Una breve Gran Historia de casi todo

La Big History pretende explicar una historia integrada del cosmos, la Tierra, la vida y la humanidad a partir de la ciencia y el método científico.

Una clase de geografía matemática, estudiando la rotación de la tierra alrededor del sol, Hampton Institute. Hampton Virginia, 1899

Una clase de geografía matemática, estudiando la rotación de la tierra alrededor del sol, Hampton Institute. Hampton Virginia, 1899 | Frances Benjamin Johnston, Library of Congress | Dominio público

A finales de los noventa, el creador de Microsoft, Bill Gates, y un profesor de Historia australiano, David Christian, pusieron en marcha un proyecto online gratuito para enseñar Historia a los chavales de instituto. Pero no de la forma en que habían estudiado esta materia hasta ese momento, sino fusionando disciplinas: Astronomía, Física, Biología, Evolución, Ciencias Sociales. Así nació Big History, una asignatura que se imparte en institutos de todo el planeta, del que incluso universidades como la de Yale han hecho un MOOC y que cuenta con tantos defensores como detractores.

«Es la primera clase en la que puedo decir que he disfrutado de la Historia»; «me entusiasman las discusiones que tenemos»; «es la historia de todo, pero a una escala muy amplia». Que un adolescente salga de una clase de Historia tan motivado no parece, a priori, algo habitual. Todos tenemos en mente, al menos los que ya pintamos canas, las horas eternas rebosantes de hechos, fechas, nombres y datos desconectados de las asignaturas de Biología, Historia del Arte, Literatura o Física que engullíamos antes del examen y que luego, irremediablemente, olvidábamos. Pasábamos por el bachillerato sin haber unido los puntos que nos habrían permitido tener una imagen global.

De ahí que la promesa de David Christian, un profesor de Historia australiano de la Universidad Macquarie, resulte sumamente atractiva; «Cuando [un estudiante] haya acabado este curso, se habrá formado en toda la historia del universo y sabrá cómo encaja en él», asegura.

Hace cuatro décadas, Christian estaba cansado de ver cómo sus alumnos se aburrían en las clases de Historia y no entendía por qué las Ciencias Duras se impartían al margen de las Ciencias Sociales. De modo que empezó a desdibujar fronteras entre asignaturas para crear una nueva en la que sintetizaba conocimientos de Historia, pero también de Biología, Química, Astronomía y otros campos. Nacía así la Big History, que busca comprender «la historia integrada del cosmos, la Tierra, la vida y la humanidad usando métodos científicos y la mejor evidencia empírica disponible». Una Gran Historia de todo aquello que arranca con el propio nacimiento del tiempo, del universo, hace 13.800 millones de años y que relata todo lo que vino después. También nosotros, los humanos.

Que se haya convertido en un movimiento mundial seguramente tiene mucho que ver con que Bill Gates se interesara por el proyecto en 1998, cuando vio una serie de conferencias de Christian. «Aquellos vídeos me hicieron pensar en que me hubiera gustado estudiar Big History cuando era joven, porque me habría permitido dar forma a todo lo que aprendíamos en el colegio y a las lecturas que siguieron. En particular, coloca a las ciencias en un interesante contexto histórico y explica cómo aplicarlo a muchos problemas contemporáneos», señala Gates.

Big History Project: A Story for Everyone | OER Project

Juntos, Gates –que invirtió diez millones de dólares de su fortuna personal en el proyecto– y Christian crearon un equipo para lograr su objetivo: que la Big History llegara a la mayor cantidad posible de estudiantes en todo el planeta; estos, en lugar de estudiar periodos separados, aprenden narrativas que transcurren a lo largo de millones de años.

Por ejemplo, una clase sobre el Big Bang comienza con una visión teocéntrica del universo, presenta a Ptolomeo y su concepción de la Tierra, repasa las versiones heliocéntricas de pensadores como Copérnico y Galileo y llega al telescopio espacial Hubble y al universo en expansión. A la hora de hablar de cómo se han formado las estrellas, estudian a Einstein y la bomba de hidrógeno; y si exploran el origen de la vida, aparecen Jane Goodall y Dian Fossey.

