Qué, quién, cómo y por qué del uso de herramientas 2.0 en los museos

Algunas impresiones del «Encuentro sobre redes sociales en los museos y centros de arte contemporáneo» en el MUSAC.

Es lunes 4 de abril, empiezo a escribir un resumen del Encuentro sobre redes sociales en los museos y centros de arte contemporáneo en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León –MUSAC y la etiqueta del evento, #cmuseos, aún echa humo. En el grupo de Linkedin creado con motivo de la jornada el debate todavía sigue muy vivo y los miembros se preguntan qué continuidad dar a los términos y las preocupaciones que surgieron durante el encuentro del 1 de abril en León. Son signos de que existe un sector profesional –mayoritariamente femenino en el campo de la cultura– formado por gestoras culturales, periodistas, bibliotecarias, documentalistas, responsables de webs de museos, consultoras independientes, etc., que busca respuestas a los cambios que ha habido en la cultura a raíz de la explosión de la web social. Hay quien etiqueta como «community managers» a este colectivo que trabaja con herramientas 2.0 y que aprende, a base de tuits y retuits, cómo funcionan.

MUSAC – León Foto: Lucía Calvo.

¿Están las instituciones culturales utilizando correctamente los servicios o plataformas 2.0? ¿Interactúan con las comunidades de usuarios, artistas o públicos en la red? ¿Se adaptan las organizaciones al cambio cultural que supone la comunicación y el trabajo en red? La respuesta a estas preguntas fue surgiendo en las intervenciones de la mañana, la del formador y consultor Javier Leiva y la del fundador de Dosdoce Javier Celaya,  así como en la mesa redonda de la tarde, en la que participé en nombre del CCCB junto con Nerea García ( Medialab Prado), Conxa Rodà ( Museo Picasso), Pilar Gonzalo ( Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía),  Paula Álvarez ( Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León –MUSAC).

He intentado resumir algunas de las impresiones del encuentro empleando el siempre útil recurso de las Q del ámbito periodístico.

¿Qué?

¿Qué somos los centros culturales o los museos en las redes sociales? Javier Leiva lo dijo muy claro: «Debemos ser nosotros mismos, ser honestos y conscientes de que no podemos gustar a todo el mundo». Esta afirmación, que puede parecer obvia, deviene clave en un mundo en el que se tiende a dar más importancia a la apariencia o a lo que dices que a lo que realmente eres. Las palabras de Leiva también suponen la aceptación de la crítica externa, un ejercicio que a menudo cuesta hacer.

Javier Celaya («En Internet no se fracasa, se aprende de los errores») aconsejó a los museos que aún no se han estrenado en la web social que piensen bien por qué desean tener una identidad: «Debe ser una decisión estratégica, que no solo nos permita ocupar un espacio mediático –como ya hacemos en el mundo analógico–, sino que sirva para crear una comunidad en torno a nuestra entidad», dijo Celaya.

¿Quién?

Este fue quizás uno de los puntos que más debate generó entre los asistentes. ¿Quién debe encargarse de crear comunidad en torno a una institución? ¿Los llamados «community managers» o debe ser una responsabilidad de equipo? Curiosamente, tanto Javier Leiva como Javier Celaya usaron en sus presentaciones divertidas imágenes de superhéroes para ilustrar la figura del «community manager» e insistieron en que es cosa de todos (no del becario, no del que sabe de Internet).

El "community management", cosa de tots, segons la imatge de la presentació de J.Leiva Foto: Lucia Calvo.

El «community management», cosa de tots, segons la imatge de la presentació de J.Leiva Foto: Lucia Calvo.

En el debate de la tarde, se habló de que hay una serie de aptitudes y habilidades comunicativas que es evidente que hoy en día está desarrollando un determinado tipo de profesional (la mayoría, gente que pertenece a departamentos de prensa o de comunicación). Pese a ello, tal y como explica Conxa Rodà del Museo Picasso en su crónica, el cambio organizativo es decisivo: «No puede hacerse 2.0 con mentalidad 1.0». Puesto que este cambio se prevé costoso –algunos asistentes entre el público destacaron las dificultades que tienen para saber qué hace el resto de sus compañeros de trabajo–, es importante que la figura de «community manager» tenga el apoyo de la organización –especialmente en el caso de que sea el becario, tal y como reivindicó Conxa Rodà–, y que sepa muy bien qué criterios debe seguir. De ahí la importancia de la elaboración de guías o pautas 2.0 en organizaciones.

¿Cómo?

«Facebook es una de las herramientas más irrelevantes para los museos», dijo Javier Celaya. El consultor sugirió que si debemos darnos de alta en herramientas 2.0 para generar ruido, es mejor que no lo hagamos. Facebook y Twitter son las plataformas estrella, pero, para elegir dónde debemos estar, tenemos que plantearnos primero cuál es el objetivo de nuestro proyecto y a quién nos queremos dirigir. Quizás la respuesta a estas preguntas pasa por el uso de herramientas menos populares pero no por ello menos efectivas: wikis, blogs o herramientas que ya usan comunidades de usuarios afines a nuestro proyecto.

¿Por qué?

A la hora de justificar por qué estamos en las redes sociales, normalmente recurrimos a la estadística. Gracias al Dios Google, herramientas de monitorización hay muchas y son muy variadas. Javier Celaya aportó algunas en su presentación, así como el tuitero leonés Minipunk en su improvisada intervención en la jornada.  ¿Medir cuantitativamente nuestro impacto y visibilidad en las redes justifica nuestra presencia?

Quizás una de las (auto)críticas que deberíamos hacernos es si estamos valorando cualitativamente la comunicación en red ―y no solo las redes sociales– de nuestras organizaciones. ¿Qué importa tener muchos seguidores en Facebook o Twitter si no les conocemos o si no sabemos cómo pueden contribuir/colaborar en nuestro proyecto?

En este sentido, me parece muy interesante la aportación que Nina K. Simon realiza en su libro The Participatory Museum. Antes de tirarnos a la piscina de la participación, debemos pensar bien por qué la queremos. Ella propone varios modelos, en función de la relación que se establece entre la institución y el público. Del unidireccional tuit «Hola, ¿qué tal? En mi museo hacemos esto», a los proyectos de co-creación o colaboración directa con usuarios hay un abismo.

De las 5Q del ámbito periodístico faltaría el CUÁNDO, que, según mi opinión, debería decidir cada institución cuando se haya contestado las demás preguntas.

Agradezco a la organización del encuentro del MUSAC la experiencia profesional y personal que me hicieron vivir y celebro el éxito de encuentros como este (auditorio lleno, 600 conexiones por streaming y un intenso debate en Twitter #cmuseos que @culturpunk recogió en este útil documento).


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  • Pilar Gonzalo | 06 abril 2011

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