Cristina Rivera Garza: «Escribir es vaciar»

Conversamos con la autora mexicana Cristina Rivera Garza, una de las voces más relevantes de la literatura latinoamericana actual.

En esta entrevista, Cristina Rivera Garza, directora del doctorado en escritura creativa en español de la Universidad de Houston –el primero que existe en Estados Unidos–, nos regala una clase magistral sobre la escritura como un proceso y un acto colectivo y de acompañamiento a los lectores.

Leer a Cristina Rivera Garza es una experiencia completa. Su trabajo llega a muchos lugares distintos de nuestros cuerpos y nuestros corazones. Tiene un poder de convocatoria y reunión maravillosos. Y nos une. De alguna manera, leer a Cristina Rivera Garza nos une. Nos convoca, nos conmueve, nos acoge. Su literatura es el regalo de un terreno baldío en el que solo crece lo que somos capaces de construir con ella. Y ella es meticulosa, selectiva, rigurosa. Su creatividad genera incluso el pensamiento que le permite escribir.

Sí, leerla es una experiencia completa.

He tenido la suerte de entrevistarla para el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en 2023. Tenía preguntas guardadas desde hace mucho tiempo y conversaciones pendientes. De ella he aprendido siempre, y en el Campus Lolita de investigación de la literatura aplicada, que dirijo, sus libros son una referencia. Tiene muchos. Y a pesar de encontrar en ella una voz que sepamos identificar, es una escritora valiente que trata de seguir buscando qué más puede ocurrir cuando la literatura la atraviesa a ella.

Siempre ha buscado el margen para explicarse la periferia.

Y nos ha enseñado a encontrar en ese margen raíces podridas de flores que podrían haber sido preciosas. Raíces mancilladas, humilladas, olvidadas; a las que ella hace brotar regresándolas a la vida. No solo con su poder de creación. Cristina Rivera Garza ha seguido siempre al pie de la letra el consejo de Cortázar que nos sugiere tratar siempre a la lectora como si fuera la persona más inteligente del mundo. Lo es. Y Cristina Rivera Garza es una escritora que no solo lo comprende sino que lo honra. Su voz es la de nuestra comunidad lectora pero también la de una comunidad social.

He pasado una gran parte de mi vida en México, país al que siento casa, y recuerdo cuando viviendo allá descubrí sus libros. No es mucho mayor que yo, nos llevamos apenas seis años. Pero seis años, cuando estudias, es mucho tiempo. Y a pesar de no estar tan alejada de mi generación siempre la he considerado una maestra. Recuerdo el poder deslumbrante que me impactó al leerla por primera vez. Era su libro Nadie me verá llorar y era 1999. Lo compré en una librería del barrio de Coyoacán en la Ciudad de México. Y su lectura fue uno de aquellos momentos que condensan un camino recorrido y te impulsan hacia un lugar nuevo. Un descubrimiento. Luego la seguí leyendo: Lo anterior, La muerte me da y, más recientemente, Autobiografía del algodón y la carta de amor y lucha que es El invencible verano de Liliana.

Pero antes. Entre la primera lectura de su obra narrativa y la última descubrí en ella una voz socialmente responsable que se convirtió en referencia casi ética. Dolerse, Los muertos indóciles y Condolerse han sido libros que he utilizado más allá de mí y del campus de investigación. Son casi ladrillos para intervenir nuestras sociedades. Casi certezas. Pero es que Cristina Rivera Garza nos acompaña siempre. En nuestra preocupación social y nuestra lucha de género, en una dignidad histórica que le es impronta; lean si no el fabuloso libro La Castañeda, sobre un manicomio de principios de siglo en la Ciudad de México. Lean sus estudios sobre la voz literaria, su creación y su impacto. Es una escritora global, fuerte, profundamente íntima y social.

Recuerdo haberla leído en muchos momentos de mi vida.

Y recuerdo la sensación de que me acompañara siempre.

Cristina Rivera Garza. Violencias íntimas

Es una de esas escritoras de cabecera. Una escritora que investiga sin temor a equivocarse, una artista que nos cobija en sus mundos creados y una linterna que ilumina este mundo que pisamos. Y para muestra un botón, como se suele decir en Catalunya. Su última obra publicada, El invencible verano de Liliana, se ha convertido casi en un nuevo género. En México ha generado cambios necesarios y encuentros maravillosos. Su voz para hablar del feminicidio de su hermana es nuestra voz igualmente doliente, desesperada, incómoda e impotente. Pero ella consigue que se nos escuche más que a los agresores; consigue imponer no su voz sino la nuestra frente a la derrota; consigue, diría, que ganemos. Lo hace por nosotras, por la literatura y por ella. Lo hace por el país del que viene y por todos los países que habita. Y lo hace, sobretodo, por su hermana. Una mujer valiente, fuerte e inteligente que murió asesinada por su pareja: otro hombre impune.

Cristina Rivera Garza ha esperado a tener una carrera que le sirva de sostén antes de escribir este, emocionalmente, diría que su primer libro. La literatura la ha acompañado de la mano hasta este momento terrible en el que ha decidido contarse a sí misma la verdad, reconstruirla y pedirnos que la acompañemos en ese tránsito. «Liliana, no te olvidamos» se puede leer hoy en pancartas y pintadas en las manifestaciones de México. Su muerte ya nos compete a todas porque habla de todas. Pero para conseguir esto Cristina Rivera Garza, con la elegancia natural con la que escribe, no ha recurrido a la emoción sino al asombro. Claro que nos conmueve, claro que nos sacude, pero además nos centra. Consigue situar a su hermana en el lugar exacto en el que la sociedad debería haberla puesto. Y logra que su grito sea el nuestro. Contigo, hermana.

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  • gabriela | 15 noviembre 2023

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