
Ethel Merman sentada frente a una máquina de escribir, 1953 | Walter Albertin, Library of Congress | Dominio público
Internet ha creado un nuevo contexto para el lenguaje y, por primera vez, ha situado el habla informal en el centro. Escribimos en minúsculas o utilizando la letra k con el propósito de crear un efecto concreto. Personalizamos el lenguaje para transmitir, a través de él, nuestra personalidad.
Cuando la opción generalizada para chatear era todavía el Messenger, las conversaciones eran muy diferentes de como son ahora; no por el contenido, sino por su estética. Las letras de todos los colores, de diferentes medidas, y tipografías, con animaciones y con unos códigos ortográficos que iban por libre eran los verdaderos protagonistas de la interacción digital. Cada conversación era un mosaico visual único que se asemejaba más al interior de los libros de Geronimo Stilton que a cualquier otra cosa.
Esta plataforma revolucionó la manera en que las personas se comunicaban en línea, al menos para una generación en particular, y, a la vez, dio lugar a una estética muy concreta. Los chats en esta plataforma no solo eran un espacio para la comunicación, sino que eran espacios de creatividad y personalización de la identidad digital donde las posibilidades visuales eran prácticamente infinitas. Messenger hizo de la conversación en línea un caleidoscopio de palabras y sonidos, donde chatear era prácticamente un proceso gamificado. Por ejemplo, en el caso de MSN, parar llamar la atención de alguien te conectabas y te desconectabas, generando una multiplicidad de ventanas y ruidos que eran también una forma de comunicación no verbal.

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Con la consolidación de Internet como una herramienta universal hemos situado, por primera vez en la historia, el lenguaje informal en el centro. Gretchen McCulloch, lingüista especializada en Internet, afirma en su libro Because Internet: Understanding the New Rules of Language que «Internet y los dispositivos móviles han supuesto una explosión de la escritura por parte de la gente normal y se han convertido en una parte vital para nuestras vidas totalmente ordinarias».
Internet es un espacio que nos ofrece nuevas formas y estilos de expresión escrita muy dinámicos. El lingüista David Cyristal ya apuntaba en 2022 que este nuevo entorno digital sería una revolución del ámbito lingüístico: «La revolución pocas veces sucede en la historia del lenguaje. El lenguaje hablado tuvo sus orígenes hace 50.000 años; posteriormente, la escritura nació hace 10.000 años; y ahora, en nuestros tiempos, contemplamos el advenimiento de un tercer medio: la comunicación mediante los ordenadores y las herramientas electrónicas».
Crear un nuevo contexto para el lenguaje no ocurre a menudo. Como dice McCulloch, hoy en día «todos tomamos decisiones lingüísticas todo el rato», nos pasamos el día escribiendo, ya sea redactando trabajos o correos, o enviando mensajes por WhatsApp o Instagram, o tuiteando. Ahora bien, es evidente que en función de la persona a quien nos dirijamos y de la aplicación desde donde lo hagamos los códigos cambian y no nos expresamos de la misma manera. Sobre esto, la lingüista apunta que «a veces, decidimos alinearnos con las personas que tienen la posición de poder durante la conversación, hablando como ellos, para así parecer más ricos o más educados».
Esto es lo que han hecho muchas mujeres en sus trabajos. Hay una broma recurrente en TikTok: muchas usuarias explican que en el trabajo han comenzado a «escribir mensajes de correo electrónico como los hombres», cansadas seguramente de un clima hostil y de un espacio laboral masculinizado. Pero ¿qué quiere decir esto exactamente? ¿Qué quiere decir escribir un mensaje de correo como «un hombre»? Según estos vídeos, consiste en eliminar todo tipo de cortesías y por supuesto sin emplear ningún signo de exclamación. El «¡Buenos días, Pere!» se convierte en «Buenos días», y el «¡No dudes en ponerte en contacto conmigo si tienes cualquier consulta!» simplemente no existe.
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En este caso, como definiría McCulloch, estas mujeres se están adaptando a los códigos lingüísticos de otros grupos, pero no siempre es así. Por esta razón la lingüística destaca que «a veces decidimos alinearnos con otros grupos para mostrar pertenencia, que somos guays, antiautoritarios o más relajados».
En un fragmento del libro Poeta chileno, de Alejandro Zambra, Vicente, uno de los personajes, dice, hablando sobre poesía: «Todos los versos empiezan con minúscula, porque así se escribe ahora, empezar los versos con mayúscula, especialmente si se trata de un primer verso, es señal de conservadurismo estético».
Aunque se esté refiriendo a las nuevas tendencias de la poesía contemporánea, también puede extrapolarse a la estética general del lenguaje actual. De hecho, este sentimiento de querer parecer relajados o antiautoritarios, como dice McCulloch, casa a la perfección con la tendencia de la renuncia a las mayúsculas a la hora de escribir desde el móvil o el ordenador.
