La inclusión de la diversidad en el legado cultural

¿Hay espacio en las instituciones culturales para definir nuestro legado desde una perspectiva multicultural?

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Animales procedentes de África, Salón de mamíferos, Museo Nacional de Historia Natural, Estados Unidos 1959. Smithsonian Institution Archives.

«El término memoria colectiva lo forman dos palabras con una relación problemática: la memoria es maleable y la colectividad no es necesariamente inclusiva». Estas palabras del Dr. Kees Vuyk, profesor asociado de políticas culturales en la Universidad de Utrecht, nos ponen en contexto para intuir algunos de los retos que afrontan las instituciones encargadas de definir nuestro legado cultural si quieren ser fieles a una sociedad con una identidad cada vez más compleja y cambiante. El siglo XXI es un tiempo de refundación identitaria y las instituciones culturales desempeñan un papel muy importante. ¿Cómo los museos y centros culturales pueden realizar programas innovadores que ayuden a representar nuestra identidad cambiante?

Identidad global

El nuevo orientalismo que se forja en Europa fruto de la asimilación de primeras, segundas y hasta terceras generaciones de ciudadanos europeos de origen asiático o africano supone el reto identitario de nuestra sociedad globalizada. ¿Hay espacio en las instituciones culturales para definir nuestro legado desde una perspectiva multicultural?

Un ejemplo reciente e innovador del papel activo que las instituciones juegan en este proceso lo encontramos en Berlín, con el proyecto Multaka. Con esta interesante iniciativa, refugiados de Siria y de Irak reciben formación para trabajar como guías en museos de la capital alemana. El objetivo es que puedan ofrecer visitas guiadas gratis a otros refugiados en su propio idioma. Con este programa, el proyecto Multaka facilita el intercambio de experiencias históricas y culturales diversas entre Alemania y estos dos países. El legado cultural sirve para plantear debates actuales acerca de la identidad y establecer conexiones entre el pasado y el presente. Las instituciones son un enlace entre los países de origen de los refugiados y su nuevo país de acogida, con la idea de crear un contexto de referencia para sus nuevas vidas en Alemania.

Cómo se construye la identidad a través del legado cultural es un debate también de actualidad en Ámsterdam. Esta ciudad tiene en su registro actualmente a ciudadanos de 180 nacionalidades diferentes, fruto de la combinación de ser un país con un pasado colonial, con una economía potente, que se convierte en punto de atracción de los actuales flujos migratorios, y también como consecuencia de una política económica que apuesta por hacer de la ciudad un hub global donde se instalan cada vez más multinacionales. Judikje Kiers, directora del Amsterdam Museum, nos habla del debate interno del museo para reflejar esta diversidad real de la ciudad también en su organización. La institución se plantea renovar a los miembros de su consejo de administración –formado en su mayoría por hombres blancos de edad madura– para ser más fieles a la realidad identitaria de la ciudad. Kiers no oculta la dificultad y las reticencias que este proceso supone, pero, sin duda, es una apuesta valiente y consecuente que persigue la actualización del discurso del museo de la ciudad basado en una política innovadora de integración real de la identidad urbana del Ámsterdam actual.

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© Milena Schloesser. Fuente: Freunde Museum Islamische Kunst

Inclusión a través de la co-creación y la innovación social

«La co-creación es necesaria para la inclusión real». El enfoque de Kiers y su equipo se basa en la inclusión a través de procesos de trabajo abiertos que integran dinámicas y herramientas del service design thinking para la co-creación de contenidos expositivos y de programas públicos. A través de su nueva línea programática, Ontmoet Amsterdam (Conoce Ámsterdam), el museo presenta el relato de la ciudad contemporánea ofreciéndose como plataforma participativa con el fin de que los ciudadanos se integren en la elaboración de los contenidos. La primera exposición de esta línea, Transmision, presenta la comunidad transgénero de la ciudad. Miembros de esta comunidad han participado activamente en la definición de la forma y el tono de la exposición y los programas públicos comparten conocimientos y puntos de vista sobre aspectos como la tolerancia y la identidad sexual. Más allá del éxito del proyecto, y fruto del trabajo compartido y del debate creado a partir de la experiencia, el museo de la ciudad de Ámsterdam ha realizado un cambio pequeño, pero significativo: los baños en el museo son ahora de género neutro. Es un gesto de inclusión en el tiempo que plantea a los visitantes la pregunta de por qué este hecho es necesario.

