Brevísima historia de la música trap

Repasamos los orígenes y las señas principales de este género musical estrechamente vinculado a las tecnologías digitales e internet.

Jóvenes músicos en Skyline Farms, Alabama, 1937

Jóvenes músicos en Skyline Farms, Alabama, 1937 | Ben Shahn, Library of Congress | Dominio público

El trap es mucho más que letras polémicas y voces con autotune. El auge de este género está muy relacionado con la democratización del acceso a las nuevas teconologías, tanto a la hora de crear como de difundir creaciones musicales. Max Besora, coautor de Trapologia (2018), hace un repaso a la historia de este estilo que ha seducido a jóvenes de medio mundo.

Aunque no hayas oído hablar del trap, probablemente lo habrás escuchado sin saberlo en el teléfono de alguien sentado a tu lado en el metro o en el hilo musical de alguna tienda o centro comercial mientras comprabas en rebajas cosas que ni sabías que necesitabas. La música trap es un subgénero del rap que apareció a principios de los noventa en los barrios más pobres de Atlanta (EUA), donde estaban las trap houses, casas donde se produce y vende crack y otras drogas, y donde los consumidores se encuentran «atrapados» hablando de su propio submundo y con su propio slang al margen del sistema.

La palabra trap comienza a sonar a finales de los años noventa a través del colectivo Dungeon Family. Sin embargo, para entender el nacimiento de la música trap tenemos que remontarnos al origen del hip hop y a las fiestas que se celebraban en el Bronx en los años setenta, con DJ’s y MC’s como Afrika Bambaataa, Kool Herc, Grandmaster Flash y otros que rapeaban sobre beats mezclados. Al salir del gueto y ser comercializada como música en los años ochenta, surgen grupos como Public Enemy, Rakim, KRS-One o Native Tongues, conocidos como la Nueva Escuela, que rapean una poética callejera de reivindación social.

Más adelante, en los noventa, músicos como N.W.A., UGK, Three 6 Mafia, Master P, Dr. Dre o Ice-T, entre otros, empezaron a emplear lo que se ha llamado gangsta rap para hablar del estilo de vida violento en las zonas desfavorecidas de las ciudades norteamericanas, dejando de lado los discursos más políticos y poéticos del rap de los inicios. La tranformación del género se extiende al Mystic Stylez (1995) de Three 6 Mafia hasta llegar a Gucci Mane y su Trap House (2005).

Y es que, así como el gangsta rap era una mutación del hip hop original, el trap es una segunda mutación derivada del gangsta que se convirtió en una nueva cultura distinta al hip hop original, olvidándose muchas veces de los versos, de la ideología/poética comprometida y de la rima, y con tonos musicales ciertamente más siniestros. Sin músicos como Future, Migos, Gucci Mane, Fetty Wapo o 2 Chainz y productores como Shawty Redd, Mannie Fresh, Zaytoven o Tony Fadd no existiría el trap tal como se conoce hoy, que ha logrado un éxito sin precedentes entre las generaciones jóvenes, tanto de público como de producción.

La música trap, con sus tres notas, sintetizadores, dientes de oro falsos y sobredosis de autotune irónico, se extendió desde Atlanta y el resto del sur de los EUA, pasando por América Latina y alcanzando Europa y Asia. Si el momento álgido de este género musical en los Estados Unidos se produce en torno a 2010, a España llega aproximadamente en 2013, de la mano sobre todo de los Kefta Boyz, que después se harían llamar PXXR GVNG, con Khaled y Yung Beef al frente. Más tarde aparecen músicos como D. Gómez, M. Ramírez, C. Tangana, Big Jay, Pimp Flaco, Kinder Malo, Cecilio G o P.A.W.N. Gang, sin olvidar a La Zowie o Ms Nina, mientras que otras como Bad Gyal, Nathy Peluso o incluso Rosalía mezclan beats procedentes del trap con otros géneros musicales con resultados mucho más sugerentes. Además, todas estas músicos tienen el mérito de cantar o rapear con una lengua mezclada y antinormativa, inventándose registros lingüísticos sorprendentes.

