Libros en expansión e impresión post-digital

En la época post-digital, la impresión puede llegar a ser subversiva cuando usamos de manera estratégica su característica distintiva, la inalterabilidad.

Oficina de Impresión del Gobierno, Washington, D.C.

Oficina de Impresión del Gobierno, Washington, D.C. Fuente: Library of Congress.

Una de las características esenciales de la imprenta de caracteres móviles es garantizar la reproducción exacta de los contenidos, rápidamente y en múltiples copias. Ahora, en una nueva ola de producciones, los artistas utilizan la impresión de diferentes maneras, sacan provecho de las tecnologías de impresión a petición para producir libros de artista y revistas de una manera bastante económica y transvasan contenidos de Internet al papel, pero también utilizan procesos estructurados y software para crear nuevos tipos de publicaciones que rompen reglas y convenciones. En la época post-digital, la impresión puede llegar a ser subversiva cuando usamos de manera estratégica su característica distintiva, la inalterabilidad, en vez de acusarla de estar pasada de moda comparada con los objetos digitales.

Los libros como bases de datos, el arte que utiliza la impresión como archivo

Una de las características esenciales de la imprenta de caracteres móviles es garantizar la reproducción exacta de los contenidos, rápidamente y en múltiples copias. Históricamente esta característica ha conllevado, como mínimo, un par de consecuencias importantes: por un lado, la impresión «valida» el contenido, como después de haber sido impreso no puede cambiarse, genera una aura propia de contenido «oficial»; por otro lado, está la disponibilidad permanente de los contenidos gracias a la estabilidad intrínseca del medio impreso, la cual, desde el punto de vista de la conservación, hasta queda reforzada por la difusión de ejemplares en varios lugares diferentes (propietarios privados, bibliotecas, etc.), lo que no hay duda que es  la estrategia que permite conservar por más tiempo los datos digitales. El material impreso no cuesta mucho trabajo conservarlo: el libro impreso más antiguo que ha llegado a nuestros días, el Sutra del diamante, fue editado hacia el mes de mayo del 868 dC, se calcula que tiene unos 1145 años. De hecho, la impresión debe de ser el medio más duradero que hay y, por lo tanto, merece plenamente su estatus de medio «archivístico». Esta es una de las razones que explica por qué aún tenemos en cuenta la impresión para archivar contenidos digitales, a pesar de la considerable proliferación de publicaciones en digital.

Taxonomía de publicaciones que recogen información de internet

La combinación estratégica de contenidos gratuitos disponibles en internet, conocidos popularmente como macrodatos (big data), y las asequibles plataformas en línea de publicación a petición (que por un módico precio permiten imprimir unos cuantos ejemplares de libros electrónicos, previamente cargados en la red, que se pueden actualizar a voluntad) ha generado una entera nueva generación de libros de artista. Se confeccionan recogiendo contenidos de intenet i reelaborándolos en un formato de libro más o menos clásico. Compilar tuits, por ejemplo, es un subgénero en sí mismo. Entre los muchos títulos que existen, encontramos: My life in tweets (‘Mi vida en tuits’), de James Bridle, 2009, uno de los primeros «diarios de viaje en tuits»; #Occupy Books, 2012, una colección de tuits relacionados con el fenómeno Occupy Wall Street emitidos a lo largo de 24 horas; y el efímero Working on my novel (‘Trabajo en mi novela’), de Cory Arcangel, 2014, que recopila tuits de personas que anuncian que están trabajando en sus novelas.

El artista Paul Sollelis ha intentado definir esta estrategia ya clásica de imprimir datos recogidos de internet como una secuencia de «búsqueda, compilación y publicación». A la producción artística de este tipo la llama la «biblioteca de la red impresa» y ha intentado componer un borrador de taxonomía de la misma sirviéndose de tres categorías que están basadas en las estrategias predominantes en cada una de ellas: «Agarrar» (y descartar), «Cazar» y «Realizar» (Sollelis ha imprimido repetidamente dos «catálogos» de publicaciones que ha seleccionado para cada una de las tres categorías.)

