Escrituras en el laboratorio

Kosmopolis. CCCB © Albert Uriach, 2011.

Si partimos de la hipótesis que es más pertinente hablar hoy en día de escrituras que de literatura, porque el primer concepto es abarcador y el segundo –en cambio– limitador, podríamos organizar algunas de las más interesantes tendencias de las escrituras hispánicas en las siguientes categorías: mimesis y reelaboración de los nuevos lenguajes tecnológicos, escritura en directo, recuperación de formatos artesanales, performance, autoría colectiva y compleja, y sampleo y remake. A continuación describo sucintamente algunas de esas tendencias y pongo algunos ejemplos hispánicos de ellas. No es mi intención ser exhaustivo, sino dar algunas pistas para que a partir de ellas el lector interesado pueda encontrar sus propias lecturas y, sobre todo, establecer su propio índice de líneas de desarrollo de la literatura actual.

Mimesis y reelaboración de los nuevos lenguajes tecnológicos

En 2009, la editorial Penguin publicó Twitterature, una compilación de resúmenes de las grandes obras de la literatura universal en veinte o menos tweets. El año pasado, la Royal Shakespeare Company estrenó un Romeo y Julieta reescrito en 4000 tweets. Se habla de “story hacking” para englobar este tipo de intervenciones y reescrituras (Jay Bushman, por ejemplo, que se define como “story hacker” y “productor de teatro Twitter”, ha adaptado Benito Centeno, de Herman Melville). En esa línea, la agrupación mexicana La Cámara Verde hizo una convocatoria pública de reescritura del cuento Es que somos muy pobres, de Juan Rulfo, en una serie de no más de veinte mensajes de 140 caracteres. En las bases se decía que eran posibles “todas las formas de re-escritura: apropiación, reciclaje, copiado, transcripción, détournements, testereo”. El ganador fue publicado en el espacio de La Cámara Verde en el Diario de Poesía de la UNAM.

Detrás de la iniciativa se encontraba la escritora Cristina Rivera Garza, que publicó en la sección de cultura del diario mexicano Milenio la siguiente columna. La limitación aforística de Twitter o el informe de búsquedas que han conducido a tu propio blog, por tanto, son dos de las formas que Internet proporciona para investigar en nuevas estrategias narrativas. Rivera Garza es una de las autoras que con mayor tesón están trabajando en el ámbito de la ciberliteratura, en su blog No hay tal lugar. U-tópicos contemporáneos. Suyo es el concepto “blogsívela”. Y, entre otras líneas de creación, encontramos en su blog los links a las entregas de Las aventuras de la increíblemente pequeña, una fotonovela de carácter lírico que investiga en distintas formas de diseño y de escritura, entre ellas la del power point.

Por supuesto, son muchos los narradores que están creando en el ámbito de las narrativas digitales y multimedia y que, por tanto, reflexionan sobre estos nuevos tipos de estructuras y recursos. Entre otros: Doménico Chiappe, Jaime Alejandro Rodríguez, Blas Valdez, Diego Bonilla, Antonio Rodríguez de las Heras o Belén Gache. En Alba Cromm (2010), Vicente Luis Mora trabajó en paralelo en una narración de estirpe cervantina y en dos blogs donde se creaban la voz y la psicología de sendos personajes. En Diario de las especies (2010), de Claudia Apablaza, y en Las teorías salvajes (2008), de Pola Oloixarac, la estructura de la red o el contenido de un disco duro emigran a las páginas en papel. Es imparable la incorporación, consciente o inconsciente, de la formas de búsqueda de información, del concepto de hipervínculo o de las formas de convivencia entre texto e imagen, integrados en la textualidad literaria. También es imparable, a juzgar por su importancia en los proyectos de escritores nacidos en la década de los 80 y 90, de las páginas web personales, los blogs o los perfiles de redes sociales en obras-en-marcha: como muestrario, el venezolano Willy Mackey y la española Luna Miguel.

