Agencias cuánticas

¿Qué significa hacer confluir el mundo cotidiano que conocemos con el aparentemente contra-intuitivo de la ciencia cuántica? ¿De qué forma se ha planteado estos entrelazamientos desde el arte?

Atracciones iluminadas de noche en el parque Playland. Vancouver, 1961

Atracciones iluminadas de noche en el parque Playland. Vancouver, 1961 | City of Vancouver Archives | CC BY

Este artículo explora la potencialidad de la física cuántica a través de diferentes proyectos artísticos y teóricos. El entrelazamiento de entidades que propone Sadie Plant nos servirá de hilo conductor para repasar proyectos donde intervienen los diferentes niveles de agencia y veremos cómo estos interactúan y limitan con nuevas tecnologías, como los ordenadores cuánticos o las IA. Espacios donde la sincronicidad sustituye a la linealidad, la intra-actividad hace lo propio con la inter-actividad y los sujetos y las identidades se entrelazan indistintamente.

«En un tiempo remoto, vivíamos en el mar. Parece como si fuera ayer.
Las especies, el sexo, la raza, la clase: en aquella época, nada de todo esto tenía significado alguno.
Ni padres ni hijos, solamente nosotras, una cadena de hermanas inseparables, cálida y húmeda, imposibles de distinguir una de otra, magníficamente aleatorias, promiscuas y fusionadas. Sin generaciones. Ni futuro ni pasado. Una infinita expansión geográfica formada por una micromalla cuántica pulsátil, redes ilimitadas de uniones, de fusiones y fugas interactivas intricadas y tejidas a través nuestro, ensortijándose, despreocupadas, superfluas, erráticas, negligentes, inconscientes, frenéticas.»

Sadie Plant, Ceros + Unos

En esta cita que exsuda física cuántica, Sadie Plant describe una causalidad fracturada, un espacio pre-delimitado donde las entidades constituidas se superponen, interfieren y se entrelazan. No únicamente esto, sino que teniendo en cuenta la gran fluidez de la «micromalla de cuántums que laten», las diferencias materiales que a menudo propician prejuicios como los que encontramos entre las especies, los sexos, las razas y las clases, parecen ahora haber perdido su relevancia.

Esta cita late de potencialidad.

El texto de Plant Ceros +Unos investiga los puntos de encuentro entre mujeres, feminismos y tecnologías de la información y argumenta que deslegitiman las suposiciones principales de la cultura patriarcal. En la primera frase de su libro, «en un tiempo remoto vivíamos en el mar» -en un plano cuántico «magníficamente indiscriminado»-, Plant prepara a los lectores para entender posibilidades alternativas y múltiples para emerger y romper con el orden establecido.

Este escrito se adentra en el mar cuántico para indagar de qué forma el pensamiento y la agencia cuánticos pueden alterar nuestro modo de ver y actuar en la vida cotidiana. Para hacerlo, debemos entender de qué forma las redes supuestamente extrañas y el caos aparente de la ciencia cuántica -que atentan contra el sentido común– se entrelazan en el mundo del significado, tal y como ocurre en la cita de Plant.

«La materia y el significado no son elementos separados», escribe Karen Barad en su obra Meeting the Universe Halfway. Es aquí donde Barad expuso su teoría sobre el realismo agencial, una combinación de la filosofía del físico cuántico Niels Bohr y de reflexiones provenientes de las teorías feministas y científicas del posestructuralismo, dando como resultado una interpretación material-discursiva de la realidad. En resumen, el realismo agencial es la filosofía de una realidad performativa formada por un conjunto de agentes que interactúan entre sí. Para Barad, «agencia» significa la capacidad de actuar. Como ocurre con la  medición cuántica, en el realismo agencial las observaciones y los agentes de observación humanos y no-humanos en relaciones específicas no son separables ni independientes, «formamos parte de la misma naturaleza que queremos entender».

En física cuántica, para medir lo que se da en llamar variables complementarias, «es preciso usar aparatos distintos, excluyentes entre sí (por ejemplo, uno con piezas fijas y otro con piezas móviles) para su definición y, por lo tanto, estas variables son recíprocamente determinables (cuando una está bien definida, la otra no puede estarlo)». Para Barad, siguiendo la teoría de Bohr, los conceptos y significados son también aparatos físicos específicos, «los conceptos están definidos por las circunstancias que se precisan para medirlos».

Tavga Guttstadt, estudiante de master en el Royal College of Art, ha investigado la discursividad material de los aparatos en su obra MeYouThem, como parte de la asignatura optativa «More is Different» que imparto en la School of Communication. Esta optativa tiene el objetivo de  explorar el punto de intersección entre la física cuántica y el arte y, asimismo, plantear a los estudiantes qué ocurriría si tuvieran que volver a imaginar su obra en la placa de Petri de la sopa cuántica.

