Dosier Cultura y sostenibilidad Premi Internacional a la Innovació Cultural

Clima, cultura, cambio

La lucha contra el cambio climático es, seguramente, el reto global más significativo del siglo XXI. ¿Qué papel ha de desempeñar la cultura en este reto?

Gruta en un iceberg, fotografiada durante la expedición británica al antártico de 1911-1913.

Gruta en un iceberg, fotografiada durante la expedición británica al antártico de 1911-1913. Herbert Ponting, National Library of New Zealand. Dominio público.

La lucha contra el cambio climático es, seguramente, el reto global más significativo del siglo XXI e implica una reflexión profunda acerca del mundo que queremos habitar. La segunda convocatoria del Premio Internacional a la Innovación Cultural da importancia al papel de la cultura y a la transformación de la sociedad hacia una ética ecológica. Defendemos que la responsabilidad ambiental va más allá de las soluciones científicas y tecnológicas, y por ello invitamos a la acción, la participación y la innovación ciudadana. La propuesta de diferentes proyectos culturales quiere explorar creativamente el reto del cambio climático desde una perspectiva positiva y eficaz.

Es evidente que el sistema climático global está cambiando a un ritmo sin precedentes y de forma cada vez más acelerada. A pesar de que la comunidad científica no ha dejado de alertar sobre el impacto del cambio climático en el planeta, junto con la influencia de una ciudadanía cada vez más concienciada, se ha instalado una cierta apostasía que impide una reacción acorde a la magnitud de la crisis. El calentamiento global es una cuestión de extrema complejidad, fruto de su fisonomía ubicua, interdisciplinar e interdependiente.

La mitigación (o adaptación) del cambio climático requiere, entre otras cosas, el paulatino abandono de nuestra dependencia de los combustibles fósiles y, por lo tanto, la renuncia al motor principal de desarrollo de la sociedad moderna. La lucha contra el cambio climático es, seguramente, el reto global más significativo del siglo XXI e implica una reflexión profunda sobre el mundo que queremos habitar.

La cultura puede desempeñar un papel decisivo en esta transformación: las soluciones tecnológicas nunca serán suficientes si no van acompañadas de un cambio de sensibilidad y conducta. Es precisamente una cultura activa, creativa e innovadora la que permitirá sensibilizar, movilizar y remover conciencias y situar la responsabilidad ambiental como uno de los temas clave de la agenda cultural de los próximos años.

Por todo ello, la segunda convocatoria del Premio Internacional a la Innovación Cultural está dedicada a dar respuestas a esta problemática. ¿Podemos hablar del cambio climático superando las visiones catastróficas y distópicas? ¿Qué proyecto cultural habría que crear para sensibilizar a los indiferentes y a los escépticos? ¿Qué innovaciones son necesarias para una transformación social positiva y eficaz?

Para contextualizar la nueva convocatoria del premio, os presentamos algunos proyectos y organizaciones que trabajan y conectan a la ciudadanía en la adopción de valores de ética ecológica.

La Cape Farewell Foundation lleva años trabajando a nivel internacional conectando a creativos, científicos y divulgadores para comunicar la urgencia del cambio climático. Uno de sus programas más significativos lo constituyen las expediciones al Ártico, donde viven de primera mano los efectos del cambio climático. Visitando el corazón del debate, se desarrollan trabajos científicos y se conceptualizan propuestas expositivas, artísticas, audiovisuales, publicaciones y recursos educativos. Un proyecto artístico actualmente en producción es Energy Renaissance, que se presenta en enero de 2017 en el marco de Utopia2016, en la Sumerset House. El proyecto es una experiencia inmersiva de realidad virtual en que los visitantes pueden descarbonizar y transformar la ciudad de Londres en una ciudad más limpia y sostenible. Las decisiones del ciudadano llegan a ser importantes, y la acción del usuario contribuye a construir el futuro que se desea.

