Literatura y Apps: del bosque de símbolos a la arquitectura de la interfaz

Bicycle built for two thousand, de Aaron Koblin i Daniel Massey.

Las revueltas tunecinas y egipcias de los últimos días han demostrado que las formas de socialización y participación ciudadana pasan ya en gran parte, a través de las interfaces de las redes sociales. Más allá de un determinismo tecnológico o social, los entornos 2.0 están configurando la arquitectura de nuestras relaciones.

El cosmos lingüístico benjaminiano del París de los Pasajes, el bosque de símbolos de Baudelaire, el Berlín de Franz Hessel, que “siempre está en camino, que siempre está en tránsito de convertirse en alguna cosa diferente”, tiene un símil en nuestras derivas digitales. Trayectos globales en los que gestos mínimos – un clic-, causan una revolución.

En el último trimestre de 2010, los Premios Pulitzer se han adaptado a la era digital incluyendo las narraciones multimedia, mientras que The New York Times ha inaugurado una sección de Humanidades 2.0, no sin causar controversia: los contenidos multimedia que se ofrezcan a través de webs o apps para dispositivos móviles están revolucionando el ámbito cultural; desde la educación hasta las posibilidades de la narrativa.

Salman Rushdie, manifestó recientemente en una entrevista para Big Think: “Internet me parece en algunos aspectos El jardín de los senderos que se bifurcan, donde uno puede encontrar una miríada de variantes de la trama en el mismo nivel de autoridad”.

Una de las novedades más recientes dentro de las aplicaciones web ha sido el lanzamiento de Qwiki, el ya llamado por algunos “motor de búsqueda del futuro”: un mash-up informativo enriquecido con imágenes y audiocomentarios extraídos de la red. Después de ganar los mediáticos premios TechCrunch de San Francisco, la web –en fase alpha- ha sido patrocinada por Eduardo Saverin. Como una novela decimonónica trasladada a la era digital, este podría ser el plato frío del socio arrinconado de Facebook. Qwiki, contiene tanto la promesa del Atlas universal como la amenaza del panóptico parlante.

Las posibilidades de ampliación del concepto de literatura explotan al ritmo de la aparición de nuevas herramientas y dispositivos de lectura, con las consiguientes batallas para establecer los formatos predominantes. Durante el BookCamp Kosmopolis, algunos editores señalaron que en el futuro las apps sustituirían al libro. La convivencia entre los dos sistemas es una hipótesis mayoritaria e incluso acompaña a esta tendencia una revaloración del objeto libro. Un debate alejado de los intereses de la industria, y centrado en las posibilidades creativas que ofrecen estos medios, deberia ir impregnando el mundo de las letras. En el texto “La creatividad de la multitud y el sentido del arte en el contexto de la Web 2.0”, (2008) Juan Martín Prada realiza un acercamiento crítico a las prácticas del net.art perfectamente aplicables al contexto actual:

Su exigencia de interpretación (de las prácticas artísticas en red) es, en última instancia, el requerimiento de una reflexión interpretativa, crítica y política de la formas en las que la red opera, así como de los mecanismos de mediación y control de la socialización que ella predispone.
Juan Martín Prada

Haciendo un análisis de las mejores apps del 2010 en el contexto anglosajón, vemos que fuera del mercado educativo y de literatura infantil –en el que ya existen obras de gran calidad como Alicia para Ipad,- las apps literarias se dirigen a la selección y adaptación de la literatura existente a los nuevos dispositivos. Los buscadores de citas y poesía según estado de ánimo o azar como Poetry app, (algo que quien tenga una estantería a mano, seguramente no necesita)  pueden tener cierto interés en un dispositivo móvil. Otros son editores de contenidos que ofrecen la posibilidad de crear un mash-up con nuestras fuentes favoritas. Las apps relacionadas con las redes sociales ocupan un ligar de honor: Flipboard ha sido destacada por Steve Jobs como la mejor aplicación del año y se define como un “magazine social personalizado”. Flipboard permite convertir los contenidos publicados por nuestros contactos de FB y Twitter, en una revista que maqueta los contenidos publicados por nuestros contactos optimizando la visualización de los canales favoritos. La creciente personalización de los dispositivos permite el acceso y selección de más fuentes, pero también acompaña a este hecho la posibilidad de aislamiento en burbujas informativas.

Dentro de otra linea de interfaces, hay una explosión de proyectos dedicados al mapeado a partir de bases de datos; Franco Moretti crítico y “cartografo literario”,  conocido por el polémico “Graphs, Maps, Trees. Abstract Models for a Literary History”, (2005), es uno de los pioneros en este campo. Moretti dirige el Literary Lab en la Universidad de Stanford. Sus lineas de investigación se centran en campos semánticos, redes argumentales, estructura de capítulos y estilística. Mapping the Republic of Letters, proyecto surgido dentro de la misma universidad, estudia las relaciones epistolares entre autores del siglo XVIII visualizando las conexiones entre autores sobre el mapa.