Esta iniciativa, que se ha despojado de libros y que dispone de materiales en línea muy atractivos, cuenta actualmente con millones de entusiastas y defensores en todo el planeta. Se imparte en institutos de Estados Unidos, Australia, Corea del Sur, Holanda. Hay MOOC de universidades, la Academia Khan le dedica un curso, así como la Universidad de Ámsterdam e incluso la de Yale. Aunque esta forma del todo «épica» de explicar la historia también se ha granjeado detractores y críticos.

La unión de conocimientos

La idea de fondo de la Gran Historia es alcanzar una especie de consiliencia, un concepto que hace referencia a la unidad de conocimiento que han soñado muchos científicos y pensadores, como la Escuela de los Annales, un grupo de historiadores franceses de comienzos del siglo XX que defendían que la Historia debía explorarse desde múltiples escalas espacio-temporales. Christian reconoce la enorme influencia que esta Escuela ha tenido para él. Toma esa idea y lo que hace es dividir la Historia en ocho umbrales diferenciados. El primero de ellos es el Big Bang, otro es el origen del Homo sapiens, que supone la aparición de una fuerza poderosa: el aprendizaje colectivo; y otro es el surgimiento de la agricultura.

«Es una potente historia en la que los humanos desempeñan un papel sorprendente y creativo, aunque también contiene alertas: el aprendizaje colectivo es una fuerza muy importante y no está claro que los humanos lo tengamos bajo control», asevera este australiano en una charla TED que supera los once millones de visualizaciones y en la que logra explicar la historia del mundo en dieciocho minutos. «Creo que la Big History será una herramienta intelectual fundamental para las nuevas generaciones, para que puedan enfrentarse a los desafíos y oportunidades que se les presenten», afirma Christian.

David Christian: The history of our world in 18 minutes | TED Talk

Para Marco Madella, profesor de investigación ICREA del departamento de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) en Barcelona, «la Big History permite ampliar la escala con la que miramos a nuestra especie, la vida en el planeta». Para este investigador, lo atractivo de este enfoque es que no solo la perspectiva, sino también la metodología, es más amplia y transversal.

La transversalidad, la mezcla de disciplinas, es uno de los puntos más atractivos de este proyecto. «Traspasar fronteras, dominios que se consideran completos pero que tienen huecos, es sumamente interesante y es lo que trato de hacer en mi trabajo», apunta Saskia Sassen, profesora de Sociología de la Universidad de Columbia, un argumento con el que coincide Ricard Solé, profesor de investigación ICREA en la UPF. «La investigación más interesante ocurre allí donde se cruzan las disciplinas, por lo que sería fantástico poder trasladar eso a la educación».

«Este propósito de intentar unificar todos los saberes de la humanidad ya lo intentó la Ilustración del siglo XVIII y más recientemente Edward O. Wilson (biólogo estadounidense), que fue el primero en revindicar esta vuelta a una ilustración humanística y científica; tras él, Jared Diamond lleva muchos años integrando Biología e Historia, por no hablar de Yuval Harari», indica Juan Luis Arsuaga, codirector del Yacimiento de Atapuerca.

«En Big History se utiliza el concepto de “historia” anglosajón, contar una historia, un relato. Sus propios impulsores hablan de crear un nuevo mito, en el sentido de narración de los orígenes de todo, del mundo, de la humanidad», explica Xavier Roqué, profesor del Centro de Historia de la Ciencia (CEHIC) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y miembro del departamento de Filosofía.

Un nuevo mito de la creación

«Es realmente muy tentador explicar historias a gran escala, épicas, con gancho, y aprovechar ese atractivo para cambiar la manera de contar la Historia. También en el ámbito universitario colaboran profesores de distintas disciplinas pero sin intentar producir un relato único». Porque, prosigue el físico e historiador Xavier Roqué, «la historia es muy compleja y diversa, existen tantos enfoques que intentar crear una narración maestra está llamado al fracaso. No hay una única verdad y la Big History no es transparente en cuanto a sus propias intenciones, agenda e ideología».

