Un panorama sobre el estado de implantación y uso de Internet en una de las zonas del mundo, América Latina, que supone el 10% de los usuarios de todo el mundo. Presentamos tres manifestaciones que, por su innovación política, técnica o ciudadana, ofrecen un buen panorama de la diversidad de formas en que se piensa y se utiliza Internet: la FLOK Society en Ecuador, la Rhizomatica en México y el caso de Cuba: el otro Internet.
Un paraíso para las redes sociales
En América Latina representamos el 10% de los usuarios de Internet en todo el mundo. ¿Para qué usamos Internet? Todo indica que adoramos la comunicación, nadie pasa tantas horas frente a las redes sociales como nosotros: diez horas en promedio, que son cinco horas más que el resto del mundo. También representamos el 20% de los usuarios mundiales de Facebook y casi el 40% de WhatsApp. Nuestro crecimiento en otras redes sociales como Twitter, LinkedIn o YouTube ha sido exponencial en los últimos años, y ello se debe primordialmente a tres factores:
- Las constantes mejoras en infraestructura de Internet.
- La enorme penetración de los dispositivos móviles en nuestra región.
- Una inmensa población joven que está ávida de contenidos sociales.
Nuestra región es un paraíso para las redes sociales —algunos dicen que Brasil es su capital —, y es tan dinámico que las empresas y sus negocios han volteado a mirarnos con ambiciosa seriedad.
¿Seguiremos creciendo?
Internet crece rápidamente en América Latina, quizá como nunca. A decir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el porcentaje de penetración de Internet en la región se duplicó en los últimos años: de hecho pasó del 20,7% en 2006 al 46,7% en 2013. La mala noticia es que solo una tercera parte de ese porcentaje corresponde a Internet de banda ancha. Tenemos velocidades hasta 16 veces menores que los países desarrollados y, todavía peor, en ciertos casos el acceso a la red es hasta 20 veces más caro. Pero hay fuertes indicios de que la cobertura y velocidad de Internet en América Latina seguirán en ascenso:
- UNASUR (la Unión de Naciones Suramericanas) está por construir una infraestructura que llama «anillo digital»: una red de fibra óptica de diez mil kilómetros que mejorará sustancialmente las condiciones de acceso y velocidad de Internet en la región sur de América. Esta organización estima que la obra quedará lista para 2020.
- Brasil, la principal economía de la región, tiene más de cien millones de personas conectadas a Internet, más de la mitad de su población, ubicándose en el quinto lugar del planeta después de países como China y Estados Unidos. El crecimiento de Brasil se debe a una interesante combinación de trabajo gubernamental y, sobre todo, ciudadano. En Brasil encontramos políticas de acceso y uso de Internet tan avanzadas como su ejemplar marco civil, que promueve el respeto de los derechos civiles en la red, así como cientos de proveedores independientes de acceso a Internet que funcionan como «pequeños productores» distribuidos por todo el país. Este es un caso digno de replicar en toda la región.
- En el norte de América, México y Costa Rica han avanzado a través de marcos regulatorios que intentan promover la competencia y aumentar la cobertura de Internet. México, en particular, tiene el reto de debilitar el monopolio de la empresa Telmex, propiedad del multimillonario Carlos Slim, que encarece el acceso a la red a la vez que ofrece baja calidad en sus servicios debido a la falta de competencia. Esto está cambiando rápidamente a favor de más de cincuenta millones de personas.
Cabe mencionar que la reforma de telecomunicaciones mexicana tiene aspectos que merman la neutralidad de la red —unos principios básicos de Internet que establecen un balance competitivo entre los proveedores de servicio y sus usuarios—. Sin tener en cuenta temas preocupantes para los derechos digitales de los mexicanos.
Tres formas distintas de hacer Internet
A continuación quiero presentar tres manifestaciones que, por su innovación política, técnica o ciudadana, ofrecen un buen panorama de la diversidad de formas en las que pensamos y usamos Internet en América Latina.
Ecuador: FLOK Society
Free/Libre Open Knowledge (FLOK) Society es un proyecto ecuatoriano de creación colaborativa de políticas públicas. Su objetivo es desarrollar una sociedad del conocimiento libre sustentada en la conectividad de Internet y sus redes.
Está inspirado profundamente por dos filosofías:
- La filosofía del software libre, en la que todo el conocimiento debe ser libre, compartido y creado en comunidad, inspirada, a su vez, por la llamada «ética hacker», nacida en los albores de la computación (principios de los setenta), que habla del derecho a acceder a todo el conocimiento.
- La Pachamama, que habla de «principios de reciprocidad (randi-randi) y organización del trabajo comunitario (maki-maki)», que, a su vez, conforman un procomún cultural de la región andina.
Guiado por esos principios, FLOK arrancó en 2013 convocando a decenas de expertos agrupados en temas estratégicos para el Ecuador, lo mismo políticos que abogados, académicos, artistas y hackers sentados en la misma mesa. Así nació la Cumbre del Buen Conocer y, como resultado, el libro colaborativo FLOK Society: Buen Conocer.