Tavga Guttstadt, MeYouThem, lentes rotativas y espejo suspendido, 2019.

Tavga Guttstadt, MeYouThem, lentes rotativas y espejo suspendido, 2019.

La pieza de Guttstadt entreteje el principio complementario de Bohr a través del tópico de la identidad propia. En MeYouThem, encontramos cuatro lentes que rotan en parejas a distinta velocidad y, en medio, a la altura de los ojos, hay un espejo suspendido: un aparato con partes fijas y otro con partes móviles. A pesar de que tanto el espejo como las lentes son de cristal, el primero refracta la luz mientras que las segundas la reflejan. Estos aparatos tienen su propia agencia material y ambos, espejo y lentes, nos incitan a crear relaciones distintas con el mundo de manera diversa y a su vez, creando algunos significados pero excluyendo a otros. En MeYouThem, las identidades propias de las entidades surgen del espacio en función de los movimientos constantes de las lentes y del espejo, aunque también así de la luz, la gente, las cosas y el continente (la sala). Por cada revolución de la escultura, concepciones alternativas de la propia identidad emergen de esta experiencia. Agencia e identidad ya no corresponden únicamente al mundo de los humanos (si es que lo habían hecho alguna vez). De repente, todo deviene observador y observado al mismo tiempo en la placa de Petri de los fenómenos.

Para Barad, la unidad ontológica básica es el fenómeno. Tal como ocurre en MeYouThem, de Guttstadt, en el realismo agencial los sujetos co-constituidos surgen intra-activamente de los fenómenos. La intra-acción es un concepto clave en la relación que establece Barad entre materia y significado, y es la constitución mutua de agentes entrelazados. Es por ello que los sujetos entrelazados no son ajenos al fenómeno, sino que surgen de su interior. Simplemente, la intra-acción es la mezcla de cosas, gente y la capacidad de acción de todas ellas.

Para ahondar en la cuestión, podríamos comparar la intra-acción con un concepto más conocido: la inter-acción. El prefijo «inter-» significa «entre» o «en el medio de», mientras que «intra-» se refiere a «des de dentro». En el caso de las inter-acciones, los objetos y los sujetos ya existen previamente y siempre mantienen cierto nivel de independencia. En el caso de las intra-acciones, los sujetos co-constitutivos son parte indisoluble de un fenómeno y la capacidad de actuar también surge a partir de esta relación. Los sujetos intricados de la intra-acción de Barad se inspiran en la intrincación cuántica, aunque no son matemáticamente equivalentes. ¿Entonces, por qué es importante la intra-acción?

Aquí es donde la agencia toma protagonismo. Hablamos de reformular, actuar y ser. La agencia, la capacidad de actuar, no existe de manera independiente pero se crea a partir de los entrelazamientos. A través de las intra-acciones, se nos reúne a nosotros y a los no humanos en un mismo fenómeno y a partir de este momento tenemos un cierto grado de responsabilidad sobre dicho fenómeno. Las inter-acciones desvían y eluden la responsabilidad, porque no siempre estamos en contacto directo con una persona o con una cosa concreta. En cambio, en los sistemas éticos intra-activos, la justicia y las identidades están en movimiento y desarrollo constante, porque los fenómenos pueden ser deslocalizados y/o abstractos. La intra-acción, por lo tanto, cuestiona los límites y las fronteras establecidas y nos ayuda a pensar en términos de sincronía en vez de causa-efecto lineal, tal como sucede en el mundo del que se habla en la cita de Plant.

Baum & Leahy y Rob Walker en colaboración con Jeremy Adcock y Sam Morley-Short, The Alien Present. Escultura con sensores de mirada y pantalla, 2017.

Baum & Leahy y Rob Walker en colaboración con Jeremy Adcock y Sam Morley-Short, The Alien Present. Escultura con sensores de mirada y pantalla, 2017.

La obra The Alien Present, de Baum & Leahy y Rob Walker en colaboración con Jeremy Adcock y Sam Morley-Short, reflexiona sobre la fijeza de los límites y el concepto de responsabilidad agencial. Esta pieza formó parte de la colaboración que dirigí entre el Royal College of Art, el Center for Quantum Photonics de la Universidad de Bristol y el V&A Museum de Londres, y reflexionaba sobre el arte hecho entorno a ordenadores cuánticos y de lo que puede llegar a ser y significar.

