El germen de las amenazas modernas

Varios expertos exploran las amenazas ocultas de la sostenibilidad y la manera de abordarlas, en la publicación insígnia del WorldWatch: La situación del mundo.

Soldado y caballo del cuerpo de veterinarios del ejército canadiense, 1916.

Soldado y caballo del cuerpo de veterinarios del ejército canadiense, 1916. Fuente: Bibliothèque et Archives Canada.

En “La Situación del Mundo 2015”, la publicación insignia del  Worldwatch Institute, varios expertos exploran las amenazas ocultas a la sostenibilidad y la forma de abordarlos, con el objetivo de arrojarr luz sobre unos desafíos que ya no podemos permitirnos el lujo de ignorar. Gracias a Island Press e Icaria Editorial, presentamos en exclusiva un fragmento de la introducción a ese informe, que en setiembre se publica en castellano.

Creemos que entendemos el daño que estamos causando a la naturaleza: contaminación, escasez de agua, calentamiento global… Pero estos problemas son sólo la punta del iceberg. Cuestiones más profundas incluyen la inseguridad alimentaria, los activos financieros drenados del valor por daños al medio ambiente y un rápido aumento de las enfermedades de origen animal . Estos y otros problemas se encuentran entre las consecuencias declaradas de un sistema mundial que no parece sostenible a largo plazo.

La humanidad está tardando de forma desmesurada en aceptar la creciente realidad de un clima desestabilizado. Si bien científicos y otras personas aportan constantemente información sobre sus probables repercusiones, como la subida del nivel del mar, sequías, inundaciones, violentos temporales, algunos de sus efectos siguen sin detectarse o se subestima su importancia. En los siguientes capítulos analizamos varios de estos desafíos, que no solo conciernen a las propias dinámicas ambientales, sino también sus repercusiones en el ámbito social, económico y político.

Energía, deuda y fin del crecimiento

Las economías prósperas y la cultura del crecimiento que las naciones industrializadas asumen como algo normal, y a las que aspiran las demás naciones, se basan en la energía barata (principalmente fósil). Pero como se explica en el capítulo 2, ya hemos explotado los yacimientos energéticos de más fácil extracción, por lo que seguir impulsando el crecimiento continuo requiere cantidades crecientes de energía y de inversión, hurtando recursos a las demás actividades. Además, los miles de “esclavos” energéticos que trabajan para nosotros se encuentran en la cuerda floja: la energía debe costar lo suficiente para generar ganancias para los productores, pero ser suficientemente barata para resultar asequible para los consumidores. Cuanto más suban los precios para hacer rentable la producción, más probable será que se genere una situación de reducción de la demanda, malestar económico y endeudamiento creciente.

Frenar el crecimiento

El crecimiento económico es el causante de una mayoría de los problemas ambientales y ha generado un mundo donde las actividades humanas han crecido demasiado para que el planeta pueda albergarlas sosteniblemente. Los bosques están siendo arrasados, se secan los ríos, se extinguen las especies y los seres humanos están cambiando el clima, todo ello impulsado por el ansia de crecimiento. Pocas personas reconocen sin embargo que hemos de abandonar el crecimiento como objetivo nacional. El crecimiento se considera de forma generalizada como algo inevitable e indispensable, aunque hace escasamente 50 años que comenzó a formar parte de las políticas nacionales. Afortunadamente, como sostienen los autores del capítulo 3, es posible el cambio hacia una economía que no esté impulsada por el crecimiento del flujo de materiales, pero que siga ofreciendo un empleo adecuado y reduzca las desigualdades y el impacto ambiental.