Pero no solo la irreverencia a la norma lingüística es parte fundamental de este tipo de música, sino también su estética de la fealdad buscada, que tiene su origen en los submundos del tráfico de drogas en Estados Unidos y que encuentra su correlación en la Península con el cine quinqui de los ochenta, pasando por el camp, intencionadamente feo y precario, y el kitsch más comercial, así como la relectura de los roles de género que articulan muchas de sus voces femeninas, como Las VVitch, Tribade, IRA o Chocolate Remix, al hablar de sexismo, de cosificación del cuerpo femenino, del aborto, del racismo, del clasismo o de la misoginia.

Who Invented Trap Music? | Sound Field | PBS

A diferencia del hip hop, el éxito global de la música trap tiene, entre otras, dos posibles explicaciones: por un lado, está muy vinculado al desarrollo y a la accesibilidad de la tecnología y las redes sociales. Se podría afirmar que el trap es el primer estilo musical donde personas sin discográfica o dinero para poder pagarse una maqueta pueden hacer música desde sus ordenadores. Colgar estas canciones/vídeos en las plataformas digitales ha supuesto una revolución en la forma de hacer, pensar y comunicar la música. Por otro lado, su éxito global está directamente relacionado con el hecho de que muchas de las letras de este tipo de música están generalmente dirigidas a clases sociales desfavorecidas por la crisis económica y el paro, independientemente del lugar de origen. Así, jóvenes de todo el mundo que perciben un futuro negro ante un sistema social desigual ven en esta música la profecía que les ilustra el camino a seguir.

Paradójicamente, a pesar de que el trap abraza abiertamente el capitalismo con sus letras sobre el éxito, la fama, el lujo, el dinero, etc., también su pragmatismo neoliberal de procedencia norteamericana y el do it yourself posibilita una salida del monopolio de las grandes compañías discográficas que controlan el mercado musical. Es una manera de decir «ya no aceptamos las reglas del juego, ahora jugaremos a nuestra manera». Esto supone cuestionar el funcionamiento de la industria y, al mismo tiempo, servirse de ella. La música trap pone fin a la exclusividad del disco/objeto, considerado antes como una pieza de arte exclusiva, y participa de la fuerza de la comunidad global, donde el metarrelato o discurso legitimador a nivel ideológico, social y político ha sido reemplazado por una pluridad de pequeñas narrativas fragmentadas y dispersas por todos los rincones del mundo cibernético. Se ha ganado en democracia musical, pero por el camino se ha perdido el mensaje social y el poder transformador que podía tener el primer hip hop al perpetuar el individualismo, el consumo y la artificialidad de los valores neoliberales.

El debate sigue abierto, y en los últimos tiempos ha aparecido una serie de estudios en la Península que analizan desde diversos puntos de vista el éxito fulgurante de este fenómeno musical. Historia del trap (2018), de Jon I. García, analiza de forma empírica los inicios del género en Estados Unidos y su posterior desembarco en América Latina y España. Trapologia (2018), escrito por Borja Bagunyà y Max Besora, es un ensayo/ficción que narra las peripecias de dos escritores de casi cuarenta años que se adentran en este submundo para investigar, entender y reflexionar, con humor y transversalidad, sobre este género musical que se les escapa por una cuestión generacional. El trap: filosofía millennial para la crisis en España (2019), del filósofo y agitador cultural Ernesto Castro, es un ensayo filosófico y sociológico sobre este género musical en España y sobre sus figuras más representativas, que reflexiona a la vez sobre el feminismo, la apropiación cultural o la lucha de clases.

Sea como fuere, el trap no es solamente –igual que ocurrió antes con el hip hop y otras músicas populares como el rock, el punk o el reggae– un género musical sino una manera de vivir, de vestirse, de hablar y de expresarse de toda una nueva generación de jóvenes que se reúnen en plazas para bailar o rapear, la semiótica de una expresión que se difumina en una retórica que va de las redes sociales a los grafitis de la calle, con sus propios sistemas de funcionamiento, códigos y leyes específicas. Ya ha pasado con anterioridad: teddy boys, mods, skin-heads, punks, b-boys, las distintas escenas musicales han proporcionado a sus miembros un sentimiento, una identidad a la que aferrarse y también un desafío a la norma convencional con una actitud concreta. Te podrá gustar más o menos, pero el trap, como cualquier otro género musical, es como el planeta Tierra: los diamantes siempre yacen escondidos bajo la superficie.

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