En Londres hace tiempo que ArtsAdmin celebra cada dos años el festival 2 Degrees Festival con una programación dedicada al arte, el activismo y el medio ambiente. Una de las actividades más interesantes de la última edición fue la segunda HackCop21, un taller para codiseñar acciones de resistencia para la justicia climática en los Climate Games, un proyecto liderado por The Laboratory of Insurrectionary Imagination. En los días previos a la Conferencia sobre Cambio Climático (COP21) se desarrollaron y coordinaron 214 acciones de activismo creativo por parte de 124 equipos a nivel global.

La COP21 no fue motivo solo para actos activistas, sino que dio inicio a multitud de iniciativas culturales en todo el planeta. Con el llamamiento «Climate is culture», el festival ArtCop21 (co-organizado por COAL y Cape Farewell) encabezó la coordinación de un programa de más de 550 eventos culturales en París y a nivel internacional con instalaciones, exposiciones, conciertos, charlas, workshops, visionados y otras actividades para involucrar a la sociedad en una transformación profunda del sistema actual.

Otro ámbito de actuación es la emergencia de proyectos de ciencia ciudadana en cuestiones medioambientales. La fundación PublicLab se fundó en el año 2010 cuando un grupo de científicos y activistas querían más información acerca de un derrame de petróleo en el golfo de México, y lanzaron cámaras digitales con globos para poder visualizar áreas determinadas. Desde entonces, PublicLab se dedica a desarrollar herramientas abiertas de bajo coste para explorar e investigar, de forma colaborativa, el medio ambiente, involucrando a la ciudadanía a la hora de crear y distribuir el conocimiento.

La asociación Makea Tu Vida es un ejemplo local brillante sobre cómo la cultura puede trabajar la concienciación medioambiental fomentando la reutilización creativa de los productos y el diseño abierto. Su proyecto más relevante es El-Recetario.net, una plataforma colaborativa con casi diez años de vida que promueve la cultura DIY y el aprovechamiento de residuos para la construcción de objetos y espacios.

Son muchas las maneras que tiene la cultura para sumarse al reto del cambio climático. Es una gran buena noticia que cada vez haya más proyectos culturales de concienciación medioambiental, pero no es la única forma.

En este sentido, es vital que la cultura adopte criterios de sostenibilidad a la hora de producir estas propuestas. Como agentes sociales de referencia, la industria cultural debe integrar, en todos sus procesos, medidas para reducir también sus emisiones de CO2. Julie’s Bicycle es una fundación inglesa que trabaja con más de mil organizaciones culturales a nivel internacional con el fin de ayudarles a conseguir modelos organizativos sostenibles. A través de lo que ellos denominan IG Tools, facilitan a las organizaciones culturales un sistema para medir el impacto medioambiental en su gestión: producción, energía, residuos, agua, viajes, marketing, comunicación… Es más, aparte de multitud de programas y recursos en línea, para aquellos que sitúan la sostenibilidad como valor indispensable, han creado el certificado Creative Green, un reconocimiento que valida el compromiso medioambiental.

Es primordial que la cultura sitúe la relación entre el hombre y el medio en su agenda comunicativa, pero también hay que empezar a integrar modelos organizativos de responsabilidad ambiental. En este sentido, hay que destacar algunas plataformas activistas que han luchado firmemente para abolir los patrocinios de la industria petrolera en el mundo de la cultura. LiberateTate es una red fundada en enero de 2010 durante un workshop de arte y activismo (programado por la propia Tate). Junto con otros colectivos (Platform, FossilFundsFree), han sido una fuerza de presión para acabar con este tipo de mecenazgo. Este año BP ha anunciado que no renovará el patrocinio con la Tate después de 26 años.

Evidentemente, estos son solo algunos ejemplos. Multitud de artistas, científicos, comunicadores, divulgadores, mediadores, gestores culturales, ONG, activistas, educadores y ciudadanía implicada están trabajando intensamente para dar a conocer de forma creativa y efectiva uno de los desafíos más importantes del siglo XXI. Desde el CCCB, nos sumamos al reto. ¿Te apuntas?

La segunda convocatoria del premio marca el inicio de una programación en el CCCB sobre el antropoceno y el cambio climático, que culminará con la exposición «Otro mundo» en octubre de 2017.

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  • Allan Kirk | 25 enero 2017

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