Dosier Posthumanismo(s) Premi Internacional a la Innovació Cultural

La revolución 4.0 y sus melodías

Como en las anteriores revoluciones puntocero, el relato de la eficiencia y el crecimiento económico coexiste con la posibilidad de un relato alternativo que sitúe la comunidad en el centro.

VEB Robotron Elektronik Dresden, 1974 | Bundesarchiv

VEB Robotron Elektronik Dresden, 1974 | Bundesarchiv | CC-BY-SA-3.0

El concepto «Industria 4.0», también conocido como revolución industrial 4.0, industria inteligente o ciberindustria del futuro, hace referencia a una nueva forma de organizar los medios de producción caracterizada por una fusión de tecnologías que está difuminando las líneas entre el esfera física, digital y biológica. Supone la puesta en funcionamiento de un gran número de fábricas inteligentes que abren la vía a una nueva revolución industrial. Y como en las anteriores revoluciones industriales, coexisten dos discursos: el del crecimiento económico y el de la promesa de un mundo mejor que pone la comunidad en el centro.

En el territorio de lo mítico/casi-fake/fake corre una versión sobre cómo se gestó «lo 4.0». Situémonos en 2011. Una comisión de la Forschungsunion Wirtschaft-Wissenschaft alemana presentó un programa de investigación e innovación a la canciller Merkel con el título «Revolución industrial 4.0». Era un sesudo plan de acción. Se postulaba como la respuesta al dominio evidente de los nuevos flujos de innovación, creatividad y producción por parte de actores que no eran precisamente los pesos pesados de la industria alemana, sino los nuevos colosos digitales, mayormente americanos. El plan era una reivindicación de la producción física, la producción de cosas, un terreno donde Alemania era fuerte. Desde esa fortaleza había que aprovechar lo digital para situarse con ventaja en el campo de batalla que los de la visión «start-upista», Silicon Valley, habían empezado a jugar. Y a dominar.

¿Qué había de nuevo en todo esto?

La relación entre la información, la comunicación y la producción es antigua. La logística, por ejemplo, depende muy críticamente de disponer a tiempo de información veraz sobre las necesidades de abastecimiento, las capacidades de producción y de su sincronización. La fabricación propiamente dicha –desde Taylor– requiere de mucha información. Desde los diseños iniciales a los planos, a los estadillos de material en almacenes, hasta el ritmo de producción de una cadena de montaje y hasta el rendimiento individual de quienes forman parte de esa cadena es información. Los robots, esa materialización de la información para actuar con cierta inteligencia, llevaban decenas de años en planta. Internet los conectó con bases de datos, almacenes, diseños de piezas y personas para acelerar toda la producción, abastecimiento y distribución hasta velocidades que nos parecen normales, a costa de una complejidad técnica y computacional hasta hace poco insospechada. Que un paquete de Amazon Prime nos llegue a casa en menos de una hora nos parece natural, pero no era nada normal hace bien poco.

The Fourth Industrial Revolution | World Economic Forum

Por tanto, ¿qué tiene de nuevo el 4.0? Recibamos a Klaus Schwab. Schwab es tan alemán como Merkel pero, además, es el ideador, organizador y promotor de un conocido club de amigos: el Foro Económico Mundial, por otro nombre Foro de Davos. Y les lanza la idea de la Revolución 4.0. En sus propias palabras:

Estamos al borde de una revolución tecnológica que alterará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será diferente a todo lo que la humanidad haya experimentado antes. Todavía no sabemos cómo se desarrollará, pero una cosa es clara: la respuesta debe ser integral y exhaustiva, involucrando a todos los actores de la política global, desde los sectores público y privado hasta la academia y la sociedad civil.

La primera revolución industrial utilizó la energía del agua y el vapor para mecanizar la producción. La segunda usó energía eléctrica para crear producción en masa. La tercera utilizó electrónica y tecnología de la información para automatizar la producción. Ahora, la cuarta revolución industrial se basa en la tercera, la revolución digital que se viene produciendo desde mediados del siglo pasado. Se caracteriza por una fusión de tecnologías que está difuminando las líneas entre las esferas física, digital y biológica.

Es una argumentación, un estilo y una retórica que ya conocemos de otros «puntoceros». Podemos rastrear este aire de familia, por ejemplo, en los anuncios de la apertura de Internet al uso comercial y, después, en la llegada del 2.0. Por ejemplo, en tiempos de Tim O’Reilly, se decía sobre «lo 2.0» lo siguiente:

La Web 2.0 se refiere a los sitios web World Wide Web que enfatizan el contenido generado por el usuario, la usabilidad (facilidad de uso, incluso por no expertos) y la interoperabilidad (esto significa que un sitio web puede funcionar bien con otros productos, sistemas y dispositivos) para los usuarios finales…

Técnicamente la parte más cercana a «lo 4.0» en el caso del 2.0 es la interoperabilidad. Un sistema que no se ha diseñado teniendo a un segundo o tercer sistema en cuenta –ubicados en cualquier otra parte del mundo– puede actuar o interactuar con ellos, interoperar. Esto recuerda a la conexión de sistemas variopintos del 4.0: cadenas logísticas, sistemas de transporte, sistemas de decisión, etc.

