La trinidad emergente

La conferencia de Ele Carpenter en la última sesión de I+C+i ha resultado una inesperada síntesis de las principales líneas de trabajo de los últimos meses, y permite definir con claridad tres vectores clave de la transformación cultural en la que estamos inmersos.

La trinidad emergente no es misteriosa, ni presupone una revelación divina: obedece a una praxis que está afectando a todos los agentes culturales y que implica un cambio progresivo en el enfoque conceptual de géneros y formatos, metodologías de trabajo, procesos de representación y estilos de producción y post-producción. Carpenter cifró su análisis en el género exposición, pero bien podría hacerse extensivo a todas las prácticas culturales.

La nueva trinidad posee tres ámbitos entrelazados que permiten definir con cierta simplicidad el horizonte en que se despliega una nueva cultura.

  1. La influencia de las tecnologías digitales colaborativas y la Filosofia 2.0, están replanteando los procesos de concepción, producción, representación y archivo de las actividades culturales.
  2. La progresiva virtualización de los centros y museos es un proceso imparable que implica una profunda reflexión sobre multiplataformas, convergencia multimedia, exposiciones virtuales y meta-exposiciones.
  3. Regresa la “materialidad”, la reivindicación de los procesos artesanales, una nueva presencialidad y todos los efectos y paradojas resultantes del vector post-digital.

La trinidad emergente puede formularse de múltiples maneras y no obedece a ningún credo especifico, pero sí permite comprender mejor cómo la unidad entre lo físico y lo virtual comienza a ser indisoluble y por qué el gran llamado a la participación puede convertirse en un proceso colectivo que va de la contribución a la co-creación. Cada uno de los estadios o vectores de la nueva trinidad cultural puede conducir a las discusiones más bizantinas, pero al mismo tiempo, es una activación radical de un proceso de cambio que no ha hecho más que comenzar. En este nuevo contexto, complejo, abierto y mutante, la conciliación debería reemplazar a los “concilios”, la interdependencia a las autarquías, y el fluir auto-organizado a todos los dogmas excluyentes. No es necesaria la fe, basta el sentimiento de que entre todos- cada cual en su estilo, conocimiento y velocidad- estamos generando un cambio de paradigma.

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  • Ramon Sangüesa | 11 junio 2010

  • Juan | 22 junio 2010

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