Escritura en directo

A principios de la década pasada, Eugenio Tisselli programó Midpoet, un software para manipular texto e imagen en tiempo real usando instrumentos musicales u otros interfaces. El resultado se iba proyectando en una pantalla. Durante los últimos tres años se ha extendido en el ámbito hispánico la actuación en directo del escritor. A las tradiciones ya clásica del spoken word, la performance y la teatralización (la más extendida: la mesa redonda, la conferencia, la entrevista pública, etc.), se le ha añadido la traslación del escritorio y el ordenador a un espacio público, para que los asistentes puedan leer en una pantalla lo que el autor está en ese momento produciendo. Según la codificación del Jam de Escritura impulsado por Adrián Haidukowski en Buenos Aires, la pantalla y el teclado se completan con la presencia de un DJ que pincha también en directo. Ese formato, con múltiples variaciones, ha sido exportado con éxito a Barcelona, México D.F. y Caracas. Son decenas los escritores que han llevado a cabo esa experiencia, que se inscribe en el contexto de espectacularización actual de las artes y prácticas profesionales, pero que posee una larga serie de precedentes, sobre todo de escritores o de artistas plásticos vinculados con la escritura que llevaron su estudio a una galería de arte.

Recuperación de formatos artesanales

La lenta transición entre el libro en papel y el e-book, en el marco de la crisis económica global, está provocando reacciones de rechazo (relativo) de lo tecnológico y regreso (parcial) a lo artesanal. En Barcelona, la emergencia de fanzines literarios en los últimos meses se puede interpretar desde esas coordenadas: Mapache Press, 5000 Negros. Un fanzine pulp, Huérfanos fanzine o El juguete rabioso. Otras propuestas, en otras localizaciones, más profesionales (formal, literaria o artísticamente), son las de Fuego Fanzine (arte contemporáneo), Elefante rosa fanzine (poesía experimental), La Fanzine (con versión completa on-line: lafanzine.blogspot.com), Vinalia (pulp), La lengua fanzine (poesía) y un largo etcétera.

El último proyecto de Mario Bellatin también se inscribe en ese panorama. Con el título de Los cien mil libros de Mario Bellatin, supone la recuperación simbólica de los derechos de autor sobre los libros que ha escrito y publicado hasta el momento, mediante la reimpresión artesanal y la distribución directa de esos títulos. Entre la literatura y el arte contemporáneo, Bellatin ha reconfigurado su propia casa para albergar en ella los anaqueles que le permitan convivir a partir de ahora con las autoediciones de su propia obra. El objetivo es escribir y publicar cien libros, en tiradas de mil ejemplares, que actúen como termómetro o cuenta atrás de su propia vida. Y recuperar la relación directa con la propia obra y con los lectores propios. Con una maleta fabricada ex profeso, que se convierte en un escritorio portátil, Bellatin circula por los congresos literarios y la vida cotidiana transportando siempre ejemplares de Los cien mil libros…, en busca de lectores que quieran adquirirlos directamente de su autor. Cada venta por tanto, es una performance.

Performance

A principios de siglo, la crisis económica que afectó a Argentina provocó, directa o indirectamente, la búsqueda de nuevas relaciones entre los productores y los receptores de cultura. Junto con la popularización de los recitales de jóvenes poetas, en que se llevaba a cabo la venta directa de los libros que se presentaban, o el nacimiento del jam de escritura (con el patrocinio de Random House Mondadori), se pueden observar otros fenómenos en los que se relaciona la literatura y el teatro o la performance. Desde la reflexión teatral, Vivi Tellas, que empezó en 1995 a trabajar en los intersticios entre espacios y artes distintos con el proyecto Museos (obras que surgen del contacto entre directores dramáticos y museos), alumbró la década pasada el concepto de biodrama, sobre la base de que todos los seres humanos tienen una historia que contar. En 2003, el proyecto Archivos-Documentales en Vivo, a través de la idea de crear un teatro en el Umbral Mínimo de Ficción, inició una línea de trabajo que condujo a colaboraciones como Cozarinsky y su médico, con el escritor Edgardo Cozarinsky. De modo que un autor de prestigio trabajaba estrechamente con una directora de teatro para contar en un escenario, en directo, su experiencia real de superación de una grave enfermedad. El autor, más allá de la tradicional escritura de una obra teatral o de un guión cinematográfico, deviene actor autobiográfico, performer de no ficción. En España, Sonia Gómez (con espectáculos como Mi madre y yo, 2004) o Ignasi Duarte (con su concepto de “teatro automático”, que vehicula a través de conversaciones en directo con escritores) serían ejemplos de un trabajo afín al generado por Tellas en Argentina.

