desde las que está brotando la innovación urbana asociada a las ICC son los denominados Laboratorios Ciudadanos, espacios herederos de la lógica de los Living Labs que se conciben como entornos de aprendizaje, divulgación, experimentación y creación colectiva y colaborativa. Aunque su campo de acción no sea estrictamente la ciudad, muchos de ellos acogen y promueven iniciativas con un fuerte carácter urbano. Tal es el caso de MediaLab Prado e Intermediae en Madrid, dos espacios que, a través de su relación con colectivos de arquitectura, están aportando la infraestructura necesaria para el desarrollo de proyectos de intervención urbana. En esta misma línea, también conviene destacar el trabajo que han comenzado a desarrollar en Hirikilabs, el laboratorio ciudadano impulsado por Tabakalera en Donostia, así como el proceso para la creación de un Laboratorio Urbano Abierto que se ha iniciado en Zaragoza a través de Etopia. Centro de Arte y Tecnología y el programa Zaragoza Activa.

La proliferación de este tipo de espacios se ve reforzada por un contexto internacional propicio: desde julio el proyecto Ciudadanía 2.0 de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), en colaboración con el Programa de Participación Ciudadana de Presidencia de Panamá, la Secretaría de Cultura de la Prefeitura de São Paulo, la AECID, la Fundación Unidos en Red y el Banco de Desarrollo de América Latina CAF, comenzó a impulsar el proceso Innovación Ciudadana. Entre sus objetivos se encuentra desarrollar un documento colaborativo para la creación de Laboratorios Ciudadanos en los distintos países de la región.

Todos estos elementos nos permiten dibujar un nuevo escenario desde el que empezar a construir colectivamente un futuro alternativo para la toma de decisiones y transformación de las ciudades. Y ahí, la colaboración y sinergias entre sectores profesionales y agentes que operan en el territorio (stakeholders) van a ser claves: solo a través de la inteligencia colectiva, la participación social, la innovación y la creatividad, el emprendimiento, el potencial de las herramientas digitales y las TIC, la ecología, la sostenibilidad y un enfoque transdisciplinar conseguiremos consolidar la revolución urbana del siglo XXI.

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