FLOK es una respuesta política opuesta al llamado «capitalismo cognitivo»:
«La Revolución del Conocimiento, que propone la innovación, la ciencia y la tecnología, como fundamentos para el cambio de la matriz productiva, concebida como una forma distinta de producir y consumir.»
FLOK sigue en marcha y, como el software libre, conforma un «código» de políticas públicas para que sean aprendidas y mejoradas en cualquier parte del mundo.
México: Rhizomatica
La misión de Rhizomatica es ofrecer acceso a las telecomunicaciones móviles a más de dos mil millones de personas para quienes el servicio es impagable, y para setecientos millones que ni siquiera lo tienen. ¿Cómo lo hacen? Utilizando software y hardware libre siempre que sea posible para la transmisión y recepción de datos, estudiando los aspectos regulatorios pertinentes y entrenando a las comunidades para que preserven la autonomía de sus comunicaciones.
El proyecto nació en Oaxaca, México. Su primera estación de telecomunicaciones fue instalada en una población zapoteca de tres mil habitantes llamada Talea, sin acceso a la telefonía y mucho menos a Internet. Según el coordinador del proyecto: «En Talea el equipo es del pueblo. Hubo una asamblea, la gente del pueblo dijo que sí querían la red, adquirieron el equipo con dinero de la comunidad y la infraestructura es de todos.»
Hay unas cincuenta mil comunidades similares en todo México, y Rhizomatica quiere que cada una también sea dueña de su propia infraestructura. Hasta el momento, el equipo de Rhizomatica, compuesto por hackers e ingenieros, ha instalado cerca de veinte redes de comunicación en diferentes comunidades oaxaqueñas.
Y, como ellos mismos lo mencionan, en 2015 se vieron favorecidos por un apartado de la reforma mexicana en telecomunicaciones que les permitirá transmitir en ciertas frecuencias si el objetivo es social, especialmente en zonas donde no existe infraestructura básica de telecomunicaciones. De este modo, la operación de Rhizomatica es completamente legal en México.
Esperemos que Rhizomatica siga creciendo para ofrecer acceso a las comunicaciones móviles en general, y a Internet en particular, a comunidades sacadas del mapa de Internet por los modelos de negocio de las empresas y el olvido del gobierno.
Cuba: el otro Internet
La falta generalizada de Internet en Cuba está dando lugar a «otro Internet», uno muy humilde que no usa cables, ni módems, ni infraestructura alguna para conectar dispositivos y personas: usa discos duros y, claro, personas que los transportan de un lugar a otro. Este es el llamado «Paquete semanal».
Se dice que solo el 5% de la población cubana cuenta con acceso regular a Internet, del cual solo el 1% es banda ancha. La señal WiFi solo funciona en áreas públicas, mientras que el costo por hora equivale al 20% de un salario promedio mensual.
En estas condiciones, el acceso a la red parece estancado en los años noventa. Así, es impensable ver vídeos de YouTube cotidianamente, leer tranquilamente cualquier diario del mundo, o montar una startup de tecnología como en otras partes del mundo.
Pero esa situación está cambiando con la paulatina retirada del embargo norteamericano en 2015. Para el año 2020 el gobierno cubano espera que el 50% de su población tenga Internet desde sus hogares.
¿Qué podemos encontrar en el «Paquete semanal»? Casi de todo. Series de televisión, telenovelas, músicas, películas, vídeos musicales, también una compilación de las principales revistas del mundo, software, aplicaciones para teléfonos móviles, etc. Hasta incluye anuncios de negocios locales.
¿Cuál es el origen de ese material? Alguien lo tiene que descargar la primera vez. La falta de material pornográfico y político sugiere que es el propio gobierno el involucrado en su producción, pero no sabemos más. Mientras tanto, es un negocio lucrativo que pronto caducará si el gobierno cubano cumple su promesa de conectividad.
¿Qué sigue?
Latinoamérica es una región de extremos culturales, políticos y también tecnológicos. Es natural encontrar tanta diversidad. Mientras algunos solo quieren consumir el último capítulo de su serie favorita, otros construyen empresas con Bitcoin para desarrollar las economías del futuro, todo por Internet.
¿Qué sigue para el Internet latinoamericano? A decir por los datos, vienen cinco años de transformación radical en la infraestructura y regulación locales que darán un dinamismo tremendo a los ciudadanos. Esto traerá beneficios enormes en todos sentidos, sobre todo en lo educativo y económico, pero también una preocupación latente en materia de derechos digitales.
Más allá de bytes, máquinas o código fuente, Internet es, sobre todo, conectar a personas, en local y global, a través de la información y el conocimiento. Hacer Internet es «aprender y crear incesantemente desde la red, en red, y para la red». Así que, ante la complejidad de las nuevas redes y conexiones que harán más Internet en Latinoamérica, solo queda participar y sorprendernos.
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