Para algunos críticos del concepto de la Gran Historia, uno de los principales problemas que presenta es la pérdida de matices. Según Roqué, «es una idea tentadora, integrar la visión científica en cómo estudiamos los acontecimientos históricos, pero el problema es, que tal como se construye la historia, esta posee una riqueza brutal. No sé hasta qué punto tenemos que renunciar a profundizar sobre cómo se han producido los distintos acontecimientos históricos».

«La historia se redefine continuamente, plantea nuevas cuestiones que las generaciones anteriores no pensaron. La Big History homogeneiza a la humanidad, en cuyo relato surge al final de la historia del universo. Desde esa perspectiva, el ser humano es uno solo. Pero las diferencias, que a esa escala pueden resultar irrelevantes, a la escala en la que vivimos son cruciales», sostiene Roqué.

ChronoZoom es un proyecto código abierto que ayuda a los lectores a visualizar el tiempo a todas las escalas desde el Big Bang, hace 13.800 millones de años, hasta el presente.

Pérdida de voces y matices

«La narrativa del Big Bang es ofrecida como una verdad absoluta, cuando lo cierto es que desde el Big Bang hasta el momento presente existen todo tipo de controversias, debates y desacuerdos científicos sobre qué y cómo pasó, que no aparecen en la narrativa y que, en cambio, contribuyen a fomentar la capacidad crítica. La estética seductora del Big History es anestésica, no prepara a los chavales para desarrollar una mentalidad crítica con la que poder enfrentarse a los retos del futuro», asegura Clara Florensa, física, bióloga e historiadora de la ciencia, profesora titular de las Escuelas Universitarias Gimbernat, adscritas a la UAB.

Al trazar una historia, con una narrativa potente y un tratamiento seductor, pensada para emocionar, la Big History plantea un relato muy poderoso en el que, si la historia del cosmos durara dieciocho minutos, el capítulo destinado a los humanos apenas duraría unos segundos. «¿Quién decide qué se explica en esos segundos? ¿Quién valora las historias humanas que se explican?», cuestiona Roqué.

Cómo revolucionar las clases de Historia

A pesar de los puntos débiles que muchos historiadores encuentran a la Big History, está claro que logra motivar a los chavales, una asignatura aún pendiente en la asignatura de Historia (y en tantas otras materias, algo que el movimiento Escuela Nueva XXI trata de remediar en nuestros días), pero que, poco a poco, está cambiando. Para Madella, uno de los problemas de cómo se enseñaba y se sigue enseñando Historia en muchos casos es que se cae en un «cierto particularismo», donde lo importante es saber una fecha, o una batalla, «pero se nos escapa la imagen global, el por qué ocurre aquello». En ese sentido, la Big History «ofrece una visión global mediante la cual los alumnos no solo aprenden datos, sino las grandes dinámicas del planeta».

Para Solé, una forma interesante de aprovechar el tirón del atractivo de la Big History sin renunciar a la profundidad en los temas, a la diversidad de visiones, a la mirada crítica y a los matices sería plantear «qué hubiera pasado si…». «¿Qué hubiera pasado si Hitler no hubiera muerto? Podría parecer un juego, pero te obliga a conocer la historia real, a tener un conocimiento profundo del contexto y de todos los actores implicados, y, sobre todo, a pensar mucho».

«La revolución en educación no es enseñar Big History, sino aplicar una visión de la Historia que introduzca controversia, desacuerdo y que desgrane los procesos de la construcción de consenso –inseparables del contexto histórico en el que se dan–, porque la práctica científica es básicamente eso. Es mucho más enriquecedor presentarle a los chavales distintos puntos de vista, lo que sucede entre bambalinas en la producción de conocimiento científico y fomentar en ellos el espíritu investigador y crítico, que darles un relato establecido y masticado. Hay que enseñarles que el proceso también es importante, y esto es lo que a la larga se pierde con la Big History», señala Florensa.

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