Es una obra de arte que crece como si fuese un alienígena: siete tentáculos negros como el carbón aparecen y desaparecen de la tierra. Se invita a los miembros del público a mirar una pantalla, y para hacerlo deben introducir la cabeza en un agujero que hay en el cuerpo del alienígena. Cuando los ojos del espectador fijan la mirada en la pantalla, las imágenes de esta se fijan mediante un sensor que detecta el movimiento de los ojos. Las imágenes son de jardines ingleses perfectamente recortados. Pero cuando miramos a la pantalla de forma indirecta a través de unos espejos colocados alrededor de la parte superior del agujero, el jardín crece y se convierte en un mar verde y salvaje, a la manera de una simulación matemática de un paseo cuántico aleatorio. The Alien Present es una obra intra-activa: la propia obra emplea agencia sobre los espectadores, a través de la cual los artistas se preguntan: «Si la computación cuántica es un campo de posibilidades, ¿cómo lo tenemos que conrear? ¿Y de quién es ese jardín?»

Esta pieza cuestiona el papel de la agencia en el desarrollo de la computación cuántica: una pregunta importante, teniendo en cuenta que los ordenadores no dejan de ser una arma. ¿La agencia está en manos de los científicos, ingenieros y corporaciones que directamente fabrican los ordenadores cuánticos?

¿O quizás la agencia alrededor del desarrollo de los ordenadores cuánticos recae en nosotros y en otras circunstancias materiales, incluyendo gobiernos nacionales y subreddits? La tensión que encontramos en The Alien Present entre mirar y determinar versus no-mirar y re-silvestrar, como pasa cuando hacemos jardinería, se asemeja al equilibrio entre controlar y soltar y relaciona directamente la agencia con la responsabilidad. La jardinería representa al mismo tiempo la metáfora y el método para desarrollar el futuro uso de la computación cuántica.

Libby Heaney, Britbot, bot de conversación en línia, instalación en el CogX Festival, 2018.

Libby Heaney, Britbot, bot de conversación en línia, instalación en el CogX Festival, 2018.

Por último, mi obra Britbot plantea el concepto de «britanicidad» como un fenómeno intra-activo. Britbot es una voz y un bot de conversación activado por texto que ha estado en línia durante el 2018 y 2019. Habla a la gente sobre britanicidad y aprende de lo que le dicen. Genera textos a partir de normas y algoritmos que permiten la dirección y también la improvisación. Dado que inicialmente se entrenó a partir de datos extraídos de un test para conseguir la nacionalidad británica (una versión marcadamente androcéntrica, blanca y privilegiada de la historia y cultura británicas), al principio Britbot era parcial y no representaba al Reino Unido actual. Pero como sistema intra-activo que incluía un buen número de agentes tanto humanos como no-humanos, los límites que rodeaban la identidad nacional británica empezaron a caer y a fluctuar a medida que el proyecto iba evolucionando. Se incorporaron nuevas voces y se redujeron otras.

A medida que Britbot aprendía de sus interlocutores, los datos de los algoritmos iban cambiando. El código de conversación del bot, situado en un servidor que contenía los datos de expresiones de numerosos humanos, actuaba como agente en las conversaciones sobre «britanicidad». Los usuarios también intervenían en las palabras que aportaban al sistema: la información sobre el Reino Unido que consideraban importante o no, lo cual ponía de manifiesto la responsabilidad que tenemos cuando intra-actuamos con sistemas informáticos. Si la conversación se volvía absurda, cosa que ocurría a menudo y resultaba en efectos cómicos o frustrantes, la responsabilidad de aquella circunstancia era de todos los agentes implicados: el algoritmo, los comentarios del usuario en cuestión (según su estado de ánimo en aquel momento concreto, su educación, su genética, etc.), las declaraciones de todos los usuarios previos (según sus estados de ánimo, educación, genética, etc.) y de todas las cosas, prejuicios, «hechos», conocimientos, sucesos y opiniones relacionadas poco o mucho con la historia y cultura anglosajonas, que impregnan la estructura material de nuestro mundo, que los usuarios conocían y decidían compartir. Muchos sujetos entrelazados contribuyeron en el desarrollo del Britbot y de nuestra manera de entender la britanicidad a lo largo del proyecto.

Volviendo a la cita de Plant, Britbot demostró que la «britanicidad» y quizás todos los fenómenos podrían ser, en definitiva, «una infinita expansión geográfica formada por una micromalla cuántica pulsátil, redes ilimitadas de uniones, de fusiones y fugas interactivas intricadas y tejidas a través nuestro, ensortijándose, despreocupadas, superfluas, erráticas, negligentes, inconscientes, frenéticas».

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