Agarrar, utilizar los buscadores como agentes automáticos (no como editores)

En la categoría «Agarrar» Sollelis incluye artistas que realizan búsquedas en la red y utilizan

los resultados que obtienen de ella. Normalmente les interesa la manera como          el buscador interpreta su idea inicial articulada gracias a una clave de búsqueda adecuada. Es un buen ejemplo de ello 56 Broken Kindle Screens (‘56 pantallas de Kindle rotas’), de Silvio Lorusso y Sebastian Schmieg, una obra en la cual los autores reunieron lectores electrónicos con capturas de pantalla que reflejaban problemas técnicos y las combinaron para componer una pequeña publicación conceptual (y susceptible de ser archivada) (Lorusso es investigador y un buen conocedor del panorama de los libros de arte que se imprimen a petición). Existe un subgénero específico centrado en la Wikipedia y que extrae de ella selecciones significativas (además de la tarea editorial que ya realiza su PediaPress). Damos unos cuantos ejemplos: Wikipedia, de Rob Matthews, 2009, que reúne artículos destacados; otra iniciativa de Bridle, The Iraq War: A History of Wikipedia Changelogs (‘La guerra de Iraq: una historia del registro de cambios de la Wikipedia’), 2010, un registro impreso (el autor lo llama historiografía) de todos los cambios que ha habido en la entrada del título (en inglés) desde que se creó, en diciembre del 2004, hasta el noviembre del 2009; y The Wiki Truth (‘La verdad wiki’), de Kyra van Ineveld, 2012, cinco gruesos volúmenes con los cien artículos más largos de la Wikipedia.

"The Iraq War: A Historiography of Wikipedia Changelogs"

«The Iraq War: A Historiography of Wikipedia Changelogs». James Bridle.

Cazar, buscar una aguja en un pajar

Con la categoría «Cazar» Sollelis quiere mostrar que es evidente que reproducir una captura de pantalla muy concreta puede servir para sostener una idea. Los artistas que trabajan desde este punto de partida rechazan la mayoría de resultados que obtienen porque buscan «excepciones». Existen muchos libros de fotografías que han sido compilados siguiendo estrategias parecidas a esta, pero asoue, que es el acrónimo de «a series of unfortunate events» (‘una serie de hechos desafortunados’), de Michael Wolf, ocupa un lugar especial en esta categoría. Wolf ha hecho fotografías de partes concretas de una pantalla (mientras en ella se mostraban sitios del Google Street View) como si las hubiera hecho en la calle y las ha publicado como si fueran un libro de fotos clásico (otro formato típico de libros de arte impresos a petición). La actitud «editorial» de todas estas estrategias queda intacta en otras tentativas análogas, quizá inspiradas por la posibilidad de practicar la edición amateur que permite el acceso a los datos que ofrecen los buscadores. Un ejemplo relevante es el zine City Strips y su primer ejemplar, titulado «The Amazing City», 2014, que está compuesto exclusivamente de panorámicas extraídas de la serie Amazing Spiderman en Nueva York, desde el año 1963 al 1974, que reconstruyen las vistas de la ciudad a lo largo de los años mencionados mediante viñetas de cómic sin texto que representan elementos arquitectónicos. Con este relato silencioso, no hay duda de que la publicación alienta a los lectores a reapropiarse las imágenes, y lo hace definiendo el algoritmo coherente que estas plantean habiendo sido seleccionadas y recompuestas a partir de cómics de éxito protegidos por derechos de autor, con un proyecto de más envergadura que el de meramente coleccionarlas.

Realizar, la impresión como un proceso basado en internet

«Editar realizando internet» es la manera como Solellis describe esta tercera categoría, que incluye artistas que utilizan una metodología procedimental, con un relato que se materializa performativamente a caballo de internet y del material impreso. El principal ejemplo que da de ello es American Psycho, de Jason Huff y Mimi Cabell, una versión de la novela original de Brett Easton Ellis en la cual el texto del libro entero (escrito en letras blancas, es decir, «invisibles») ha sido anotado con anuncios contextuales que se han obtenido enviándolo, página por página, por medio de Gmail. Esta publicación es un ejemplo de lo que puede definirse más ampliamente como «edición procedimental», en virtud de la cual la naturaleza procedimental del proceso de edición (que en este caso coincide con el proceso que lleva a cabo el software) acaba determinando la obra. Tenemos otro ejemplo de ello en la obra de arte Capture, de Gregory Chatonsky: Capture es un grupo de rock muy prolífico que crea canciones nuevas basándose en letras que saca de internet. Dan conciertos en directo en los que tocan la música que crean ellos mismos y son muy activos en las redes sociales. Ahora bien, hablamos de un grupo completamente inventado, cuya biografía y cuyos otros textos explicativos han sido compilados hiendo a buscar imágenes y textos en internet y, posteriormente, componiéndolos siguiendo un esquema determinado, cuidadosamente pero de manera automática, e imprimiéndolos. Estas biografías impresas son libros de arte y, al mismo tiempo, libros normales, además de formar parte de una obra de arte más compleja.