En el caso de Litmap, Bárbara Hui, programadora y doctora en Literatura Comparada en la UCLA propone una lectura espacial de W.G. Sebald en Los anillos de Saturno, a partir de una aplicación que utiliza Google Maps y Google Earth y en donde se señalan puntos significativos para la narración. La intención no es solo localizar y etiquetar datos geográficos del texto, sino crear conexiones entre lo local y lo global, el espacio real y el espacio imaginario de la obra.

De carácter divulgativo, el mapa de conexiones entre autores británicos del siglo XX, creado en el Reino Unido por encargo de la BBC, está basado en una aplicación que conecta conceptos que relacionan a los autores entre sí.

En relación al avance de las técnicas de mapeado de Google existen iniciativas como Hitotoki, y Global Poetry System, en ambos casos son los usuarios los que generan el contenido de la web al subir sus poemas y etiquetarlos en un lugar del mapa que quedará registrado en la aplicación que podrán consultar otros usuarios. En nuestro contexto el “mapa literario catalán” vincula documentos y textos de escritores catalanes a la geografia del mapa terrestre. O el Atlas Benjamin, a propósito de la reciente exposición “Constelaciones”, en el CBA de Madrid, cartografía conceptos benjaminianos entre sí.

Muchas de las aplicaciones actuales socializan las experiencias de lectura, y hay multitud de grupos de lectura on.line. Vale la pena destacar Candide 2.0, aplicación creada por la Biblioteca Pública de Nueva York que ofrece una interfaz de lectura comentada del texto de Voltaire. Párrafo a párrafo expertos y público general hacen sus comentarios on-line. Si bien estas obras abren caminos interpretativos, también pueden desdibujarlas en pies de página infinitos.

En las artes visuales el trabajo con software y a partir de datos existentes en la red lleva años consolidado. No sólo lo han hecho artistas-programadores que realizan obras generativas como Casey Reas, o diseñadores que trabajan con visualización de datos como Bestiario. Un ejemplo de artista mediático que trabaja en entornos metanarrativos (narrativa a partir de metadata) es Aaron Koblin, conocido por la web en HTML5 relizada para Arcade Fire, The Wilderness Downtown. Mediante la inserción de nuestra dirección de la infancia el videoclip sitúa su acción en nuestra calle, produciendo una  sensación ambigua, entre lo maravilloso y lo siniestro, por la personalización intrusiva de los contenidos.  9 eyes project de Jon Rafman, se basa en la selección de imágenes capturadas por Google Street View.“El mundo capturado por Google parece ser más veraz y transparente por el peso que le otorga la realidad externa, la percepción de una grabación neutral, imparcial“ afirma Rafman, que ha comparado su trabajo con el de Cartier-Bresson.  Si la misión de Google es “organizar la información mundial y hacerla accesible”, será el artista que la selecciona quien le dé el significado.

Parafraseando a Lev Manovich en  La visualización de datos como nueva abstracción y anti-sublime, en las primeras décadas del siglo XX los artistas visuales “mapearon” el caos visual de la experiencia metropolitana en imágenes geométricas simples; estos artistas han transformado el caos informativo en formas claras y ordenadas. La utilización cuantitativa de datos no solo abstractos, como el arte generativo de Casey Reas, sino “figurativos” y personalizados hasta la inserción de la propia memoria en la aplicación,  da un paso más allá.

En estos casos encontramos posiciones discursivas bien distintas: en Koblin la dimensión colaborativa del proyecto se orquestra de tal manera que las aportaciones individuales desaparecen en una arquitectura que podríamos llamar “totalitaria” (Johny Cash Project, o la cacofonía de Biclycle Built For Two Thousand), en el caso de Rafman la obra surge a partir de la selección. Dos tipos de metanarraciones son las que predominan en estos trabajos: la mitología de la comunidad en red, y otra mitología irónica, la del “ojo objetivo”.

Tal como señala J.M. Prada, “el eje central de la web 2.0 sea la producción y gestión de las redes sociales nos demuestra que la producción social y económica, coinciden en ella. El diseño de formas de relación humana se presenta como la base intrumental de este nuevo sistema de producción.” De aquí el éxito de Flipboard, o las aplicaciones que convierten en libro el perfil social.

La socialización real de las prácticas creativas en estas arquitecturas pasa no solamente por tener las herramientas al alcance de la mano; sino que una semiótica de la interfaz en contacto con las humanidades es necesaria para crear los dispositivos críticos que acequen las ciudades globales que ya habitamos a la utopía que prometen.

“De golpe pude abarcar con la mirada un barrio totalmente laberíntico, una red de calles que durante años había yo evitado, el día en que un ser querido se mudó a él. Era como si en su ventana hubieran instalado un reflector que recortara la zona con haces luminosos.”
W. Benjamin, “Einbahnstrasse”

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