Constituye una tendencia importante de nuestros días la actividad performática de los escritores. El mexicano Mario Bellatin, los argentinos Gabriela Bejerman y Washington Cucurto, los peruanos Gabriela Wiener y Jaime Rodríguez Z. o los españoles Javier Calvo, El Cangrejo Pistolero, Agustín Fernández Mallo y Eloy Fernández Porta son algunos de los escritores hispánicos actuales que están trabajando, en paralelo a su producción escrita, en la escenificación de espectáculos. La tendencia, en sí, no es nueva; aunque lo sea su proliferación y, sobre todo, su aparente despolitización. En los años 80 y 90, autores como los chilenos Diamela Eltit, Raúl Zurita y Pedro Lemebel, por ejemplo, vincularon sus prácticas performáticas con la denuncia de la violencia institucional. En el contexto posposmoderno, en cambio, la protesta no es obvia ni prioritaria. Sí lo es, por lo general, la espectacularidad.

Autoría colectiva y compleja

Es innegable la espectacularidad de los dos proyectos on-line que, hasta la fecha, ha firmado el colectivo Hotel Postmoderno. El primero fue la narración digital Suicídame (2010); que fue seguida al año siguiente por la “fan fiction creada en directo” o el “reality show hispanoargentino” Los siete vampiros. Antes de esas incursiones en el mundo digital, Hotel Postmoderno publicó dos libros colectivos, Hotel Postmoderno (2008) y De La Habana un barco (2010). La estructura que sostiene esos proyectos es la de la red abierta. No se trata de un colectivo artístico cerrado, sino de un número variable de escritores, en colaboración con actores, músicos, diseñadores gráficos, programadores informáticos, etc.

La hipernovela está dando frutos interesantes. Por ejemplo, el relato pionero de anticipación Condiciones extremas (1998), escrito por Juan B. Gutiérrez, Alberto Rodríguez, Tamara Peña y Giovanni Castro, con cuatrocientos enlaces que aseguran diversos itinerarios de lectura. La complejidad de la autoría es todavía mayor cuando entramos en el ámbito de la literatura ergódica: la autoría no es sólo múltiple, sino que además no está controlada. Como laWikiAventura, relato abierto e imprececible, escrito en segunda persona y, por tanto, dirigido directamente a un lector que, para que la narración progrese, debe en algún momento implicarse, seguir creando.

Sampleo y remake

El escritor hispano-peruano Fernando Iwasaki es autor de un microrrelato titulado Remake y de otro titulado Caperucita reloaded. Este mismo 2011 se ha publicado El Hacedor (de Borges), remake, de Agustín Fernández Mallo. Ese tipo de operaciones, que también tienen muchos precedentes en la historia de la literatura, se han extendido en los últimos años, mediante giros post-conceptuales, y ha llevado también a una serie de best sellers construidos mediante la expansión de obras clásicas. A raíz de Orgullo y prejuicio y zombis, fruto de la intervención de Seth Grahame-Smith a partir del original de Jane Austen, encontramos: Android Karenina, Robin Hood and Friar Tuck: Zombie Killers o Romeo & Juliet & Vampires, entre muchísimos otros títulos. Lejos de la voluntad comercial y cerca del arte conceptual, el escritor argentino Pablo Katchadjian publicó en 2009 El Aleph engordado, una expansión del cuento original de Borges (antes había llevado a cabo otro remake, El Martín Fierro ordenado alfabéticamente, un ejercicio sin reescritura, a través de la opción de ordenación alfabética de Word, con un resultado poético brillante, en la línea de la poesía combinatoria y sin intervención humana, como la que lleva a cabo Eugenio Tisselli).

Marina Zerbarini ha reelaborado dos relatos de Joyce en Eveline, fragmentos de una respuesta. Muchos de esos trabajos son difundidos a través de blogs personales, páginas webs y revistas digitales; o en tiradas limitadas, a menudo artesanales; o en revistas atentas a la experimentación literaria, como Quimera o Bostezo. En el último número de ésta encontramos Snuff sampler, donde Eloy Fernández Porta se transforma en seleccionador, montador y traductor, y crea una escena a partir de diez fragmentos literarios (de obras de Juan Francisco Ferré, R. M. Barry, Vicente Muñoz Álvarez, Hubert Selby, Violeta C. Rangel, Miquel de Palol, Dennis Cooper, Bret Easton Ellis, Benjamin Weissman y el propio autor).

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  • Ferran Cerdans Serra | 31 mayo 2011

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