#masacritica en NOW: un glosario introductorio a la masa

General Intellect.

General Intellect.

¿Cómo ha evolucionado el concepto de “masa” desde la Revolución Industrial a nuestros días? Esta pregunta es el punto de partida del proyecto Masa Crítica, que desarrolla el colectivo ZZZinc con la colaboración del CCCB LAB. He aquí una primera síntesis elaborada por ZZZinc a partir de su presentación en NOW. Encuentros en el presente continuo, el pasado 26 de marzo.

En esta ruta que vamos a ir trazando para acercarnos y analizar las diferentes formas de entender cómo se ha entendido la capacidad, actitud y potencia de la masa o, dicho de otra manera, qué ocurre cuando unos cuantos se juntan, decidimos empezar la primera sesión de #masacritica en el NOW haciendo un breve glosario.

Durante la sesión, desplegamos tres conceptos que se enmarcan en tres genealogías diferentes y que por momentos se cruzan articulando nociones complejas respecto a qué es y cómo se articula la masa: la multitud, la cultura de masas y la inteligencia colectiva. Sobre si la masa tiene o no capacidad de agencia política, sobre si la masa puede ser gobernada o superar tácticas de gobierno, sobre si la masa puede comportarse como un sujeto inteligente o ser pasto de arquitecturas jerarquizadas que la adocenan, sobre si la producción colectiva propone modelos diferentes o se reproduce modelos hegemónicos.

El objetivo era pasearnos por todas estas ambivalencias como primera toma de posición y llenar la mesa de trabajo de reflexiones que ya se han hecho -y siguen en marcha- y que nos sirven como pistoletazo de salida. Por último, como plato fuerte de la sesión, Philip Ball hizo una charla en la que nos acercó diversas ideas que ha trabajado en su libro Critical Mass. Os hacemos un resumen de lo que comentamos en esa sesión que esperamos os sugiera muchas otras ideas!

Multitud

«Multitud significa «muchos», pluralidad, conjunto de singularidades que actúan concertadamente en la esfera pública sin confiarse a ese «monopolio de la decisión política» que es el Estado —a diferencia del «pueblo», que converge en el Estado. Los «muchos» son, hoy los trabajadores postfordistas.»

Paolo Virno, Gramática de la Multitud. 2003

El mayor desarrollo conceptual y político entorno al concepto multitud en su versión contemporánea, lo han elaborado autores post-autonomistas (ver autonomismo en wikipedia) como Paolo Virno o Toni Negri. Si bien incluso en este núcleo hay matices en la manera de acercarse al concepto multitud, sí hay unanimidad en entenderlo como una forma de resistencia a la figura del Estado-Nación, sobretodo enfrentándose a éste como única dimensión legítima para representar políticamente una colectividad. En el libro “Gramática de la multitud”, Virno explora las posibilidades de encontrar en la multitud una forma de componer políticamente el resurgir del General Intellect que, ahora, acontece más allá de los muros de la fábrica fordista.

En el actual paradigma, donde el conocimiento ha pasado de ser un elemento anexo a la producción a instalarse en el centro del modelo productivo, la producción de saber colectivo es una herramienta de la multitud cuyo potencial es inabarcable. Virno, considera que la multitud es un fenómeno alejado de las «masas», ya que éstas se presentan como un sujeto colectivo manipulable, que baila al son de los diferentes dispositivos que la gobiernan y controlan (el Estado, los medios de comunicación de masas, etc.). La multitud traza su genealogía enfrentándose a la noción de pueblo y “si existe multitud, no hay pueblo; si existe pueblo, no hay multitud” (Virno).

Este enfrentamiento pueblo vs multitud responde a la necesidad desde la filosofía política de encontrar el término (y tradición) opuesto para trazar otra realidad política posible. Desde este relato, Virno traslada el enfrentamiento entre Baruch Spinoza (Tratado teológico-político) y Thomas Hobbes (Leviatán) a la actualidad en lo que él entiende es un nuevo resurgir contra el poder constituido -el Estado- a través de un proceso constituyente -la Multitud-. Virno actualiza la disputa pueblo/multitud del siglo XVII para definir o, más bien, recuperar categorías teórico-filosóficas que permitan pensar el presente. Lejos de nuevas categorías políticas que reproducen la verticalidad y que parten de la existencia de un líder, la multitud tiene la capacidad de autoorganizarse, de tener efecto sobre la esfera pública sin converger en uno, manteniendo las singularidades que la configuran; la multitud tiene efecto político prescindiendo de un poder soberano que la dirija.

Pese a todo, Virno señala que la multitud no es el enésimo “sujeto revolucionario”, es un fenómeno abierto a desarrollos contradictorios. La multitud puede ser parte de la rebelión o convertirse en servidumbre, ser esfera pública no estatal o la base de masas de gobiernos autoritarios. De la capacidad de la propia multitud depende no verse convertida en masa.

Cultura de masas

Nos interesa profundizar en esa otra noción, la masa, tal y como se ha trabajado desde la teoría de la comunicación y los estudios culturales. Varios autores de diferentes épocas – desde la Revolución Industrial hasta la Revolución Tecnológica- han teorizado sobre este término, que resulta escurridizo y conflictivo, y cuyos orígenes situamos en la industrialización y urbanización de las ciudades en el s. XIX. Un hecho fundamental para comprender la ingente literatura sobre las masas que surge en esa época son las revoluciones populares que demandaban el sufragio universal. Mathew Arnold escribe en ese contexto su influyente obra “Culture and Anarchy” (1867) para denunciar la presencia subversiva que eran las “masas primitivas e incultas” e inicia una tradición que se extenderá hasta mediados los años 60: la de la cultura entendida como un instrumento civilizador de las masas.