La impresión subversiva como gesto performativo

Utilizar el libro como receptáculo explícito es introducir, conceptualmente, una biblioteca mínima en un solo objeto. Haciendo referencia a la fundamental «Biblioteca de Babel» de Jorge Luis Borges, Philipp Adrian ha compilado su An Index(5), dos volúmenes que contienen todas las combinaciones posibles de cinco letras y que hacen que el autor sostenga haber imprimido el índice de la Biblioteca de Babel, puesto que las cinco primeras letras de cualquier libro deben estar ahí por algún lado. Y si la impresión es también un tipo de retrato, porque, como en los retratos, los contenidos quedan congelados en el tiempo, sus calidades pueden resultar muy útiles cuando nos ocupamos del mismo tipo de contenidos en formato digital. Un ejemplo de esto lo proporciona E-book backup, de Jesse England, un  libro de artista que contiene el texto entero de 1984, de George Orwell, y en cada página del cual hay una imagen fotocopiada de aquella misma página reproducida en un Kindle de Amazon, una operación que remite de manera explícita al controvertido accidente de 2009 en el que «los usuarios de Kindle se encontraron que les habían eliminado los ejemplares de 1984 y de Rebelión en la granja de sus aparatos Kindle sin previo aviso y sin haber pedido su consentimiento». Algunos de los libros de artista más buenos miran de llenar sus páginas con lo que, por diferentes razones, se supone que no debe imprimirse. En este sentido, se puede intentar hacer varios gestos subversivos, sobre todo aquellos que implican cometer ciertas indiscreciones. Contacts, de autor anónimo, es un excelente ejemplo: reúne una selección de tarjetas de visita de las personalidades más influyentes en los ámbitos de la cultura, los medios de comunicación y la política, fruto de diez años «de establecer de manera excesiva una red de contactos». Una filtración estratégica de información privada. Y la impresión se ha utilizado como archivo subversivo de un modo paradigmático y en su expresión más extremamente emocional por parte del artista (y fundador del UbuWeb) Kenneth Goldsmith. Como mínimo en dos obras, Goldsmith se ha comprometido a trasladar al mundo del arte, mediante la impresión, las ideas de Aaron Schwartz. Aaron Schwartz descargó de la base de datos académica en línea JSTOR 2,7 millones de publicaciones académicas muy caras y protegidas por derechos de autor y las compartió, con la intención de realizar un acto simbólico y radical, pero lo arrestaron y lo amenazaron con una posible multa de un millón de dólares además de varios años de prisión. Schwartz se suicidó en 2013 a la edad de 26 años. Una de las performances más famosas de Goldsmith (inspirada por Schwartz) es Printing out the Internet (‘Imprimamos internet’) en la que pidió que la gente imprimiera lo que quisiera de internet para compartirlo en una galería de arte (LABOR, de Ciudad de México). Se enviaron unas cuantas toneladas de papel y se inició una maratón de lectura (reading the entire internet, ‘leamos todo internet’). Naturalmente, hubo reacciones negativas, por ejemplo, la petición espontánea en línea que pedía al artista que parase la obra por motivos ambientales. Más tarde, Goldsmith fue aún más allá y, en una instalación pública de la Kunsthalle de Dusseldorf que formaba parte de la exposición Smart New World, volvió a imprimir 250.000 páginas de los ficheros que Schwartz había liberado, un gesto que hizo deliberadamente con la intención de rendir justicia a las ideas de Schwartz. Su uso subversivo de la impresión como método para archivar información digital sin permiso utiliza este medio de un modo ilegal bastante complicado, mediante el acceso a tecnologías y datos sin descargarlos, o streaming; uno de los modos aún hoy más controvertidos que hay de utilizar la impresión.

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  • Jason Cowling | 18 febrero 2016

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