Bastante gente joven elige escribir con tipografía minimalista para crear «un efecto concreto», afirma McCulloch, pero ¿un efecto de qué? ¿Parecer más desenfadado, más effortless, más estético o incluso artístico? De hecho, algunos cantantes del mainstream se han decantado por esta tendencia en sus proyectos, como, por ejemplo, en el caso de Ariana Grande con uno de sus álbumes más exitosos, thank u, next, o Taylor Swift con sus discos más intimistas folklore y evermore.
just lost the idgaf war (i turned auto caps off) pic.twitter.com/HlITANS7mO
— Ethel Cain’s gay intern (@jambettestan) February 27, 2023
En un fórum sobre música, moda y arte, un usuario escribía en 2016:
me he dado cuenta de que la gente teclea así. tengo dudas. a veces pienso que es guay. a veces pienso que es falso porque parece que la gente está esforzándose demasiado en ser artístico. ¿qué pensáis? supongo que es minimalista, cosa que me gusta. también pienso que las letras mayúsculas no son necesarias. ¿por qué existen? las mayúsculas me parecen elitistas, como si quisieran ser más importantes y especiales que las otras letras. es un esfuerzo innecesario tener que estar constantemente apretando el botón shift en el teclado. honestamente me siento mucho más ligero y relajado tecleando así. supongo que esto es más el equivalente de estar sentado en el sofá y hablando con los amigos mientras te tomas algo.
Las decisiones estéticas del lenguaje digital no terminan con la decisión de desactivar las mayúsculas en la configuración del móvil. De la misma manera que hay quien opta por esta opción minimalista, hay quien elige la opción contraria: alternar mayúsculas con minúsculas cuando no toca, como forma de resaltar mucho las emociones, o utilizar la letra k.
Una estética mucho más expresiva y emocional que recuerda a los chats de Messenger, Fotolog o al Internet de principios de milenio. Una tendencia seguramente influenciada por el regreso de la moda de los 2000 o Y2K, que lleva meses ocupando nuestro imaginario –y toOOOoooodas las tiendas de Inditex–. Una de las exponentes más evidentes de esta estética es Rosalía, que a menudo utiliza eStEEtiiPOo de tecleado cuando escribe en redes e, incluso, una de las canciones de su disco Motomami se titula «CUUUUuuuuuute», que claramente no es lo mismo que decir «Cute» o «cute».
«Hay que hacer un cursillo para saber cómo se escriben los nombres de los artistas o sus canciones», apuntaba Jordi Bardají, periodista de El País, meses después del lanzamiento de Motomami. Cuando Rosalía optó por esta estética lingüística, buena parte de la crítica musical más conservadora interpretó con paternalismo la propuesta de la cantante tildándola de «infantil» o «adolescente», como si Rosalía no hubiese planificado al milímetro escribir de esta manera para adaptarse perfectamente a los códigos más modernos del lenguaje digital.
@rosalia
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Todas estas deformaciones demuestran que el lenguaje está vivo. McCulloch señala que las formas, la gramática, las palabras, el vocabulario o el tono «continuarán cambiando», es inevitable, y se seguirán adaptando «a la lengua oral, a cómo escribimos los mensajes o a cualquier red social que tengamos en el futuro». En este artículo, nos hemos centrado en el lenguaje verbal, pero todavía podríamos alargarnos mucho más si analizásemos la rapidez con la que cambiamos otras formas no verbales de comunicación como los gifs, stickers, emojis o memes, que son vitales y extremadamente caducos en el mundo digital. Contestar ahora con un gif –cuando hasta los propios dueños de la empresa Giphy sentenciaron su muerte, diciendo que enviarlos era cringe– es también una forma de presentarse en el mundo digital.
Pero ¿por qué tanta atención a las decisiones lingüísticas? Es importante entender que, a la hora de escribir, la generación de los más mayores, de los que no han crecido con Internet, los llamados baby boomers, se centra más en la practicidad. Ven el hecho de enviar mensajes «como una herramienta para transmitir información, y a veces emoción, nunca personalidad», indica Angela Low en «Why Do Boomers Text the Way They Do?», y aquí radica una diferencia clave. Nuestros padres nunca encontrarían ningún inconveniente en responder «ok» durante un intercambio de mensajes, mientras que si lo hiciésemos nosotros, en otro contexto, sería interpretado como un mensaje seco o malhumorado.
Esta personalización del lenguaje es como intentar dar un toque diferente a un uniforme o como querer decorar la habitación con todo lo que te gusta y te representa para que, al abrir la puerta, la sientas tuya.
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