En un contexto muy diferente, hablamos ahora de otro ejemplo de co-creación. Our Lord in the Attic es un museo muy peculiar. En la última planta de un edificio de los canales de Ámsterdam encontramos una iglesia católica del siglo XVII. Es la última que queda de una cincuentena que había en una ciudad eminentemente protestante. Ahora está convertida en un museo que nos recuerda un momento en el que la ciudad vivía una época de tolerancia y respeto a la diversidad religiosa. Por sus características físicas, su acceso está solo restringido a personas con movilidad adecuada al reto de subir por una serie de escaleras estrechas e imposibles. El reto era claro: ¿cómo hacer este museo accesible a todos? A través de workshops y trabajo de investigación, se elaboró una modalidad de visita interactiva visual para posibilitar también al público con movilidad reducida la participación de una experiencia compartida con alguien que está visitando el espacio simultáneamente. Mediante dispositivos móviles, los visitantes muestran el museo-iglesia a las personas situadas en el espacio de documentación, que, a su vez, facilitan información sobre el contenido del espacio al usuario que lo está viendo in situ. El proceso de diseño de esta experiencia contó con un equipo de trabajo formado por jóvenes diseñadores y por gente mayor (la persona más anciana del equipo era una mujer de 97 años) que trabajaban conjuntamente en la co-creación de la visita. El proceso tuvo una fase de investigación, una petición de pruebas de prototipado de la interfaz de los dispositivos hasta dar con la solución óptima. El diálogo y la transmisión de conocimiento se focalizaron no solo en las necesidades de estos visitantes, sino también en el valor real que podían aportar a la experiencia. Este es un ejemplo del rol que la interacción y el service design pueden desempeñar en la innovación en el sector público.

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Marleen Stikker, directora de la Waag Society en las jornadas Identity Matters, 2016. CC-BY-NC-SA Waag Society.

Cómo las instituciones culturales redefinen su propia identidad

Otro partidario de poner a las personas en el centro de los proyectos culturales a partir de la utilización de técnicas de design thinking es el consultor Abhay Adhikari. Adhikari trabaja globalmente con instituciones públicas y privadas para desarrollar proyectos de innovación con especial atención al potencial de las redes sociales. «En el caótico paisaje digital de las redes sociales, el sector cultural tiene la oportunidad de ejercer un papel muy importante, especialmente para crear ecosistemas de creación de valor que ofrecen a las personas la oportunidad de discutir, debatir y aportar un punto de vista crítico acerca de los temas que afectan a nuestra vida cotidiana».

Su trabajo se basa en el aprovechamiento del potencial de las redes sociales no solo como herramienta de marketing, sino también para crear lo que él denomina «positive social». Las organizaciones culturales necesitan crear identidades digitales para compartir conocimiento y también para comunicar su pasión y su compromiso para con la cultura. Según Adhikari, a través de esta identidad digital, las instituciones pueden desarrollar una responsabilidad compartida con los ciudadanos para crear un vínculo sostenible y relevante que se traduzca en una mayor implicación de la audiencia.

Adhikari ha desarrollado un programa de un año de trabajo con ocho museos de Estocolmo ([nordiskamusset.se], teniskamusset.se, naturhistoriska riksmusset [nrm.se], entre otros), para responder a la pregunta de cuál debería ser la identidad digital de una organización que trabaja en el legado cultural. A través del prototipado de campañas de redes sociales trabajando con equipos transversales en las instituciones suecas, el programa impulsó modelos participativos para crear un impacto social positivo en audiencias nacionales, alcanzando notoriedad en temas como el cambio climático o la igualdad de género.

En nuestro mundo, la identidad es un concepto cada vez más lleno de matices. Un concepto difundido que tiene que ver con los orígenes personales, pero también con las experiencias vividas o con la pertenencia generacional. La inclusión de la diversidad identitaria es clave para la gestión del legado cultural que sea fiel y receptiva a la sociedad que quiere representar.


Los ejemplos expuestos están extraídos de las jornadas Identity Matters, conferencia final del proyecto RICHES, celebrada los días 14 y 15 de abril, en Ámsterdam, y donde se presentaron los principales resultados de un trabajo que explora visiones colaborativas e innovadoras del legado cultural. Las jornadas han sido organizadas por la Waag Society, Institut for art, science and technology.

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