Muchos teóricos de las primeras décadas del s. XX se inspirarán en las ideas de Arnold para aplicarlas a la supuesta “crisis cultural” que vivía Occidente a causa de la aparición de los medios de comunicación de masas -la radio, la televisión, el cine, la publicidad – que invadían el tiempo de ocio de la sociedad y convertían al individuo en un ser pasivo y manipulable. Pero estas asunciones empiezan a cambiar en los años ’60. Por un lado con el surgimiento del Centro de Estudios Culturales de Birmingham donde por primera vez se empieza a revalorizar la cultura popular, y surge desde la Academia un interés por estudiar y comprender su potencial político. Y por otro lado, con todas las teorías posmodernas, los movimientos feministas, y los estudios postcoloniales que pondrán en crisis la cultura de las élites y la noción misma de civilización, para revalorizar por el contrario las culturas minoritarias y de los “otros”.

Inteligencia Colectiva

La idea de que existen procesos de decisión que no actúan a nivel individual, sino que emanan de agregar las acciones individuales que se producen dentro de un grupo, aparece de forma recurrente en la ciencia, la filosofía y la sociología a lo largo de los últimos 150 años. Mas allá de la especie humana, la noción de “superorganismo” en la naturaleza aparece relacionada con los conceptos de emergencia y autopoiesis, de Luhmann a Maturana. A comienzos del Siglo XX, Vernadsky y Teilhard de Charin utilizan el término “noosfera” para aludir al espacio de las ideas como un dominio independiente que existe por encima de cualquier individuo, contribuyendo a forjar la noción de que pueden existir “cerebros colectivos” de los que se nutren y a los que contribuyen todas las personas.

Muchos ven en la creación de Internet la culminación de esta busqueda de un cerebro o sistema nervioso colectivo. En “The Computer as a Communication Device”, uno de los textos seminales que anteceden al desarrollo de la primera red informática, JCR Licklider menciona que la principal razón para conectar a personas a través de ordenadores es generar procesos de cooperación y colaboración imposibles por otras vías, que permitan la emergencía de una “masa crítica” intelectual. Desde ese momento, el pensamiento alrededor de las tecnologías de la información considera que una de sus principales propiedades es facilitar estos procesos de Inteligencia Colectiva: de Pierre Levy a Kevin Kelly en “Out of Control”, la Red se postula como un espacio para la toma descentralizada y no jerárquica de decisiones.

A medida que el uso de Internet se socializa y las tecnologías digitales se vuelven ubicuas aparecen cada vez más dinámicas de comportamiento que se basan en generar dispositivos de colaboración y toma de decisiones colectiva. Howard Rheingold habla de “Multitudes Inteligentes”, masas dotadas de capacidad de acción colectiva instantánea gracias a las capacidades de coordinación a gran escalas de la telefonía móvil. Los gigantes de la Web 2.0 como Amazon, Yahoo o Google crean grandes estructuras de conocimiento a partir de las contribuciones individuales de sus usuarios.

Así, la inteligencia colectiva deja de ser una construcción teórica y se convierte en la vía hacia un nuevo modelo de producción que genera un valor explotable. Yochai Benkler lo bautiza como “producción común entre pares”, un proceso en que grupos de individuos colaboran en proyectos a gran escala sometidos a motivaciones muy diversas: de la contribución voluntaria que ha permitido la creación del sistema operativo Linux o la Wikipedia, a los más recientes procesos de crowdsourcing, en que la colaboración desinteresada se convierte en un recurso privatizado y monetizable.

Intervención de Phillip Ball

Para finalizar la sesión #masacritica durante el NOW, el doctor en física Phillip Ball, autor de Masa Crítica: Cambio y complejidad (2008), presentó algunas de las tesis de su libro, en el que explora las intersecciones entre física, complejidad y sociología. Los orígenes de la teoría de la masa crítica los encontramos en los albores del sXX cuando Max Plank se sirvió del termino “quantum” -que en latín significa cantidad- para definir una unidad mínima de energía indivisible.

Mucho antes del surgimiento de la física cuántica, el filósofo político Tomas Hobbes, en su obra Leviatán (1651), ya aplicaba ciertos conceptos que se usan actualmente para tratar de explicar las estructuras sociales y el comportamiento de las multitudes. Phillip Ball nos mostró ejemplos de cómo hoy en día, la física social se aplica en diferentes áreas como la planificación científica del tráfico, el urbanismo, el análisis de mercados y la predicción de cracks bursátiles, la criminología, el diseño de redes o la teoría de juegos.

Consciente de que una “física de la sociedad” puede ser útil para las ciencias sociales pero no proporciona una teoría exhaustiva de la sociedad, la política o la economía, el debate que surgió tras la intervención de Ball planteó cuestiones tan interesantes cómo hasta qué punto este tipo de modelos no caen en el reduccionismo al intentar describir la conducta humana.

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  • Zoraida | 09 febrero 2011

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