Activos inmovilizados

Seguir invirtiendo en un sistema energético basado en los combustibles fósiles –y especialmente en formas de «energía extrema» como las arenas bituminosas, los depósitos de petróleo del Ártico, el petróleo y el gas de esquisto y la minería de carbón que arrasa montañas– conducirá a las sociedades a un callejón sin salida. Los científicos advierten que la mayor parte de los recursos probados de combustibles fósiles nunca podrá tocarse si el mundo quiere evitar un cambio climático desbocado. Prolongar este tipo de inversiones –agrandando con ello la “burbuja” del carbono– expone a riesgos incalculables no solo a las empresas de energía y a los exportadores de combustibles fósiles, sino a los fondos de pensión, las autoridades municipales y otras entidades que invierten en este tipo de empresas esperando retornos financieros a largo plazo, que es el problema analizado en el capítulo 4. En ausencia de políticas alternativas, el mundo puede enfrentarse a una elección amarga entre el caos climático y la fatalidad económica.

Disminución de las cosechas

La pérdida o degradación de recursos claves para la agricultura –especialmente los suelos, las aguas y un clima estable– está generando un sistema agrícola mundial donde el suministro de alimentos básicos para un número creciente de países depende de los mercados internacionales. En el capítulo 5 se expone que una estrategia de importación de alimentos reduce en numerosos países la presión sobre los recursos agrícolas, especialmente el agua, pero también les hace más vulnerables a las perturbaciones de abastecimiento ocasionadas por malas cosechas, manipulación política y otros factores que escapan a su control. 

Declive de los océanos

Una mayoría de seres humanos tiene una relación distante con los océanos, pero su situación influye profundamente en nuestra existencia. Y esa situación es cada vez más desesperada. La sobrepesca está comprometiendo la capacidad de los océanos para suministrar la proteína de la que dependen unos 3.000 millones de personas. Las aguas oceánicas constituyen además un importante sumidero de las emisiones de carbono provocadas por el hombre y del calor que éstas retienen en la atmósfera, pero es posible que el ritmo de absorción de calor y de emisiones se esté ralentizando. La absorción de carbono está cambiando además la acidez de las aguas, amenazando la supervivencia de organismos marinos vitales e incluso haciendo peligrar la propia red trófica marina. En el capítulo 6 se analizan estos peligros.

Investigadores en el Ártico, 2011.

Investigadores en el Ártico, 2011. Fuente: NASA Goddard Space Flight Center.

Cambios en el Ártico

El Ártico es un escaparate de los efectos del cambio climático, especialmente por el alarmante descenso estival de los hielos marinos y sus efectos de realimentación positiva para el calentamiento. La región constituye asimismo un motivo de disputa, a medida que la expansión de las aguas libres facilita el acceso al petróleo y otros recursos, muy atractivos para los países ribereños. Como analiza el capítulo 7, la lucha de los pueblos árticos por garantizar que permanezca en sus manos el destino de la región que ellos consideran su hogar, y no a merced de las gentes del sur que aspiran a imponer sus propias prioridades políticas, pasa casi desapercibida.

Enfermedades emergentes de origen animal

Las actividades humanas alteran los sistemas ecológicos en todo el mundo, aumentando la probabilidad de propagación de enfermedades infecciosas de los animales al ser humano, como ya ha ocurrido con el virus del Ébola y del SIDA. Los científicos estiman que más del 60% de las 400 nuevas enfermedades infecciosas humanas que han aparecido en los últimos 70 años son de origen animal. Y esta amenaza aumenta a medida que cambios en los usos del suelo ponen en contacto a poblaciones humanas y animales, que se intensifica la ganadería y que se incrementa la utilización de antibióticos en la cría de ganado. En el capítulo 8 se afirma que a pesar de la creciente atención dedicada a pandemias de gran notoriedad como el Ébola, ni los gobiernos ni la gente son conscientes de que este tipo de brotes son los síntomas de un problema sistémico, global.

Emigrantes climáticos

Finalmente, los desplazamientos de población debido al cambio climático y otros acontecimientos ambientales adversos podrían socavar el tejido social de las sociedades afectadas, y desencadenar una competencia creciente por los recursos, el empleo y los servicios sociales en las zonas receptoras. La rapidez, dirección y extensión de estos movimientos poblacionales siguen siendo en gran medida hoy en día meras conjeturas, pero podrían tener consecuencias económicas y políticas profundamente desestabilizadoras en el futuro. El capítulo 9 sostiene que adoptar medidas de adaptación a tiempo –incluyendo el apoyo a emigrantes así como a quienes carecen de recursos para trasladarse– puede ayudar a las personas, y a las sociedades en general, a afrontar las repercusiones de un clima cambiante.

