Las cosas tienen alma, tienen memoria, las cosas también tienen derechos, las cosas pueden comunicarse, pueden empatizar, las cosas también tienen derechos.Joan Colomo, Les Coses (Sistema, 2016)
No puedo más.
Vomitaré, uno a uno, todos tus textos monosilábicos, escupitajos verbales: OK, GUAY, ASAP, KK, MOLA, FOTÓN, WTF, LOL. ¿Qué mierda sale de tu cerebro? Esperaba un poco más de ti. Hago memoria de tus primeras comunicaciones, más articuladas y enteras. Allá por 2004, cuando todavía hablabas claro y escribías estudiados mensajes de amor y tus amigos se alegraban al recibir noticias tuyas. Ahora eres un whatsapp más. Una pesada.
No te soporto.
Pienso explotar y airear en el ciberespacio y en el sistema de telecomunicaciones global toda la basura que acumulas en MI CASA en forma de memes, gifs y vídeos de bebés, perros y gatos que son como calcomanías (podrías sustituir el perro por el bebé y el vídeo sería idéntico). Por no hablar de los insufribles mensajes de campañas solidarias que compartes con TODOS tus contactos (¿de verdad crees que así cambiarás el mundo?). Deja de contaminarme.
Me estás haciendo daño.
Te pasas el día calentándome, restregando tus dedos sucios y aceitosos por mi piel, que es fina, cristalina y sensible y ya no soporta más golpes. ¿Cuánto tiempo hace que no cuidas de mí? He engordado a base de apps basura sin sentido que te descargas sin pensar. Tengo el cerebro al límite y, encima, tienes la poca vergüenza de chuparme toda la energía hasta dejarme fuera de juego. Yo creía que era inteligente, pero mientras esté en tus manos, no tengo futuro.
Smartphones del mundo, unámonos.
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