Lo que es un tanto diferente del 4.0 es eso que Schwab lleva hasta su consecuencia lógica: la identificación de la información con su correlato bio y material. Si dispones de un plano en Barcelona, alguien se lo puede descargar y fabricar en China. Ahora es algo más que habitual. Si, antes, sobre esta complejidad situábamos a personas que pilotaran estos procesos, ahora Schwab and Friends suponen que habrá tecnología de inteligencia artificial en su lugar. Esto es, en el 4.0 lo que se está conectando ya no son solo materiales y repositorios de contenido e información controlados por procesos programados y repetitivos, sino también ciertos tipos de agentes inteligentes que pueden tomar decisiones insertos en un punto determinado de cadena logística, de producción y de distribución. Con una vuelta de tuerca más y conectando y estirando mucho lo realizable con lo biológico «cuatropuntocero», Schwab viene a decir que si tienes la descripción de su ADN, tienes el programa para «fabricar» a seres vivos e insertarlos en este universo de agentes inteligentes 4.0.

Lo que resuena en todas estas declaraciones es la melodía de la eficiencia y el crecimiento económico:

En el futuro, la innovación tecnológica también conducirá a un milagro de la oferta, con ganancias a largo plazo en eficiencia y productividad. Los costos de transporte y comunicación caerán, la logística y las cadenas de suministro mundiales serán más efectivas, y el costo del comercio disminuirá, lo que abrirá nuevos mercados e impulsará el crecimiento económico.

Schwab dixit. Esta melodía ya nos la conocemos. De vez en cuando se adereza con una referencia al crecimiento exponencial de las capacidades y los resultados.

Así, pues el horizonte que dibuja el 4.0 es homogéneo y continuo con los otros puntoceros: una política de dominio económico basada en la utilización aventajada de otra nueva tecnología y sus combinaciones con otras ya existentes, todas basadas en la información.

El 2.0 nos sedujo con las promesas de la colaboración, de la contribución a la conversación, a la construcción de comunidad. Sin embargo, nos ha llevado también hasta las realidades actuales del capitalismo extractivo de datos. Ante el 4.0 puede que sea un ejercicio necesario y urgente especular sobre sus derivas futuras. Esta compleja interconexión de lo físico y lo material, lo digital y lo vivo, lo repetitivo y lo inteligente está animada por los mismos valores y la misma lógica que ha pilotado los puntoceros anteriores. Incluso el propio Schwab alerta de los cambios «disruptivos» (un adjetivo que no puede faltar en ningún relato protecnológico) en múltiples esferas de vida: medio ambiente, vida diaria, formas de trabajo (o su desaparición), etc.

Design For City Making | Elisava

Design For City Making | Elisava | Drets desconeguts

Ante el cuatropuntocero hegemónico aparecen una política y un discurso alternativos que también recurren a la fabricación. Argumenta que si podemos distribuir la capacidad de fabricación en pequeñas instalaciones que sean cercanas o bien a los consumidores o bien a los productores o a ambos, quizá podamos crear otros modelos económicos alternativos. O buscar nuevas sostenibilidades desde la fabricación. O bien organizar las ciudades de manera distinta, apuntan unos terceros.

Ciertamente, si distribuimos en la ciudad estos recursos de manera accesible a la población, sería posible, en teoría, crear nuevas cadenas logísticas y de producción urbana donde los usuarios sean también productores (aquí vuelven a la carga los «prosumidores» de viejos tiempos 2.0). Podrían fabricar sus propios productos, ya sean biológicos o de otros materiales, comida o vestido. Hay aquí una mezcla que ya conocemos: la confianza en una nueva tecnología vista desde el prisma de un nuevo comunitarismo articulado otra vez, en torno a las mismas tecnologías de producción que han creado y usan los gigantes económicos. Es decir, hay propuestas para utilizar bajo otro concepto de beneficio distinto al capitalista las tecnologías cuatropuntocero dominadas por los grandes actores de lo digital. Caben aquí desde los fablabs hasta otros espacios de fabricación.

Quizá habría que investigar cómo evitar de nuevo las consecuencias que ya conocemos por nuestra experiencia de los puntoceros anteriores. En el proyecto «Design for City Making», por ejemplo, estamos explorando cómo crear un procomún de producción y distribución a partir de recursos de tecnología de fabricación digital. La intersección entre artesanos, artesanos digitales, «makers» al uso, «bricoleurs», «manitas» y una versión abierta y de pequeña escala pero muy replicable de tecnologías de producción digital, alienta una mirada comunitaria con unos valores diferentes a los del 4.0 de la versión Schwab. Es un territorio ambiguo donde podemos anticipar las dificultades de construir lo digital-común que ya experimentamos en los tiempos del 2.0, cuando todos íbamos a construir un común de contenidos y conocimientos y acabamos más bien como productores no remunerados para terceros. Pilotar todo esto no es nada fácil. ¿Podremos sustraernos a otra nueva inocencia?

A Merkel le gustó mucho el plan de acción que le presentó la Forschungsunion Wirtschaft-Wissenschaft, pero sugirió un cambio, poca cosa: en vez de llamarse «Revolución industrial 4.0», el plan de la Forschungsunion Wirtschaft-Wissenschaft se debería llamar pura y simplemente «Industria 4.0». Un cambio sin importancia, un pequeño capricho del poder, apenas nada.


Brynjolfsson y A. McAfee (2014). The Second Machine Age: Work, Progress, and Prosperity in a Time of Brilliant Technologies. Nueva York: W. W. Norton & Company

Martínez, A. Mestres y M. Hinojos (eds.) (2017). Deconstruyendo el Manifiesto Maker. Barcelona: Trànsit Projectes–MakerConvent, pp. 18-33.

Schwab (2017). The Fourth Industrial Revolution. Nueva York: Crown Publishing Group.

Schwab (2016). The Fourth Industrial Revolution What it Means and How to Respond. Accedido el 25 de mayo de 2018.

Tiqqun. La hipótesis cibernética. Accedido el 22 de marzo de 2018.

Este articulo tiene reservados todos los derechos de autoría

Ver comentarios1

  • Celia | 17 julio 2018

Deja un comentario

La revolución 4.0 y sus melodías