Conclusión

El ingenio humano ha creado sociedades técnicamente avanzadas y maximizado la producción de bienes y servicios. Nuestros sistemas económicos están programados para exprimir un volumen creciente de recursos de un planeta cada vez más amenazado –bien sea más petróleo y gas procedente de yacimientos subterráneos, más leche de las vacas, o más excedentes económicos de la fuerza laboral humana. Aunque el debate sobre los sistemas políticos gira con frecuencia en torno a nobles ideas como la libertad, la democracia y las distintas formas de representación, en el fondo están diseñadas para respaldar el proceso de maximizar los flujos de energía y de materiales.

Pero esto se ha logrado a costa de debilitar la diversidad biológica y de comprometer los sistemas naturales, y es el resultado de una serie relativamente pequeña de factores y circunstancias, que van desde las condiciones naturales hasta las instituciones humanas. Sin embargo, estas circunstancias podrían ser borradas de un plumazo algún día por las graves conmociones que entraña un clima desestabilizado, poniendo en cuestión no ya la capacidad de las sociedades de prosperar, sino de adaptarse y posiblemente incluso de sobrevivir. Esto es particularmente cierto si las sociedades no reconocen oportunamente las amenazas ocultas.

Podría ocurrir que los mismos pilares del éxito contemporáneo –entre otros el alto grado de especialización, la complejidad, las múltiples interrelaciones– resulten ser el talón de Aquiles de la humanidad. La especialización funciona bien únicamente dentro de determinados parámetros estrictamente controlados, pero resultar inútil en circunstancias cambiantes. La complejidad y las interrelaciones multiplican las fortalezas y ventajas de un sistema viable, pero también hacen que sea vulnerable a una sucesión rápida de impactos desestabilizadores con efectos en cascada. Este tipo de sistema altamente productivo tiene en realidad una baja resiliencia debido a que centra su atención constantemente en reducir cualquier holgura o redundancia –precisamente las características que permiten que se materialice la resiliencia.  El autor Thomas Homer-Dixon cita a un destacado ecologista canadiense, Buzz Holling, que ha advertido que cuanto más prolongada sea la atadura de un sistema a una trayectoria insostenible de crecimiento, «será más vulnerable, y más grande y dramático su colapso». [1]

Visto a través de esta lente más amplia, resulta evidente que el reto de la humanidad no se parece en absoluto en nuestros días al de las décadas de 1960 y 1970, cuando desarrollar tecnologías de reducción de la contaminación y disminuir el grado de despilfarro de los recursos ofrecía una respuesta más o menos adecuada a los problemas más urgentes de entonces. El mundo necesita ahora adoptar soluciones que transformen de manera fundamental el sistema entero de producción y consumo, que hagan avanzar a las sociedades de una situación excedentaria a una de escasez en energía y materiales, y que desarrollen la previsión necesaria para detectar las amenazas a la sostenibilidad que están todavía ocultas. Esto excede con mucho el ámbito de las adaptaciones técnicas, y exige en cambio una ingeniería social, económica y política a gran escala, en un esfuerzo por crear los cimientos de una civilización humana más sustentable.

Extracto de La situación del mundo 2015 por el Worldwatch Institute. Copyright ©2015 The Worldwatch Institute. Icaria Editorial, Barcelona, España.


[1] Thomas Homer-Dixon, The Upside of Down: Catastrophe, Creativity, and the Renewal of Civilization (Washington, DC: Island Press, 2006), 253. Ver también discusión de Homer-Dixon’s en el capítulo 9 de su libro para un análisis ampliado de los ciclos de crecimiento, colapso, regeneración y nuevo crecimiento en el contexto de los sistemas forestales. Características similares pueden observarse en las sociedades humanas.

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